Cuando el Govern les convocó para negociar los detalles del nuevo Impuesto de Turismo Sostenible, los hoteleros plantearon fundamentalmente tres exigencias. Uno: que el tributo no se aplicase en la temporada 2016, para la que los precios se habían cerrado ya sin calcular esta nueva carga. Dos: que se rebajasen los entre 1 y 2 euros que tienen que pagar los huéspedes de los hoteles cada noche de impuesto, con el objetivo de que se parezcan más a los del tributo catalán (que cuesta la mitad en algunos casos). Tres: que el cobro se hiciese lejos de sus establecimientos, preferiblemente en puertos y aeropuertos a la entrada o salida del turista, para no acabar siendo los recaudadores de la comunidad. Pues bien, el Govern no ha escuchado ninguna de sus peticiones. Lo logrado por los hoteleros es exactamente nada. En el impuesto no hay ni el mínimo guiño: ni rebaja del cargo, ni retraso de plazos, ni cobro en otro lugar. La negociación se convierte así en el perfecto ejemplo del poder y la influencia que tienen hoy los hoteleros con este Govern, al que plantaron cara, ya antes de llegar, con su apoyo político al PP en campaña, y al que plantan cara hoy con una estrategia de enfrentamiento constante. La última prueba la dieron ayer, cuando la reacción al anteproyecto de Ley del Impuesto de Turismo Sostenible fue anunciar la ruptura de relaciones con la Conselleria de Turismo de un Govern que les ignora.

Mientras la federación mallorquina guardaba silencio tras haber hecho muchas presiones en privado en las últimas semanas, la de Eivissa y Formentera emitía un comunicado en el que anuncian que han decidido "iniciar la desconexión" del Govern. "Lo hacemos con disgusto, pero con firmeza, y queremos explicar públicamente las razones de la total pérdida de confianza en la actual conselleria. Hay motivos muy serios", dicen. Y los detallan. "Nuestros argumentos en contra del impuesto turístico no han sido escuchados, y lo que es peor, no han sido rebatidos ni tenidos en cuenta". Concretamente, creen que el nuevo tributo perjudica su "imagen en el mercado", al hacer "responsable de nuestros problemas a quien nos da negocio y trabajo, y que ya paga todos los impuestos", apuntan, en referencia a sí mismos, antes de considerar que con el impuesto Balears le pone "una multa a los mejores clientes".

Consideran además que el tributo "beneficia a la oferta ilegal". "Por mucho que, en un ejercicio de cinismo extremo, se quiera hacer ver que también pagarán el impuesto". Según los hoteleros, el gravamen tampoco sirve para "solucionar nada": "Son 50 millones de euros que se pretenden recaudar para un presupuesto de 4.035 millones [en realidad son 4.444 millones de presupuesto consolidado de la comunidad]. Poco más del 1%. Para tan mísero porcentaje tenemos que perjudicar muy seriamente la imagen y rentabilidad de nuestra principal industria".

Cargan igualmente contra la cuantía del tributo, "el más caro de España". Los hoteleros aseguran que "perjudica con más intensidad al turismo familiar", y eso que los menores de 14 no pagan. Recalcan que perjudica las temporadas bajas, y "luego hablarán de alargar la temporada", al tiempo que reduce la rentabilidad hotelera, por tanto, la capacidad de inversión en mejoras. "Y luego hablarán de mejorar la calidad", reprochan, antes de arremeter además contra el proyecto del Govern de legalizar los alquileres turísticos en edificios residenciales, un mercado "a día de hoy fuera de control".

"Por estos despropósitos, que son dos enormes disparates, hemos decidido no colaborar con una administración que perjudicará seriamente nuestra actividad", concluyen.