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Entrevista

Luis Moyá Bareche: "Alemania creó el coche del pueblo, y Mallorca las vacaciones para el pueblo"

Luis Moyá Bareche.

-Hace dos semanas, cuando el Colegio de Economistas le homenajeó por sus cincuenta años de profesión, aseguraba que en este tiempo ha visto"situaciones económicas de todos los colores". ¿De qué color es la actual?

-De un color muy confuso, una mezcla de colores. Empecé en el 59 y desde entonces siempre había habido un modelo de expansión claro, de crecimiento, comenzaba la sociedad de consumo, con la dictadura primero y con la democracia después. Había muchas necesidades, pero también muchas oportunidades, y esto creaba optimismo. Hoy no es así. Hubo otras crisis fuertes, como la de 1972, la del petróleo, o la primera del Estado de Bienestar, pero ahora es muy distinto, estamos en una sociedad madura y eso lo condiciona todo.

-Hoy para la mayor parte de la sociedad sí hay mucho que perder en crisis...

-Sí, y nos hemos vuelto más cómodos. La decadencia del imperio romano empezó cuando la gente se volvió burguesa. Ahora crecemos menos y hay más saturación y menos oferta: menos oportunidades. Y vivimos nuestra primera crisis secular, marcada por un cambio a un mundo multipolar. En los últimos 60 años había un solo poder, Estados Unidos. Y en Europa íbamos detrás. Ahora el mundo es multipolar, el eje va hacia Asia. Europa queda en un segundo plano.

-Y en un mundo multipolar, con Europa perdiendo fuelle, ¿qué lugar le queda a una economía pequeñita en una isla que vive precisamente de Europa?

-El que tenemos. Nuestro destino es el turismo.

-Un parque de atracciones?

-Exactamente. He vivido muchos años en el sector industrial [hasta 1989, fue durante 25 años el gerente de la grifería Buades] y tuve la oportunidad de conocer a los grandes industriales de la época. Siempre decían que había que luchar para no convertirnos en un país de camareros, que es un profesión muy digna, pero entiéndase referido a no depender solo de la actividad hostelera. Había fabricantes de zapatos, de grifos, fundidores, que luchaban para tener otro tipo de actividad. Estos señores eran como los grandes mamíferos del período glaciar: han ido desapareciendo. Se salva el legado de Fluxá, pero son los únicos que quedan de todas aquellas vacas sagradas de la industria, de los Salas, Buades... Los demás no supieron adaptarse al nuevo entorno. En cambio los del turismo han crecido.

-Sin encontrar techo, además...

-Y en eso nos equivocamos los economistas, que pasa a veces, pocas [ríe]. En el 74 dijimos que en caso de crisis lo primero que desaparecería sería el turismo, al no ser un artículo necesario. Y nos equivocamos: la gente restringe el consumo o retrasa la compra de coche, pero sigue haciendo turismo. El turismo mallorquín apareció en el momento más oportuno: mientras Alemania creaba el Volkswagen, el coche del pueblo, nosotros creamos las vacaciones para el pueblo. Hicimos algo similar a los alemanes en un tiempo similar: ellos coches económicos, nosotros sol y playa económicos. Y nos adelantamos a todo el Mediterráneo en turismo vacacional de carácter popular.

-El turismo nos llena los bolsillos hace décadas, ¿eso nos ha hecho vagos como sociedad a la hora de buscar otros caminos?

-No, vagos no, porque son muy dinámicos, pero sí nos ha hecho unidireccionales. Es innegable la facilidad para ganar dinero en el sector turístico. Trabajas seis o siete meses al año, y con eso mantienes toda la inversión y logras rentabilidades históricamente magníficas. Y eso no lo tienes en ningún otro sector. Es lógico que las cabezas pensantes se dirigieran al turismo.

-¿Es un error haber concentrado la economía en una actividad?

-No es un error, es una necesidad. Esta es la salida. Claro que estaría muy bien no tener todos los huevos en la misma cesta, y es lo que debería hacerse, repartir, y se intenta a través del sector público, pero es muy difícil. Solo diversificas si el mercado lo pide, y el mercado lo pide si ofreces un producto que sea competitivo, y salvo en la informática, aquí no lo hay. No tenemos ni ilusión ni mercado para hacer un producto así."Nuestro destino es el turismo, hoy el que quiera empezar con una industria lo tiene muy difícil"

-Se nos ha muerto casi toda la industria, los grifos, las perlas, quedan los héroes del calzado?

