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La fiesta en paz

La mercancía corrompida del PP

Rajoy es un ¿futuro? presidente con lastre. EFE

San Job Rajoy se siente a leer el Marca con calma. Tiene la agenda muy libre. Espera que Sánchez e Iglesias fracasen en su intento de formar Gobierno. Si algo se le ha dado bien al presidente en funciones es dejar que transcurra el tiempo. Lo hizo hasta que la crisis pudrió el Gobierno de Zapatero y así ganar las elecciones con una mayoría absoluta apabullante. También dejó que pasasen los congresos del PP para que su archienemiga Esperanza Aguirre quedase en una situación marginal en el partido. Aburrió a la Unión Europea para disfrazar el rescate exigido con una operación de salvamento de la banca. ¡Qué el paciente económico sane solo!

Su eterno sosiego le ha permitido soslayar las explicaciones sobre los pagos en negro que recibía de su tesorero, según consta en la contabilidad de la Caja B popular. Su quietud permite que olvide, al menos durante un tiempo, que el partido que lidera destruyó unos ordenadores que probarían el manejo de dinero opaco. Los eliminó, dice, porque no contenían nada. Su reposo ni siquiera se ha alterado cuando su excompañero de partido y de consejo de ministros, un tal Jaume Matas, ha sido poliimputado, policondenado y encarcelado. Por supuesto, ni siquiera habrá levantado una ceja cuando un tesorero del PP balear, Fernando Areal, ha sido condenado en firme tras reconocer la financiación ilegal del partido.

La tranquilidad de Rajoy en los asuntos de corrupción cuenta con un aliado inestimable: la lentitud de la Justicia a la hora de acometer los grandes asuntos de corrupción. Los vericuetos legales de los procedimientos, explotados por abogados sagaces, o la falta de medios para los jueces y fiscales, retrasan cada uno de los casos hasta el infinito y más allá.

Al juez Castro se le pueden criticar algunas formas o declaraciones públicas. Sin embargo, ni el más feroz de sus enemigos puede poner en solfa su inagotable capacidad de trabajo. Daniel Mercado, el exitoso publicista contratado por Matas, declaró que cobró tres millones de euros con concursos amañados por el Govern y que recibió sobres con dinero negro que le entregaban en la sede del PP Balear. La primera confesión entre lágrimas en la comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos de Madrid se produjo en octubre de 2012. Han pasado más de tres años hasta que ayer declaró formalmente ante el magistrado.

Mercado es un genio de la creación comunicativa. Su campaña electoral de 2003 para el PP la protagonizó el lápiz con síes al medio ambiente, a la educación o al turismo y devolvió a Matas al Consolat de la Mar de forma sorprendente. En 2007, su campaña también fue extraordinaria, pero el PP perdió porque la mercancía que tenía que vender Mercado estaba corrompida.

Ayer compareció en Palma ante el juez para ratificar que cobró dinero en negro de Fernando Areal y de José María Rodríguez, que el Govern del PP amañó concursos para dárselos como pago de los servicios prestados durante las campañas electorales de 2003 y 2007. Entre estos contratos a dedo estarían la comunicación de Son Espases y el proyecto para el estand en la feria turística de Madrid.

Quizás Rajoy logre ser investido de nuevo presidente. Quizás fracasen las negociaciones entre Sánchez e Iglesias o quizás las tensiones internas de los socialistas frustren el pacto. Quizás, dada su proverbial capacidad de resistente, logre que se llegue a una nueva convocatoria de elecciones, vuelva a encabezar las listas populares y mejore sus resultados a costa de Ciudadanos.

Sin embargo, nada repondrá el prestigio de Mariano [Job] Rajoy mientras gente como Mercado siga explicando cómo se ha financiado durante décadas la vieja política. O mientras Bárcenas siga mostrando los mensajes con el apoyo incondicional del más importante cargo político del país a un presidiario. O mientras no explique cómo se pagaron las obras del PP en la calle Génova o en Palma. O mientras no explique por qué urgía pagar a FCC... Rajoy puede volver a ser presidente gracias a su hábil maniobra, pero su mochila está sobrecargada de mercancía corrompida.

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