­Después de haberlo negado, Javier Salinas confesó ayer que tras la denuncia del marido de Sonia Valenzuela fue convocado por el Vaticano para tratar con "la Congregación de Obispos" la acusación remitida a través de la Nunciatura Apostólica en Madrid.

"Me impusieron silencio sobre este tema", fue su argumento para explicar por qué había mentido hasta ahora, afirmando que el único motivo del viaje fue hablar sobre el litigio entre la diócesis y las monjas jerónimas por la propiedad del monasterio de Sant Jeroni, en Palma. El prelado desvinculó por completo que exista una operación especulativa con este convento como trasfondo de su polémica personal.

Salinas señaló que la Santa Sede le dio "una orden de silencio", pero que ante la magnitud que ha alcanzado la polémica ésta "se rompe" ya que siente "la obligación de hablar" y defender su postura de no haber contravenido la moral de la Iglesia católica con una relación adúltera.

Monseñor Salinas no dudó en señalar al marido de Valenzuela como el responsable de que su cargo esté en entredicho: "Yo creo que es él el que está detrás", por razones totalmente infundadas, asevera.

Respecto a si está en la cuerda floja, lanzó un mensaje rotundo: "Sigo siendo el obispo de Mallorca". Hizo estas manifestaciones fuera del consejo presbiteral extraordinario, al que estaban citados todos los arciprestes y numerosos sacerdotes mallorquines. Salinas impuso una férrea ley del silencio a los presentes, en una reunión en la que logró el apoyo mayoritario, si bien hubo algunas voces críticas con su actuación.

El obispo también fue tajante cuando le preguntaron si estaba enamorado: "No". "¿Qué le parece?", espetó a la periodista.