-Sí, pero esos héroes, que lo son, el 90% de la producción la tienen fuera: no somos competitivos.

-¿Hay vuelta atrás?

-Siempre hay vuelta atrás. Mire Camper, un modelo genuino de un hombre imaginativo (Lorenzo Fluxá), con un sentido del márketing y de la estética que le ha dado el éxito. En un momento en el que había auge turístico, y teniendo la posibilidad de conformarse con lo que ya recibía por herencia y tradición, buscó puntos nuevos y lanzó un producto. Pero estos señores son muy excepcionales. Ocurre también con Sampol: yo conocí a su padre, que era un pequeño electricista, de los que arreglan por las casas, y ha evolucionado tanto que te lo encuentras en cualquier aeropuerto del mundo. Son excepcionales. Hoy el que quiera empezar de cero con una industria nueva lo tiene muy difícil. Hay muchas limitaciones. Por eso el horizonte es turístico, y además hay muchos retos nuevos, muchos nichos, muchas cosas por hacer e innovar."Los fijos discontinuos resuelven un problema, pero nos acomodan: ¿ahora quién es el guapo que los quita?"

-Entonces cuando políticos de todos los colores prometen diversificar la economía, ¿hablan solo de una fantasía irrealizable?

-Eso lo oigo desde el año 60. Como lo de protegernos de la urbanización excesiva. En 1964 había manifestaciones contra las torres de Magaluf, que ya entonces generaban quejas. José Meliá escribía artículos contra el exceso de urbanismo mal organizado. De todo esto se ha hablado mil veces."Estamos en un sitio privilegiado: hablamos de Asia, pero igual dentro de 50 años la referencia es África"

-No sé si lo suficiente, visto lo visto. ¿No se nos ha ido la mano con la explotación urbanística al servicio del turismo?

-Sin ninguna duda. Pero hay pecados que, siendo pecado, tienen atenuantes. En aquel momento el fuerte desarrollo, en tiempo de escasez, era un modo de crecimiento rápido, de generar dinero y puestos de trabajo. Las autoridades no tenían el mínimo interés en controlarlo. La dictadura tranquilizaba al pueblo con ese dinero y esos empleos. Así fueron los 60, con tasas de crecimiento del 7%, con gente que encontraba trabajo y otra que especulaba. No pretendo decir que estaba bien, solo lo explico."Nuestro problema público es de exceso de gasto: el político siempre querrá gastar más"

-Y lo mismo que con el urbanismo y el monocultivo turístico supongo que le pasa cuando le dicen esa palabra horrible, 'desestacionalización'.

-Exactamente lo mismo. Empezó en el año 1972: vino por aquí Solís [ministro franquista], y los empresarios le pedían opciones porque no podían ser rentables si tenían que estar operativos todo el año. Y como a los trabajadores las propuestas también les iban miel sobre hojuelas, empezó lo de los fijos discontinuos. Esto es positivo y negativo. Positivo porque resuelve problemas reales. Y negativo por lo que decíamos antes, porque acomoda, no te obliga a luchar. Pero esto de los fijos discontinuos ya está implantado: ¿ahora quién es el guapo que lo quita?"Tengo mejor opinión de la economía nórdica que de la mediterránea, pero prefiero vivir en el Mediterráneo"

-¿Qué economía imagina para Mallorca dentro de 50 años?

-[Ríe] No la imagino porque mi imaginación no alcanza, y no estoy técnicamente preparado para tener tanta imaginación, pero los avances tecnológicos que habrá en los próximos 50 años serán tremendos. Estamos en un sitio privilegiado, el Mediterráneo, con una zona cerca que es el futuro: África. Ahora hablamos de Asia y Oriente, pero nada impide que dentro de 50 años el país que más crezca sea africano. El turismo seguirá prevaleciendo. No soy pesimista.

-Le pongo ante el sueño del economista, que le dejen planificar una política económica para Mallorca a 50 años vista, ¿qué haría?

