Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Ángel Gabilondo: "Cada partido tendrá que pagar sus peajes en el camino hacia la nueva política"

Ángel Gabilondo, ayer en Palma. B. Ramon

-Entre otras cosas, será recordado como el ministro que casi consiguió un pacto por la educación, ¿qué falló?

-Fue un acuerdo bastante consistente y trabajado durante muchos meses en muchos frentes y con muchos participantes y casi 150 puntos, estaba muy cerrado, pero no fue ratificado. Quedaba poco para las elecciones y esto parece que lo complicó, todo se politizó un poco mas. Por eso defiendo ir a por los acuerdos en las primeras fases de la legislatura. El objetivo era un pacto social y político y nos costó mucho lograr primero ese consenso social. Lo logramos, pero se nos hizo tarde para cerrar el consenso político definitivo. Creo que ahora se dan las condiciones para que pueda ocurrir ese pacto.

-Es optimista.

-Sí, pero no por que crea que todos los partidos hayamos hecho una transformación radical, aunque algo se ha hecho, sino más bien porque hay una enorme presión social. Las organizaciones sociales, las asociaciones... no se comprende que no haya un pacto que dé estabilidad de objetivos, financiera, normativa, legislativa. Esta demanda social incide en que los políticos hablen con más naturalidad de un posible pacto.

-Sin embargo ahora está vigente la LOMCE, que solo cuenta con el respaldo del PP y está lo más lejos posible del consenso.

-Es el contraejemplo de la idea de pacto educativo. No cuenta con el apoyo de varios partidos, se sustenta en uno con mayoría absoluta, y adolece de participación en los procesos de elaboración. Hay que empezar por ahí, pensando que una nueva ley ha de tener más consenso y más participación. La derogación en cualquier caso ha de hacerse en base a una calendarización.

-¿Se ha arrepentido en algún momento de no haber hecho caso a su hermano [el periodista Iñaki Gabilondo] cuando le aconsejó no meterse en la política madrileña?

-Mi hermano creo que se refería a algo que luego se ha precisado más; luego también dijo que alababa mucho que hubiera tomado esa decisión. Él hablaba desde una escala de valores, desde un punto de vista, el de la sensatez, pero yo luego me había dejado llevar por otros principios y valores que uno tiene y defiende. Yo entendí que me decía que no me metiera en asuntos de la vida interna de los partidos, en la burocracia política, y yo en eso ni me he metido, ni pienso meterme. A mí lo que me interesa es la política entendida como afrontar la defensa de los derechos y de una sociedad justa. Todo lo demás lo encuentro hasta aburrido.

-El conseller de Educación balear también es catedrático y entró como independiente, algo cada vez más común en la izquierda. ¿Qué aporta esa independencia?

-Reconozco a los políticos, hay gente muy valiosa que lo está haciendo muy bien desde una profunda convicción. No me gusta que lo de independiente se vea como una especie de pedigrí frente a los que han estado de siempre participando activamente. ¿Puede aportar cosas? Claro, a veces desde muy cerca se ve mal y es necesaria cierta distancia y por eso nosotros podemos aportar otra visión personal, profesional y de gestión. Algo traemos, pero éste algo hay que unirlo a lo que ya está. No hay que llegar con aires de que uno ya lo sabe todo ni que es el que aporta la frescura mientras los que ya estaban allí están acabados.

-La irrupción de Podemos se llevó muchos votantes del PSOE. ¿Cree que el partido ha conseguido recuperar parte de su brío de cara a las generales?

-Creo que ha habido un replanteamiento del alcance y el sentido de la política y del alcance de la democracia y de la participación; un cambio global de la concepción de la política y eso sí ha traído aires buenos y frescos. Los movimientos ciudadanos, el asociacionismo, el compromiso... esto es fecundo si sabemos articularlo. Cada partido tendrá que pagar sus peajes en esa actualización, en ese camino; el que no lo haga será el más perdido de todos. Si no entiendes que ha empezado una manera diferente de hacer política estás muy perdido. Podemos y otros partidos nuevos inciden en todo el espectro y el número de votantes no aumenta, así que hay una nueva distribución. Ya sabemos, primero, un cambio muy importante: que no habrá mayoría absoluta; y segundo: que quien mantenga una visión sectaria y partidista tiene mal futuro. La política a partir de ahora será negociación y consenso con aquellos que no piensan exactamente como tu.

-¿Ve posible esa política de pactos en un país como España, donde las posturas están siempre tan polarizadas?

-Habrá que cambiar la cultura, si no será ingobernable. Tendremos que aprender a vivir con los que no piensan igual que nosotros. Y de algún modo eso fue la Constitución, el encuentro de distintos modos de entender la política. Y aquellos sí que eran tiempos difíciles. Hay que recuperar ese espíritu de consenso, que sirvió para afrontar esos tiempos de un modo digno. Tendremos que serenarnos, ganar en humildad y perder en arrogancia.

-Hay quien habla de esta época como de un nueva Transición.

