Un 59% de las empresas de alojamiento turístico consideran que esta pasada temporada alta fue mejor que la anterior en lo que a buenas cifras de ocupación se refiere, mientras que el 40% restante contestó que ha sido muy similar, según recoge el último boletín de Quaderns Gadeso.

Esta alta ocupación, desigual según las zonas de las que se hable, tiene no obstante algunas características comunes. Así, creció el número de turistas de los principales mercados emisores, incluido el nacional, el gasto turístico subió ligeramente y la estacionalidad continúa siendo endémica en esta comunidad.

Y esta alta ocupación sigue sin traducirse en una mejora significativa del mercado de trabajo en el sector, aquejado de graves cifras de paro y una creciente precariedad laboral.

La oferta especializada, pese a que registró una leve mejoría de la mano de la mayor ocupación, sigue padeciendo sus tradicionales problemas de fondo, a saber, exceso de oferta, obsolescencia, escasa diferenciación del producto...

Y, como última pincelada de este desolador panorama, cabe incidir en que la rentabilidad empresarial ni mucho menos se corresponde con el aumento de visitantes en las islas.

La rentabilidad empresarial en lo que a alojamiento hotelero se refiere no ha aumentando en Mallorca en los mismos porcentajes que los de la ocupación. Respecto a la oferta especializada, un 88% de los empresarios consultados declararon que la rentabilidad de sus negocios se mantiene en los niveles de 2014, cuando hubo menos turistas.

Menorca fue, según Gadeso, la isla donde un menor porcentaje de hoteleros (un 17%) consideró que su rentabilidad en lo que alojamiento se refiere mejoró. Y solo uno de cada diez empresarios consideró que la oferta especializada en este territorio aumentó su rentabilidad en la pasada temporada alta.

Eivissa se encarama a la primera posición de rentabilidad de su oferta hotelera ya que cuatro de cada diez empresarios, el 41%, consideró que aumentó respecto a 2014. Y ocurre lo mismo en cuanto a la oferta especializada, que en esta isla se nutre de la oferta ligada a visitantes con un alto poder adquisitivo y de la oferta de ocio nocturno por la que muchas personas se desplazan.

En Formentera, la rentabilidad empresarial obtenida de los alojamientos es, como en la isla más próxima, superior a la media balear. No obstante, en esta zona sus dimensiones juegan en su contra en lo que a una excesivamente corta temporada se refiere y a la excesiva masificación que sufre durante ella. La rentabilidad de la oferta especializada experimentó un comportamiento muy similar al de la temporada anterior.

La ocupación mejora con las consecuencias que ello implica sobre la rentabilidad del negocio pero, ¿qué ocurre con el mercado de trabajo del sector? Gadeso lamenta que las dos primeras variables no hayan contribuido a una recuperación del mercado de trabajo.

Tan solo un 38% de los empresarios creen que los mejores datos de ocupación han posibilitado la creación de nuevos empleos, porcentaje que se rebaja a menos de la mitad, el 17%, en el caso de los titulares de empresas dedicadas a la oferta complementaria que declaran haber contratado a más personal.

Y por si fuera poco, estas nuevas contrataciones están adornadas por unas características nada deseables: temporalidad y precariedad.

Estacionalidad endémica

Quaderns Gadeso concluye su boletín destacando de nuevo una de las lacras que arrastra el principal motor económico de este archipiélago, la endémica estacionalidad.

Un estacionalidad que se refleja con los siguientes datos: en Mallorca, fuera de la temporada alta, tan solo se oferta una de cada tres plazas existentes, el 33% del total.

No obstante, este porcentaje es comparativamente alto con el de otras islas. Así, en Menorca tan solo hay disponibles ocho de cada cien camas de su planta hotelera, que se reducen a 5 en el caso de Formentera y se incrementa ligeramente en Eivissa, isla que en invierno tiene cerrada el 90% de su oferta de alojamiento.

Con estas cifras se comprende por qué la actividad económica del sector queda prácticamente paralizada durante el invierno con sus indeseados efectos secundarios sobre los 65.000 trabajadores fijos discontinuos.