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Análisis: Las sorpresas de Nóos, por Felipe Armendáriz

Ya falta menos para el juicio de Nóos, pero todavía quedan sorpresas por ocurrir, como corresponde a un caso excepcional.

La última voltereta de esta historia la dio el juez Yllanes, que cambió su sillón de presidente del tribunal por un posible escaño en el Congreso de Diputados. Yllanes se perderá el juicio del siglo, como también lo harán Andreu Manresa y otros periodistas veteranos que ya tenían silla de público reservada.

A Jaume Matas, que será uno de los primeros en ser juzgado el próximo febrero, le gustaría estrenar la sala de vistas de la Escuela Balear de Administraciones Públicas con un acuerdo cerrado de conformidad.

De momento, no ha podido ser, pero todavía hay margen para que el expresident no tenga que pasar su próxima jubilación entre vistas y prisiones. Todo es cuestión de tiempo, en libertad o en prisión, y de dinero.

La posibilidad de pactos entre la fiscalía y los principales imputados, exceptuando la infanta Cristina, pone nerviosos a los periodistas, que ya están haciendo cola para pillar un sitio en la pequeña sala de prensa de la sede del juicio.

Nóos dará que hablar. Y si no, al tiempo.

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