"Los implantes osteointegrados están indicados para pacientes con pérdida de audición de trasmisión. Usando una símil bastante aproximado, es como si el cable y la antena estuvieran estropeados pero el televisor no", intentaba ayer definir con palabras comprensibles la hipoacusia de trasmisión el otorrino Alfonso Bonilla, facultativo de Son Llàtzer que junto a su compañero Carlos Magri se han especializado en la colocación de estos implantes que, en definitiva, solucionan una pérdida de audición porque el sonido no llega al oído interno en condiciones.

"El paciente oye más bajo y apagado, lo que dificulta la audición y resulta tremendamente incómodo", aclara el doctor Bonilla, que especifica que una de las soluciones médicas a esta patología es el implante osteointegrado.

El hospital que asiste a la población del Migjorn de la isla colocó este verano a tres pacientes pediátricos este mecanismo en lo que supuso la primera colocación a niños en España de la última generación de estos implantes y procesadores, los Nucleus Baha 5 que, además de ser un veinte por ciento más pequeños que los modelos anteriores, ofrecen una mejor calidad de sonido.

Este implante osteointegrado, como su propio nombre indica, consiste en un anclaje que se atornilla en la parte posterior superior del pabellón auditivo que oye mal. Para colocarlo es necesario pasar por el quirófano, aunque de manera ambulatoria y con anestesia local para culminar una intervención que apenas dura entre diez y quince minutos, explica el especialista.

"El tornillo queda a la vista por fuera y sobre él se ancla el aparato que amplifica el sonido. Hay otra opción que consiste en colocar una imán por debajo de la piel y luego adosarle el amplificador", añade el especialista, que revela que desde el pasado mes de julio ya han implantado diez de estos procesadores de última generación.

"Los tres primeros se colocaron a pacientes pediátricos el pasado mes de julio y los siete restantes están en la cabeza de personas adultas", concreta el doctor Bonilla que se felicita de que el hospital de Son Llàtzer puede ser considerado como el centro de referencia de esta comunidad en lo que a este programa de implantes osteointegrados se refiere.

Las ventajas a nivel técnico de los nuevos procesadores Nucleus Baha 5 que se están implantando en este hospital son numerosas. Esta tecnología escanea constantemente el entorno auditivo y adapta la señal a los requerimientos del paciente en cada escenario.

Estos dispositivos permiten mediante red inalámbrica el acceso a otras ayudas técnicas. Por ejemplo, para que un niño en clase o un adulto en una conferencia o cualquier tipo de reunión o espectáculo, puede situar un micrófono externo cerca del profesor o del conferenciante y recibir directamente la voz a su procesador, evitando las incomodidades del ruido ambiente, la distancia y la reverberación. Además el nuevo procesador permite recibir música y sonidos directamente desde un smartphone o una tablet.

Además, con estos terminales es posible escuchar canciones o hablar con los amigos de forma cotidiana. A pesar de los avances registrados en tecnología, todavía es muy común que las personas con pérdida auditiva como ésta sufran grandes dificultades para usar un teléfono y precisan de otras ayudas técnicas además de sus audífonos convencionales o sus implantes auditivos.

Audición a la carta

Con esta nueva tecnología, los usuarios también pueden disfrutar de música, películas, vídeos, apps o llamadas telefónicas directamente desde su teléfono. "Se puede programar una audición a la carta dependiendo de la dificultad de cada paciente con las diferentes frecuencias", resume el otorrino, que recalca además que su diseño más moderno y difícil de perder lo hace más idóneo para pacientes de edad infantil.

El servicio de Otorrinolaringología de Son Llàtzer ahora está embarcado en otra lucha: conseguir que el Servei de Salut pague la renovación de estos terminales externos que se han quedado obsoletos. "La sanidad pública cubre el implante osteointegrado total, intervención que cuesta unos 9.000 euros, pero no la renovación del trasmisor externo que se haya quedado obsoleto con el paso del tiempo -su obsolescencia es de 5 o 6 años, concreta Bonilla-. Estos dispositivos cuestan unos cinco mil euros y solo en Son Llàtzer tenemos a 12 pacientes cuyos trasmisores ya funcionan mal y deberían ser renovados", reclama.