Ana María Bennássar, la mujer de Llucmajor que ha denunciado a Luis Rodríguez Toubes por apropiarse de todo su patrimonio, señaló ayer en el juicio que ni ella ni su marido tuvieron nunca la intención de ceder toda su fortuna al joven, como él manifestó el pasado lunes en su defensa. La mujer reconoció que firmó las escrituras de donación de las doce propiedades inmobiliarias, pero que lo hizo convencida de "que nos lo iba a devolver todo. Era para que aparentara que tenía patrimonio para poder negociar ante un banco".

Antes de que la mujer declarara, el joven concluyó ayer el interrogatorio, que se inició el lunes. A pesar de las dudas que suscita que el matrimonio de Llucmajor le regalara todo su patrimonio, sin recibir nada a cambio, el acusado quiso ayer convencer al tribunal que desde que regresó a Mallorca, tras concluir sus estudios en Inglaterra, intensificó la relación con la pareja. "Iba a visitarles casi cada día. Merendaba en su casa y salía a pasear con ellos. Les hacía todas las gestiones y les acompañaba a hacer los recados. También les asesoraba a la hora de vestir".

El joven volvió a reiterar que la decisión de cederle todas las fincas salió de la mujer. "Me decía que eran fincas que no daban más que problemas y que era mejor que me las quedara yo, antes de entregarlas al Estado". Explicó, a preguntas de su abogado Laureano Arquero, que la decisión "me sorprendió, pero claro, estaba encantado". Aseguró que los notarios que suscribieron estas nuevas escrituras, que fueron tres, los eligió Ana María. "No quería ir a uno de Llucmajor, pretendía que el tema se llevara con discreción, para que nadie se enterara".

Sobre el dinero que recibió, tanto en metálico como en talones, Luis Rodríguez insistió en que "formaba parte de la donación" y que lo dedicó al pago de impuestos y para reformar dos pisos".

Sobre la acusación de que convenció a la pareja porque estaba negociando en su nombre la compra de una casa, el joven aseguró que "esta historia no es cierta. Es incluso ridícula. Ellos podrían haber comprado solos esta casa, porque había un letrero con un número de teléfono".

Los denunciantes

Una historia muy distinta contaron los denunciantes. La mujer fue mucho más expresiva que su esposo, al que le costó contestar a las preguntas que le formularon. La esposa dejó claró que para ellos no se trató de una donación. "Era un sistema para que pareciera que tenía más poder económico frente al banco", por lo que nunca puso reparos cuando los notarios les indicó si eran conscientes del alcance de su decisión. La testigo aclaró que la relación con Luis Rodríguez Toubes no fue tan intensa como describió el joven. Desmintió que se quedara a dormir con frecuencia en su casa, como señaló el acusado. Explicó que la intención inicial era "comprar la casa pequeña" que está junto a su finca de Goronda, en Llucmajor, pero que fue Luis quien "nos convenció" para que adquirieran la otra propiedad, que era de su madre. Esta vivienda no se podía vender porque tenía una doble inmatriculación y aparecía a nombre de una empresa de Valery Karpin. "Luis era el niño guapo de la familia y nos dejamos engañar por él", insistió la víctima. Confirmó que han perdido todo su patrimonio, valorado en más de 40 millones de euros, y que si no logran recuperarlo se verán obligados a vivir en un garaje. Su marido, Juan Ferrando, explicó también, aunque con enormes dificultades debido a sus limitaciones para expresarse, que fue él quien descubrió el engaño. Vio a unos trabajadores que estaban cambiando la cerradura de la casa que pretendían comprar a través de Luis Rodríguez Toubes. "Me dijeron que estaba casa no se podía vender. Me tuve que morder la mano para no gritar. Me di cuenta que nos había engañado", declaró.

La madre acusada

Catalina Rosselló, la madre de Luis, que también está acusada, confirmó la versión de su hijo. Relató la estrecha relación familiar que mantenía con el matrimonio de Llucmajor y contó que antes de firmar las donaciones, realizó una operación inmobiliaria con la mujer. Se trató de una permuta. Ella cedía un solar en el centro de Palma y recibía dos pisos en ruinas, más un dinero en metálico. También les vendió unas cocheras situadas junto a la finca de Goronda. La acusada explicó que aceptó que las primeras donaciones se escribieran a su nombre, pese a que ello suponía que tenía que pagar mucho dinero en impuestos, porque así ayudaba a su hijo. La mujer dijo que fue la primera sorprendida cuando se enteró que el matrimonio había decidido donar todas estas finca a su hijo. Habló con la denunciante y aseguró que la notó entusiasmada por la decisión que había tomado. "Me dijo que ellos no tenían hijos y que para que sus bienes se los quedara el Estado, era mejor que los disfrutara Luis".

Por su parte, el empresario que permutó una finca con el joven, aseguró que fue Luis quien le ofreció la operación, que se realizó una hora después de firmar la cesión. Confirmó que el notario le dijo que la operación era lícita porque Luis era el dueño.