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Hospitalización a domicilio

Paciente en tu propia casa

La unidad de hospitalización a domicilio de Son Espases acaba de cumplir su décimo aniversario con más de 4.000 pacientes agradecidos a sus espaldas - "En el hospital te atienden bien pero ¡vives en una habitación!", contrapone Javier las ventajas de ser atendido en casa y poder conciliar su enfermedad con su familia y amigos

Son las nueve y media de la mañana. Como cada día, la doctora Judith Alfaro Fajardo, internista de Son Espases, y el enfermero Justo Sánchez, supervisor de la unidad de hospitalización a domicilio, se preparan para una nueva jornada.

En esta ocasión se desplazan en una furgoneta del IB-Salut conducida por José, pero lo habitual es que esta unidad, compuesta por nueve enfermeros, tres médicos y una administrativa, recurra a los taxis para sus desplazamientos.

“Con esta plantilla realizamos nuestro trabajo los 365 días del año, sábados, domingos y festivos, de ocho de la mañana a nueve de la noche, hora a partir de la cual una posible complicación de los pacientes, muy rara porque hablamos de enfermos en una situación muy estable, es atendida por los servicios de emergencias del 061”, explica Justo Sánchez, supervisor de enfermería de la unidad. Dos médicos y tres enfermeras visitan por las mañanas mientras que otras dos profesionales de esta última categoría lo hacen en horario vespertino. La unidad llega a su primer domicilio y Justo Sánchez recoge el abundante equipamiento de la parte trasera de la furgoneta: “Trasladamos el hospital a cada casa”, se excusa.

La primera visita de la jornada es a Maria Antònia, una paciente que precisa de hidratación diaria vía percutánea y que, hasta el pasado mes de junio en que se acogió a esta unidad, tenía que acudir al hospital todos las días del año. Así se pasó cuatro largos años.

“Ahora hago vida casi normal”

“Me levantaba a las seis y cuarto de la mañana para ir al hospital de día de Son Espases porque me desplazaba en autobús. Allí estaba con la sonda puesta unas tres horas y llegaba de nuevo a mi casa pasadas la una de la tarde. Y llegaba hecha polvo, cuando se supone que recibía el tratamiento de hidratación para ponerme a tono”, rememora cómo era su vida antes de que el pasado mes de junio la unidad de hospitalización a domicilio se la cambiase. Para mejorarla.

“Ahora puedo hacer una vida casi normal, puedo coser, ver la tele, realizar cualquier actividad relajada durante las tres horas que estoy con la sonda. La diferencia es que ahora no sufro el desgaste que tenía antes por desplazarme cada día al hospital y puedo estar con mi hija de doce años por las tardes, salir a pasear con ella. Ya se ha acostumbrado a verme en casa cuando llega de la escuela. Ya que estoy mal, no cambiaría por nada esta asistencia que me permite llevar una vida lo más normal posible”, recalca una optimista Maria Antònia que no teme sufrir un empeoramiento en su domicilio porque, asegura, “les llamas y en media hora están aquí”.

La doctora Alfaro concreta que trabajan con dos tipos bien diferenciados de pacientes. Por un lado, personas mayores con varias enfermedades crónicas y que, como condición sine qua non para esta hospitalización a domicilio, han de vivir acompañadas por un familiar o cuidador que les ayude. Y por otro, pacientes jóvenes afectados por algún proceso agudo, generalmente algún tipo de infección, que prefieren recibir el tratamiento en sus domicilios antes que en una fría habitación de hospital. “Estos últimos tienen una estancia media en la unidad de seis o siete días antes del alta”, apunta Justo Sánchez. “Los pacientes atendidos en su domicilio, al recuperar su hábitat, pierden su rol de enfermos”, retoma el discurso la internista. “Psicológicamente afecta mucho estar en contacto con otros enfermos en el hospital. En tu casa sigues estando mal, pero lo llevas de otra manera”, abunda.

