Mientras el Vaticano, y en concreto el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto para la congregación de los obispos, decide su futuro, Javier Salinas abrió ayer la puerta de la Misericordia de la Seu, convertida en puerta santa, para celebrar de forma solemne el inicio del jubileo, festejado de forma simultánea en templos de todo el mundo con la promesa papal a los fieles de otorgarles durante este año una indulgencia plenaria.

Tras el episodio con una colaboradora casada que motivó la denuncia del marido y que el prelado fuera llamado a capítulo a Roma para dar explicaciones, el obispo de Mallorca fue ayer el centro de todas las miradas y comentarios. Pero también recibió el apoyo incondicional de muchos fieles y religiosos que quisieron acercarse a él antes de que empezara el acto para expresárselo de forma personal y en público, gesto que Salinas agradeció de palabra a cada uno de ellos.

El obispo abrió ayer el patio del palacio episcopal a todos los fieles sin distinción, varios centenares de personas que siguieron con devoción el inicio del acto en la sede del obispado, participaron después en la procesión hasta la puerta de la Misericordia de la Catedral, vieron allí a Salinas abrirla personalmente entre cantos de Aleluya del coro de los Vermells de la Seu y siguieron la celebración de la eucaristía en el interior del templo, que fue adornado e iluminado para la misa concelebrada como en las grandes ocasiones. La Seu lucía espectacular, con la nave central casi llena. El obispo se mostraba aparentemente sereno, atento a la liturgia, con ojos cerrados de concentración durante las lecturas y en algún otro momento puntual, luciendo el báculo y la mitra que identifican su dignidad de pastor de la iglesia en los oficios religiosos, solo con algún gesto de calor provocado por los pesados atuendos ceremoniales y los potentes focos del altar.

Salinas encabezó la procesión que unió el patio del palacio episcopal con la Seu, tras la cruz ceremonial y al diácono que portaba el evangelio, y seguido a su vez por los concelebrantes, miembros del cabildo catedralicio, sacerdotes y diáconos, y los varios centenares de ciudadanos que participaron en el acto litúrgico. Antes de abrir el pesado portón de madera de la Seu, adornado con tres centros de flores, dijo en voz alta: “Esta es la puerta del Señor. Nosotros entramos para obtener misericordia y perdón”.

En su homilía, ninguna referencia personal a lo vivido durante toda esta semana, pero infinidad de referencias al perdón y a la iglesia misericordiosa que anuncia el año jubilar y que quiere ser el primer distintivo del pontificado del Papa Francisco.

“Hoy el Señor llama a nuestra puerta. Nadie puede llamarse cristiano si no sigue sus pasos”, dijo de inicio. “Esta año la Iglesia quiere ser un hospital después de la batalla, quiere curar a los heridos, acoger a todos sin excluir a nadie”, expresó Salinas desde el altar en el tercer domingo de adviento, cuando los católicos se preparan para la llegada de la Navidad.

“No tengáis miedo, el señor es nuestro salvador, la alegría tiene que ser la actitud natural del cristiano”, señaló. “Durante este año jubilar hay que compartir, estar disponible, no ser indiferente a nada, no engañar ni abusar del prójimo si tenemos algún poder. Hay que vivir el sacramento de la penitencia -manifestó en un llamamiento a todos los que lo escuchaban en la Seu-, actuar con justicia. Nuestra vida debe estar siempre en transformación a partir de una actitud personal”. “El señor -continuó-nos ha dado un camino muy concreto, las obras de misericordia, estar cerca de los más necesitados, de los que se han quedado sin casa o están en riesgo de perderla. Concentraremos esfuerzos a través de un fondo específico creado para luchar contra este problema con Cáritas Diocesana”, anunció.

En consonancia con el mensaje del Papa Francisco, Salinas quiso expresar ante los fieles que “la Iglesia debe transmitir misericordia, vivirla en primera persona, ser sierva de los más necesitados y a la vez mediadora para solucionar sus problemas. Nuestra misión debe ser transmitir la misericordia de Dios”, manifestó.