"Estamos tratando el insomnio con una terapia cognitivo-conductual con un grupo de seis personas al que aplicamos la técnica Mindfulness, que no es otra cosa que un procedimiento psicológico cuyo uso está bastante extendido en Estados Unidos y que consiste en fijar la atención del paciente en el aquí y en el ahora, ya que se ha demostrado como una técnica útil para disminuir el estrés y para el abordaje de la patología que nos ocupa", explica la psiquiatra Francesca Cañellas, miembro de la unidad multidisciplinar del sueño de Son Espases que acaba de inaugurar la unidad de insomnio del hospital Quirónsalud Palmaplanas.
"Creo que esta técnica, aplicada para el insomnio, solo se está haciendo en el hospital de La Paz de Madrid y en nuestra unidad. Y con nuestro grupo ya hemos conseguido algún avance. Alguno de nuestros pacientes han conseguido reducir el consumo de hipnóticos para dormir. No hay que olvidar que la toma de esta medicación tiene sus efectos secundarios: Te deja cansado y somnoliento durante todo el día siguiente", explica la especialista.
Estas terapias cognitivo-conductuales grupales se prolongan por espacio de unas ocho semanas, a razón de una sesión semanal de una hora y media de duración, cuyo principal objetivo, señala la psiquiatra, "es mejorar en primer lugar la calidad de vida del paciente, su sueño en segundo y, si es posible, reducir también el número de hipnóticos que consume".
Para ponernos en situación, la doctora Cañellas recuerda que el insomnio es la enfermedad del sueño más frecuente y que se trata además de una disfunción que, cuando se vuelve crónica, es bastante complicada de tratar ya que precisa de un tratamiento multidisciplinar que debe contemplar cuáles son los hábitos del paciente. "Cuando una persona sufre de insomnio acude a su médico de cabecera que normalmente le receta hipnóticos sin más. Y estos pueden resolver algunos casos de manera transitoria pero en otros son insuficientes para acabar con el trastorno", lamenta.
Problemas para conciliar el sueño los tienen aproximadamente una de cada cinco personas, aunque solo a un 10% esta dificultad le repercute en su vida diaria ya que, al haber dormido mal, durante el día están cansados e irritables y no rinden en su trabajo, revela la especialista que circunscribe a un 5% de la población en general los que sufren de insomnio crónico severo.
"Por ello es necesario realizar una evaluación muy completa del paciente para determinar la verdadera causa de su insomnio. En la mayoría de las ocasiones está asociado a otras enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad, pero también puede venir de la mano de otras patologías que cursen con dolor o por problemas de reflujo gastroesofágico (uno de los trastornos digestivos más frecuentes que se produce cuando el contenido gástrico pasa del estómago al esófago)", enumera Cañellas, que también habla del síndrome de piernas inquietas como una de las disfunciones que impiden conciliar el sueño con normalidad.
Piernas inquietas
La especialista define este síndrome de piernas inquietas como la necesidad imperiosa de mover las piernas como única acción que calma temporalmente el malestar y el desasosiego que le provoca la inmovilidad de sus extremidades y que le impide dormir con normalidad. "Las personas con este problema se suelen sentar en los cines y en los aviones en las butacas que dan al pasillo para poder mover las piernas y este trastorno tan solo es abordado en la actualidad con un tratamiento farmacológico específico", revela Cañellas.
Otro problema de esta patología, apunta la psiquiatra, es que los insomnes tienen la tendencia a pensar que duermen menos de lo que en realidad lo hacen. "Suelen ser personas que perciben un duermevela como una vigilia cuando en realidad sí están dormidos. Y la explicación sería porque están hiperalerta y, simples ruidos que les despiertan durante unos pocos minutos antes de volver a dormirse, ellos los perciben como largos tiempos sin poder volver a conciliar de nuevo el sueño. Minusvaloran su tiempo de sueño", interpreta Cañellas, que corrobora esta afirmación con datos de pruebas de polisomnografías en los que pacientes que referían haber dormido solo tres horas en realidad lo habían hecho durante siete.