Además, las ventajas que reporta este tipo de asistencia son muy considerables. La doctora Alfaro las enumera. “En primer lugar, se evitan las infecciones nosocomiales (hospitalarias). En los hospitales hay muchos microorganismos que se han hecho más resistentes a los antibióticos con los que conviven. Al contrario, la flora microbiana presente en las casas no es tan inmune a los fármacos y es más fácil de combatir”.

También se evitan los denominados “síndromes confusionales”, esto es, la desorientación que padecen las personas mayores al cambiarles bruscamente su entorno. “También, al estar en su casa comiendo los alimentos a los que están acostumbrados se evitan problemas de estreñimiento que, a veces, ocasionan graves complicaciones”, añade. Otras ventajas son que los tratamientos son más personalizados y se evita el desplazamiento de los familiares al hospital así como los turnos para acompañar al ser querido y, lo que no resulta baladí en estos tiempos, el pago del aparcamiento del hospital de Son Espases.

“Desde enfermería, que hacemos el seguimiento, vemos que mejora la adherencia a los tratamientos prescritos”, añade el supervisor. “Y supone un ahorro farmacéutico porque mientras en el hospital la medicación se le pone al paciente por vía intravenosa, más cara, en su domicilio la ingiere por vía oral”, apunta Judith Alfaro, que añade que los pacientes descansan mejor en sus domicilios: “Cuando estás hospitalizado las primeras constantes te las toman a las seis y media de la mañana y las últimas a las doce o doce y media de la madrugada. Siendo atendido a domicilio puedes dormir más porque nosotros llegamos a las nueve o nueve y media de la mañana”.

Otra de las importantes ventajas de esta asistencia es que permite liberar camas hospitalarias para poder realizar más operaciones programadas con las que reducir las listas de espera así como para descongestionar las urgencias, sobre todo durante los picos asistenciales ocasionados por los fríos estacionales. Porque si hay algo que lamentan estos profesionales es que haya algunos servicios médicos que se muestren reacios a “derivarles” a sus pacientes. Excepto, claro está, cuando precisan de camas por una sobresaturación.

Preguntados por los “inconvenientes” de esta asistencia, después de pensarlo despacio, apuntan a que es necesario “seleccionar” bien a los pacientes, nunca deben ser enfermos inestables de la misma manera que han de contar con apoyo familiar. En algunos casos, pocos afortunadamente, los apoyos prometidos por la familia finalmente no se han producido y han obligado a volver a hospitalizar al paciente, lamenta la internista.

A media hora del hospital

En estos momentos, la unidad atiende en sus casas a 21 pacientes y su radio de acción es toda la población cuyo domicilio se encuentre a media hora de distancia del hospital. “Aunque somos flexibles y atendemos a pacientes de Marratxí, Valldemossa, Calvià...”, matiza la doctora Alfaro que también lamenta que esta unidad de hospitalización a domicilio sea, junto a la de Can Misses en Eivissa, la única existente en la comunidad por la que la mayoría de pacientes mallorquines y todos los menorquines no pueden beneficiarse de sus ventajas.

La siguiente visita es a Javier, un paciente que después de tres meses de hospitalización ahora recibe el tratamiento en casa y tan solo tiene que ir al hospital un día por semana para una revisión.

“Tengo que estar conectado seis horas al día pero me puedo organizar y comer con mi familia o mis amigos. Además, me siento seguro. Tuve una hipoglucemia muy fuerte que me paralizó el brazo derecho y me asusté. Llamé al teléfono que te facilitan y en menos de diez minutos estaban aquí, antes que una ambulancia”, relata entre las sonrisas de los sanitarios.

“En el hospital no estás mal atendido pero, ¡vives en una habitación! No tienes privacidad y si tienes mala suerte y te toca según qué compañero... Esto es muy diferente. Puedo hacer la compra y hacer mis gestiones antes de que vengan”, se congratula Javier, que lamenta que esta posibilidad no se ofrezca a todos los pacientes baleares, que no exista una unidad en cada hospital público de las islas que permita a este tipo de pacientes ser atendidos satisfactoriamente sin las incomodidades inherentes a toda estancia hospitalaria.

“Todos pagamos nuestros impuestos y la calidad de vida de las personas es importante”, recuerda a políticos y gestores sanitarios como colofón.

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