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Energía

El desplome del petróleo frena las prospecciones

El crudo se vende hoy a 30 dólares por barril, menos de lo que cuesta sacarlo del fondo del mar

La sociedad mallorquina se echó en masa a la calle para parar unas prospecciones que al final mueren por motivos económicos. B. Ramon

Las prospecciones petroleras están heridas de muerte. Han recibido un golpe del que les costará recuperarse. Y no se trata ni de cadenas humanas de denuncia, ni de manifestaciones masivas de protesta, ni de presiones políticas en Madrid desde Balears. No. El verdugazo es donde más duele: en el dinero. Las prospecciones ya no son rentables. Y tardarán mucho en volver a serlo, según confirman analistas del sector energético y las propias empresas de sondeos, que son perfectamente conscientes de que las petroleras y las compañías de prospecciones solo volverán a la carga cuando el petróleo suba de cotización. La razón es simple: con la cotización del crudo en mínimos desde 2004, a 30 dólares el barril, extraer petróleo del fondo del mar sale más caro de lo que se obtiene al venderlo. Y más costoso resulta aún cuando ni siquiera se sabe si hay petróleo o no, como es el caso del mar balear, donde las búsquedas de gas y crudo son solo eso, búsquedas, exploraciones en áreas inmensas, en pos de una hipótesis que dice que la estructura geológica del subsuelo marino mediterráneo es rico en gas y petróleo.

El coctel de probabilidad baja de éxito y rentabilidad nula en el mercado actual hace que las compañías de sondeos que llevan años peinando el mar balear (o intentándolo) estén ahora priorizando otros proyectos. Lo explican ellas mismas y lo ratifican otros agentes del sector. Unos y otros detallan que extraer oro negro del fondo del mar exige una inversión inicial grande, a la que siguen unos costes de personal y mantenimiento elevados, y unos gastos de distribución enormes para mover el crudo desde las bases marinas a las refinerías. Después aún habría que computar el coste del tratamiento del crudo y el de su distribución internacional hasta llegar primero a agentes mayoristas y, más tarde, a puntos de venta tan pequeños como las gasolineras. El problema es que solamente el coste de extracción del fondo marino oscila entre los 30 dólares por barril del mar del norte y las 80 de puntos de la costa africana, parte de Brasil o México, según datos de las autoridades energéticas del Reino Unido, Noruega y Estados Unidos. Y 30 dólares mínimo de gasto por barril son una barbaridad cuando el de crudo cotizó en los mercados en los que se compra a eso mismo, 30 dólares, esta semana, cuando alcanzó su valor mínimo desde 2003. Con lo que la cuenta no cuadra. Llega a costar el triple sacarlo de lo que se paga por él en el mercado.

Así se están hundiendo las empresas de fracking (las que utilizan una polémica técnica de presión en pozos ya existentes para llegar a bolsas de petróleo más pequeñas e inaccesibles) y así se mueren las compañías especializadas en sondeos sísmicos como los que afectan a aguas baleares. Algunos datos hablan claro de lo que está pasando. En el mundo hay 897 plataformas petrolíferas sacando crudo del fondo del mar. Este mes solo 481 están operando. El resto permanecen a la espera de que suban los precios y aparezca una demanda rentable. Es decir, el 53,6% de los pozos marinos mundiales están parados, pese a tener crudo aún por extraer. Es el porcentaje de actividad más bajo desde la generalización de los pozos marinos. Para que se hagan una idea, hace un año por estas fechas el 69% de las plataformas petroleras marinas estaban operativas. Y hace dos años el porcentaje superaba el 90%.

Pozos parados en todo el mundo

Y no hablamos ya de lugares tan pobres en crudo como el Mediterráneo español, donde solo hay plataformas de extracción en el delta del Ebro. La crisis y la inactividad amenazan a zonas tan ricas en oro negro como el golfo de México, una de las más perforadas, como recordó en el año 2010 el desastre ecológico desencadenado por el estallido y hundimiento en el mar de la plataforma Deepwater Horizon. Pues bien, allí solo el 33% de las torres de extracción trabajan este mes. Algo parecido ocurre en el mar del norte: las plataformas en uso han caído en unos meses del 92% a apenas el 63%, según datos de Rigzone, empresa estadística especializada en perforaciones.

La puntilla al negocio la propicia otra circunstancia: en el último decenio, con las empresas de prospecciones bombardeando todos los mares con sus sondas, se han puesto en marcha proyectos para estrenar antes de 2018 otros 200 pozos submarinos, que competirán con los 900 ya existentes. Con lo que habrá más oferta aún, justo cuando la demanda de petróleo marino (más caro) está en mínimos.

Previsible descenso

Por todo ello están sonando todas las alarmas en un negocio cuyas perspectivas empeoran día a día, conforme se desploma más y más el valor del crudo. "Esperamos un descenso continuado de la utilización de las plataformas con estos precios de crudo durante todo 2016", confirman por ejemplo en la autoridad británica que controla las exploraciones offshore (marinas). Y si las plataformas en las que ya hay crudo no operan porque no es rentable, imaginen qué momento viven los planes de las compañías para buscar petróleo y gas en puntos tan improbables como Balears.