-Es ciencia ficción, pero lo que creo que va a peor, igual le sorprende, es la cultura. El egoísmo, el modelo y la leyes están impidiendo que la gente joven busque trabajos cualificados y que tenga interés en seguir estudiando. Y esto se paga. Las personas más capacitadas se van fuera. Y los que se quedan, o no encuentran trabajo, o el valor añadido del que hacen es muy bajo. Eso frena el desarrollo intelectual de nuestra sociedad. Yo potenciaría primero la enseñanza.

-Sufrimos el mayor fracaso escolar de Europa. ¿Tiene que ver con lo fácil que es hacer dinero en el sector turístico y lo que eso acomoda a la hora de arriesgar, pensar, innovar?

-Claro que tiene que ver, por supuesto. Y también la desestacionalización. Si tienes un personal fijo todo el año, inviertes en prepararlo, en formarlo, en hacerlo mejor. Pero como sabes que la temporada son seis meses no lo haces y el personal va rotando.

-Fue presidente del ISBA siete años (entidad financiera semipública y sin ánimo de lucro). Ahora vuelve a hablarse de banca pública. ¿Es el momento de volver a la banca pública?

-No, no soy nada partidario. Distingo mucho, errónea o acertadamente, entre sector público y privado. La creación de riqueza es del sector privado. Lo público debe mantener el estado de bienestar bien y redistribuir las rentas y la riqueza con un sistema justo y coherente que reduzca la desigualdad, al tiempo que arbitra para que en el mercado privado se respeten las reglas del juego. La banca en manos públicas siempre ha fracasado. Y fracasa porque pronto o tarde, los criterios de gestión no son los de rentabilidad y competencia, los que dominan en el mercado.

-Tenemos el ejemplo de las cajas, hoy reconvertidas en bancos privados tras su fracaso.

-Sí, exacto, es lo que podríamos ver. Fui consejero en la comisión de control de gestión [de Sa Nostra], con el PP y con el PSOE, cuatro veces. Las he visto fenecer e hice informes sobre cosas que no me gustaban.

-¿Pero en las cajas se vivía un escenario de saqueo tan exagerado como el que hoy se investiga en casos como el de Bankia?

-Aquí tenemos Sa Nostra [hoy integrada en el Banco Mare Nostrum, BMN]. No es comparable con Bankia. Parece ser que hay algunas operaciones aisladas, en Sa Nostra, que no han reunido las condiciones correctas en la toma de decisiones y se han causado estos problemas. Pero en su conjunto, el problema de la caja mallorquina fue de gestión deficiente. Hasta que empezó la LORCA (ley que regulaba las cajas), en 1990, el consejo lo llevaban las vacas sagradas de la sociedad mallorquina, gente muy honesta y respetable. Pero la caja era un barco que en aquel momento navegaba por un lago. Cuando pusieron el barquito a cruzar el Atlántico, los capitanes no estaban preparados para competir con trasatlánticos y afrontar enormes tormentas. Y las personas que fueron poniendo los distintos poderes políticos, tampoco eran profesionales de la banca. La banca es delicada: exige profesionales muy específicos. Al banquero lo metes a empresario y te vas a hacer puñetas. Y al revés.

-¿Fue usted uno de los que vio venir la burbuja inmobiliaria o le estalló en la cara?

-No, lo dije por escrito muchas veces. Era clarísimo. Di una charla una vez usando películas, e hice el símil con Camino a la perdición: "Estamos bien, vivimos bien, pero vamos fatal" [ríe]. Era imposible. Crecimos solo a base de endeudamiento en un sector, crecimiento artificial. Lo que no vi es la cantidad de corrupción detrás de eso, la que estamos viendo después.

-De la crisis privada pasamos a la crisis pública. Y para las cuentas en estas islas y en todas las regiones se habla siempre de la misma solución casi mágica, la mejora de la financiación que llega del Estado. ¿Se puede aspirar a una reforma que solucione la financiación o las comunidades nunca tendrán suficiente?

-Bueno, es un poco ambas cosas. Primero, se puede hacer un modelo de financiación mucho mejor que el actual, con más equilibrio y equidad. Pero luego toca administrar los bienes públicos. Y la administración son centros de consumo, generan gasto, no beneficios. El político metido dentro siempre querrá gastar más, es la mentalidad que hay aquí. Si no se cambia la mentalidad, siempre se irá a más.

