Después de doce días sin ninguna aparición pública en Mallorca, desde que el pasado día 20 de enero ofició la misa solemne de Sant Sebastià en la Seu, el obispo Javier Salinas reapareció ayer en la isla para presidir en la basílica de Sant Francesc la clausura del año de la vida consagrada y la procesión de la candelaria, así como la posterior eucaristía de acción de gracias. El acto reunió a numerosos fieles y religiosos mallorquines de diferentes congregaciones para conmemorar el fin del año que el Papa Francisco quiso dedicar a las vocaciones religiosas.

La fiesta de la Presentación del Señor forma parte de las grandes fiestas de la iglesia que tienen su origen en el oriente cristiano y que se celebra 40 días después de Navidad. Existen diferentes menciones históricas de una procesión con velas que ya se celebraba en el siglo V, lo que fue tomando cada vez más relevancia hasta convertirse en una tradición con la bendición de las mismas. Debido a esta bendición, la fiesta toma el nombre de candelaria.

Según fuentes eclesiásticas y tras ser llamado a capítulo por el Vaticano por su relación con Sonia Valenzuela, el obispo de Mallorca, Javier Salinas, pasa el tiempo retirado en unos ejercicios espirituales. Esa es la razón de que haya reducido sus actos públicos en la diócesis que preside desde la celebración de la Navidad.