-Es mucho decir. A mí me gusta hablar más que de un nuevo proceso constituyente de uno reconstituyente. Me gusta la palabra reconstitución, en un sentido casi médico. Volver a coger fuerzas y recuperar ese espíritu. Ahora es un momento de pasar de unas formas de política democrática a otras nuevas, no es pasar de la dictadura a la democracia.

-En Madrid Ciudadanos pactó con el PP, tras haberlo hecho con el PSOE en Andalucía. ¿Pagó usted estas estrategias electorales?

-Eran opciones distintas. En Andalucía no había otras posibilidades de configurar mayoría; en Madrid había otros caminos, fue una elección de apoyar un gobierno que no es cualquiera, es el gobierno de Madrid y del PP. Es un apoyo muy simbólico e importante. Y ahora que hay elecciones sí quiero recordar que apoyar a Ciudadanos significa impulsar un proyecto más bien conservador.

-¿Habría pactado con C´s?

-Buscamos una mayoría, pero un acuerdo explícito con nadie en el aire... no puedo decir; no sé qué perspectiva de proyecto pudiera haber habido. Si fuera de profundización de la democracia y de regeneración, encantados, pero tenemos visiones muy distintas de la educación, de la economía... Nos parece un partido más conservador y con una idea selectiva, o alguno dirá elitista, de la sociedad. No me gusta negar mi voluntad de acuerdo, pero tampoco cegarme con las diferencias. Me gusta encontrar acuerdos con todos, la clave es marcar lo que te identifica y no renunciar.

-¿Dónde ha visto más egos e intrigas: en la universidad o en la política?

-Egos e intrigas están en el corazón de cierto tipo de personas y si te descuidas aparecen en uno mismo. Creo que en los colectivos muy grandes, y sobre todo si hay presencia pública, si uno se descuida acaba pensando que es alguien importante, de especial interés, alguien decisivo."La LOMCE es el contrajemplo de la idea de pacto. Ahora hay presión social que demanda pacto"

-¿A usted han tenido que pegarle un toque en ese sentido?

-No, al contrario, me dicen que tendría que salir más y tener una presencia más agresiva a nivel público, saltar más al ruedo.

-Una de las damnificadas de la LOMCE es la Filosofía. ¿La escuela en general cumple su misión de formar personas con espíritu crítico e ideas propias?

-Hay un problema, es un modelo de educación que busca hacer dóciles empleados en lugar de ciudadanos activos y libres. Cuando hablan de enseñar de innovación y espíritu emprendedor... no estoy en contra de eso, pero creo en contenidos con competencias y con valores y una enseñanza científica y humanística, y creo en las ciencias sociales y las enseñanzas artísticas, y el cuidado de ciertas disciplinas. Es decisivo y no está ocurriendo. Y ahí la filosofía, y no es corporativismo, es un verdadero símbolo y es un disparate marginarla. No solo en filosofía se aprende a pensar, pro el pensamiento crítico y la libertad de expresión ligada al pensamiento propio, la historia del pensamiento... hay que aprenderlo.

-Paradojas: un gobierno que recorta la filosofía acude a un filósofo, José Antonio Marina, para que le asesore. Propone pagar mejor a los buenos profesores, ¿cómo se define qué es un buen profesor?

-Me parece estupendo que un filósofo reflexione sobre la educación. Me parece que la formación y el mantenimiento de los alicientes y la carrera docente es importante y cada vez se habla más de que hay que aprender más durante el ejercicio profesional y de un sistema parecido al MIR. Me parece bien que hablemos sobre eso y lo pensemos juntos y acordemos un sistema y que preguntemos también a los docentes. Hablamos mucho de los profesores, pero es que hay hablar con ellos; es imprescindible. No habrá ninguna estabilidad en ningún plan sino se cuenta con la comunidad educativa. Soy partidario de incentivar y estimular, pero rechazo una clasificación de profesorado que evitara algo así como que todo el mundo tuviera el mismo reconocimiento. Otra cosa es que pueda haber incentivos o tramos, pero el profesor debe estar atento a la educación y debe tener estabilidad y recursos suficientes y no generarle nada que pueda crear turbación en su trabajo."Ahora hay un modelo de educación que busca hacer dóciles empleados en vez de ciudadanos libres"

-¿Cree que hay demasiados universitarios en España como dice el ministro de Educación?

-Esa frase, aislada, confunde. Es un problema más de equilibrios y de modelos: en España no hay más universitarios de lo razonable, pero si miramos en otros países los porcentajes de FP están al 50% con los de universitarios, y aquí no llegan. Eso no quiere decir que sobren universitarios, es que falta FP. Hay que ofrecer titulaciones más vinculadas a las necesidades sociales; implantarlas territorialmente; incrementar las plazas (hasta en 200.000 decimos en nuestro programa)... Pero es importante que haya gente que vaya a la universidad. En las últimas generaciones han llegado a la universidad miembros de algunas familias que nunca habían llegado.

Compartir el artículo

stats