Aunque no hace falta imaginar mucho. Hay números que describen la delicada situación de empresas de sondeos que se habían acostumbrado a un mercado petrolero caro que disparaba sus beneficios año a año. Más beneficio implicaba más capacidad para tomar riesgos y explorar subsuelos vírgenes como el balear. Pero hoy el beneficio se ha esfumado. Y eso significa que se van de donde menos rentable es. Que lo dejan. Que su interés es inversamente proporcional al alivio de la sociedad balear, que ha reclamado durante tres años el final de las prospecciones.

Hoy, las licencias de prospección siguen vivas, pero las compañías que las hacen renquean. Incluso las más grandes. Ensco, por ejemplo, cotiza en bolsa a 11,7 dólares por acción, que eran 18 en noviembre y 55 dólares un año antes. La castaña es de aúpa. Lo mismo padece otro gigante, Diamond Offshore, que anda por los 18 dólares por acción, cuando estaba a 65 hace dos años. Eran tiempos en los que se buscaba cada vez más profundo, cada vez más lejos, cada vez en sitios más inverosímiles.

Este último era el supuesto del mar balear. ¿Qué ha ocurrido con las empresas que querían seguir torpedeando el fondo balear? Pues que se les han quitado las ganas. Si a los gigantes del negocio les va mal, peor lo está llevando la noruega Seabird, una de las tres que solicitó hacer prospecciones en aguas cercanas a Balears. Sus números rojos son terribles: 150 dólares de pérdida por acción en el último año. Con esa hemorragia económica y las pésimas perspectivas para el negocio, la cotización de Seabird está en mínimos: llegó a valer 480 coronas noruegas por acción el pasado año, pero hoy cotiza a 14 coronas noruegas, muy cerca de su mínimo de 13,60 y muy lejos de las 32.000 coronas por acción a las que llegó a cotizar la acción en 2011.

Negocio rentable antaño

Entonces el petróleo estaba por las nubes. Tan alto subió el crudo que era un negocio enorme ir por debajo de lo mas bajo y sumergirse para buscar crudo. Incluso en el improbable yacimiento balear. Pero ya no es así. Seabird ha perdido en solo un año el 98% de su valor. No corren buenos tiempos para la prospección: "Toda la industria de las prospecciones está resultando muy afectada por los bajos precios del petróleo y la debilidad de la demanda de sondeos. Esta situación ha elevado los factores de riesgo de invertir en esta industria", reconocen en Sea Bird Exploration, que tiene proyectos más prioritarios que el balear, como los que desarrolla en una zona con grandes recursos, como es el golfo de México.

Mucha competencia bajo el mar

Hay otro factor que explica la debilidad de las empresas de prospecciones: la competencia creció con fuerza en los años de precios más altos del petróleo, y hoy hay demasiados agentes peleando por los mismos clientes, con lo que los precios que se pagan son mucho menores, explican en Sea Bird, que está cerrando oficinas como la de San Petersburgo para reducir costes y seguir a flote.

Sea Bird, de hecho, ya no aspira a perforar el fondo balear. Su licencia la heredó Schlumberger, una compañía con 80 años de historia que figura entre las grandes del mundo de la innovación petrolera. Con sedes principales en París, Houston y Londres, da trabajo a 105.000 personas en 85 países. España no es aún uno de ellos, pero entre sus planes estaba buscar crudo en el golfo de León, cerca de Balears. ¿Lo harán? Pues no. No a corto y medio plazo. Les sucede lo que al resto: les cuesta financiar nuevos proyectos en el contexto actual, con sus acciones hundidas. Hoy valen 65 dólares, que eran 84 hace solo tres meses, y 100 en mayo. "Nuestra facturación cae por un declive constante de las perforaciones y una mayor presión en los precios", resumen. Sus beneficios se han desplomado un 34% en un año, por lo que su estrategia será defensiva durante meses, en los que no abordarán las aventuras con menos opciones. En Europa solo les interesan tres puntos: Kazajistán, Uzbekistan y Rusia. Todos a miles de kilómetros de las aguas baleares.

Nada de aventuras

Y algo parecido puede decirse de Spectrum, que mantiene un proyecto vivo para buscar petróleo a 25 kilómetros de Eivissa. En octubre sus directivos se reunieron con el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal, y le dieron la mala nueva: seguían interesados en buscar el petróleo que están convencidos que hay cerca de Balears. Desde entonces mucho ha cambiado la cosa: el crudo se ha desplomado y las acciones de Spectrum valen la mitad. Con lo que tampoco están para aventuras. De hecho, sus proyectos estrella apuntan a aguas más lucrativas en Somalia, el oeste de Australia y México. Con el petrodólar devenido petrocéntimo, Spectrum se concentrará en los próximos tiempos en Australia, Noruega, Brasil, Estados Unidos, Reino Unido, Holanda y Líbano, que es lo más cercano a una España, país que ni mencionan. "Todo proyecto será cuidadosamente evaluado desde el punto de vista de las ventas posibles", sostienen. Y eso descarta Balears, un tiro al aire en lo que a petróleo se refiere. Mal negocio y mal ambiente, que son raras las sociedades que anteponen el medio ambiente al dinero fácil del petróleo.

Aunque eso podría darles igual a los buscadores de petróleo de Spectrum. Por si acaso, hay un argumento definitivo para Balears, el argumento de argumentos: la inversión no es rentable. Con estos precios de crudo no lo sería ni aunque de verdad hubiera petróleo bajo las islas. Adiós prospecciones. El dinero vence donde ni toda la sociedad balear unida pudo imponerse.

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