Dos días sin poder comprar eran demasiados para una sociedad que hace décadas que convirtió el consumo en la esencia de la Navidad. Prueba de ello el abarrote de ayer, así en los laberínticos pasillos de Ikea como en las estanterías siempre repuestas de centros comerciales y gigantes multinacionales de la electrónica y la moda como Carrefour, El Corte Inglés, MediaMrkt, Alcampo, Worten, Zara y compañía, todos abiertos a la caza de clientes. Por ellos pugna también el comercio tradicional, con sus limitaciones de recursos y plantillas, que tras dos días de tregua y descanso por Navidad recuperaron ayer el ritmo en las principales arterias comerciales del centro de Palma y galerías multimarca como Porto Pi o Festival Park.

Compras de tarde

Aunque costó arrancar. La mañana amaneció con más negocios abiertos que clientes dispuestos a ocuparlos. Era domingo, y cuesta desperezarse y aclararse con un calendario de compras que decreta el cierre masivo en sábado y la apertura de todos en domingo. Por la tarde, las bolsas de regalos, los paseos de familia y el calor y los sofocos navideños se adueñaron de los principales puntos de negocio y compras. Aunque sin excesos: las colas para aparcar en el algunos parkings del centro, habituales antes de Nochebuena, no aparecieron durante la jornada ayer.

Pero quedan días de arrebato consumista. Casi diez hasta la cita con los Reyes Magos, previo paso por otro fin de semana raro, tan laberíntico como algunas zonas de compra, con un calendario nuevamente marcado por el festivo del viernes, antes de un sábado y un domingo de compras que se prevén mucho más intensos. O eso dicen los comerciantes, que aseguran que la campaña de ventas va bien, aunque ya hay muchos negocios con prisas por adelantar las rebajas, aunque solo sea de momento en los carteles que lo anuncian. En el sector explican de hecho que las grandes bajadas de precio, el reclamo perfecto para despertar a la vez ilusión, ansia, anhelo y codicia, llegarán después de Nochevieja y se acelerarán una vez pasado el día de Reyes. Para entonces, el gasto de los mallorquines en Navidad ya rozará los 650 euros previstos de media, toda una grieta en un presupuesto familiar al que aún le quedan los últimos agujeros consumistas por atarugar.