-¿El déficit público balear es un problema de exceso de gastos o de falta de ingresos?

-De exceso de gastos, sin duda. Lo ideal es que hubiera ingresos suficientes, pero no existen. Y cada vez debemos más, porque nos endeudamos para pagar lo que gastamos de más. Llega un momento en el que pierdes el dominio, como Grecia. El primer ministro griego, Tsipras, que me pareció honesto, intentó dominar la situación cuando su país estaba ya tan endeudado que había perdido el dominio.

-Estamos en campaña y se oyen teorías, promesas y alguna que otra tontería. Nos dice alguno que, según quien gane, España acabará como Grecia. ¿Puede España acabar como Grecia?

-No, en absoluto, yo no creo eso. En absoluto. Piense que Grecia está peor casi que Andalucía, con un situación de endeudamiento enorme, una renta muy baja, con demasiada dependencia del turismo y costes de mantenimiento de infraestructuras y servicios brutales.

-Otros dicen que podemos ser Dinamarca...

-De momento, no es pensable. Dinamarca, como los nórdicos, tienen una cultura y un carácter muy distinto al nuestro. Ya hablamos de socioeconomía. Son países más pequeños, con fiscalidad más alta, rentas más altas, un respeto por los recursos públicos mayor, más experiencia democrática?

-Me da la impresión de que no tiene tan buena opinión de la economía mediterránea como de la nórdica...

-[Ríe]No, no la tengo, pero le digo una cosa: prefiero vivir en el Mediterráneo que en el norte. En el Mediterráneo la economía está más enfocada al bien vivir.

-Y hablando de socioeconomía. ¿Hemos salido de la crisis como vende algún otro candidato?

-No hemos salido de la crisis en general, porque hay varias. La financiera se está resolviendo bien. Pero la de nuestras estructuras productivas no está resuelta: no generan trabajo digno. Mientras no haya tasas de paro razonables, aunque sean un 10%, un 11%, pues seguimos en crisis. Y los porcentajes de desigualdad de las rentas, pues siguen creciendo, cada vez más desigualdad, algo que es lógico: quien tiene más renta aguanta más en una crisis, y los pequeños, aunque no debería ser así, son los que más padecen. Es algo que tiene que resolver el sector publico.

-Con más de cuatro millones de parados y un 91% de contratos temporales, ¿qué se puede hacer para salir de la crisis?

-Son dos cosas, si mejoras la economía y cambias tu estructura productiva, algo que son cuatro o cinco años, es posible solucionarlo. Ahora, si piensas proyectando las soluciones desde el pasado, no arreglas nada. El mercado de la oferta es más flexible, más elástico, decimos en términos económicos. Antes un señor entraba en una empresa para 30 años, hoy no. Hoy han abierto unos almacenes nuevos en Plaza de España, grandes, magníficos. Hoy mismo habrá diez, treinta pequeñas empresas familiares de Palma que están padeciendo porque venden menos. ¿Cómo pueden estos negocios tener gente fija con esas dudas? El mercado es cambiante, así que hay que fijar unas reglas del juego que perjudiquen lo mínimo al trabajador, pero pensando que el mercado es flexible y el empresario debe poder adaptarse. La estabilidad permanente no va a ser ya posible.

-Bueno, hacia esa flexibilidad en forma de despido barato hemos ido y tampoco se ha solucionado nada, porque la incertidumbre hace que el trabajador afectado sea mal cliente?

-No, claro, sigue habiendo mucho parado, aunque es cierto que cada año va disminuyendo, también porque cada vez hay menos población activa, menos gente trabajando. Es como aquella historia de las epidemias, que dicen "parece que ya no mueren tantos, que se han salvado", cuando resulta que es que ya han muerto todos [ríe].

-Los jóvenes se están incorporando al trabajo pasados los treinta. ¿Tendrán pensión?

-En parte se incorporan tarde porque los que tienen trabajo fijo, sus padres, no están dispuestos a renunciar a su situación para mejorar la de los que entran. Aquí nadie quiere renunciar a nada. Tampoco los empresarios, que luchan por un mercado liberal, pero para quitarse trabajadores viejos y caros y contratar barato. Y el poder político, estos temas los toca con miedo, y así vamos avanzando, a ver qué pasa.

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