El nuevo impuesto turístico se aplicará en Balears en 2016 sí o sí. Así que solo queda analizar el cómo. Los detalles. La letra pequeña, que puede redundar en cambios grandes y relevantes. O eso piensan los empresarios, que ayer se reunieron con la directora general de Turismo del Govern, Pilar Carbonell. Los había convocado ella justamente para comunicarles literalmente eso, que habrá impuesto turístico "sí o sí", por lo que ha llegado la hora de colaborar para acabar de diseñarlo. Y los empresarios, aceptado el trágala, se pusieron pragmáticos para intentar que el dinero recaudado financie políticas que refuercen al sector y a las empresas.

Las propuestas tienen como nexo común el afán desestacionalizador, con ideas como que se subvencione a quien abra su hotel en invierno, se ayude a quien decida adaptar su comercio o su restaurante a las exigencias de calidad modernas, o se aligere la carga tributaria sobre las aerolíneas que eleven la conectividad invernal. Es decir, que el impuesto se transforme en una derrama de euros con la que el sector pueda combatir la estacionalidad. En la misma línea van las variaciones propuestas sobre el tributo en sí, con reivindicaciones como que no se aplique el gravamen en temporada baja o que no afecte a los cruceros que llegan a los puertos baleares.

El caso de los cruceros genera un consenso absoluto en el sector: dicen que es arriesgado aplicarles el tributo, teniendo en cuenta lo mucho que desestacionalizan y la ingente cantidad de euros que dejan en la oferta complementaria. Por eso preocupan tanto. El Govern trabaja con la idea de instar a las navieras a que cobren el tributo. Las empresas luego deberían decidir cómo se lo aplican al cliente. Hay referencias cercanas. Barcelona, pionera española en la implantación de un impuesto a las pernoctaciones (tras el fallido intento balear en 2003), cobra el tributo en los cruceros. Allí no han dejado de crecer las llegadas de viajeros por mar, pero, como advierten los economistas especializados en fiscalidad ambiental y turística, es peligroso aplicar un tributo así cuando no eres único. Barcelona vende que es inimitable, y se lo compran. También lo hacen Roma, Florencia o Venecia. ¿Puede hacerlo Mallorca? Los empresarios creen que no tanto. Que hay competidores sin impuesto turístico, con climas más favorables en invierno, que pueden quedarse con las escalas de cruceros y sus millones de euros.

Dinero para todos

La preocupación compartida está relacionada con que el maná de los cruceros se capilariza mucho: los euros alimentan el negocio de comerciantes, hosteleros, arrendadores de coches, vendedores de excursiones, guías y hasta artesanos, artistas, galeristas, músicos y buscavidas ambulantes. Todos ellos ven esa fuente de ingresos amenazada. "Se pueden ir las escalas fácilmente al sur. A Valencia, Alicante, Murcia", resumía tras el encuentro Alfonso RobledoAlfonso Robledo, presidente de la patronal de restaurantes, que cree que las navieras que huyeron de la violencia del norte de África pueden marcharse de Mallorca tan rápido como llegaron.

Lo teme también el presidente de la patronal de comerciantes, Rafael Ballester, que alerta de los efectos "a medio plazo". "Ahora los cruceros no van a dejar de venir, porque no les queda más remedio, pero en cuanto se estabilice todo (con el final de los conflictos del norte de África) y se reorganicen, igual sí cancelan. Y lo sufriríamos. Cada día que atraca un crucero se nota mucho en las cajas de los comerciantes", advierte. Aunque el Govern aún no sabe ni cómo cobrar el tributo en cruceros. "Nos han dicho que a los que tienen base en Palma no se les cobrará y al resto a sí. No lo vemos claro", comenta el líder de la patronal comercial.

Similar preocupación causa el impuesto en invierno. El Govern ya lo había previsto, y de hecho el impuesto es más bajo en los meses de temporada baja. Pero aún así los empresarios creen un error su existencia en los meses de menor actividad turística. "Todos vivimos de lo mismo y desde ahora hasta marzo no hay nada. En Platja de Palma quedarán ocho hoteles abiertos, y en Alcúdia ni hablamos. Por eso estaría bien emplear la recaudación del impuesto turístico en fomentar la llegada de pasajeros en invierno o la apertura de hoteles. Si eso requiere subvenciones, adelante" resume Ramón Reus, presidente de la patronal de alquiler de vehículos.

Contra el invierno, subvención

En el detalle de esa propuesta, defendida también por hoteleros y por la mayoría de empresarios, está buscar incluso la subvención directa a quienes asuman déficits de caja por trabajar en los meses de invierno. Además sugieren aprovechar el tributo para profundizar en dos medidas ya existentes: una reducción aun mayor de las cotizaciones a la Seguridad Social de los hoteles activos en temporada baja y rebajas más grandes en las tasas aeroportuarias que afectan a rutas invernales. Ambas decisiones dependen del Gobierno del Estado, pero Balears podría actuar por su cuenta con el dinero que aporta el nuevo tributo. "No tiene sentido que pidamos al Estado que nos aplique rebajas fiscales de ese tipo en invierno para luego nosotros suplir eso con un nuevo impuesto autonómica", reflexiona Ballester, de los comerciantes, que se expresa con palabras casi idénticas a las del líder de la restauración y el de la patronal de alquiler de coches.

A todas estas ideas se suma otra más publicitada: que la recaudación del impuesto turístico vaya a promoción del destino. Es lo que ha hecho Barcelona con su impuesto. El resultado es que su imagen internacional mejora mes a mes, tanto por promoción directa como por inversiones para darle visibilidad a la ciudad por vías tan dispares como la inclusión de la urbe en películas de Hollywood o su aparición en reportajes servicios a través de medios de comunicación de todo el mundo. Por todo ello los empresarios insisten en que el uso del dinero recaudado se decida en una comisión en la que participen las distintas ramas del turismo. Habrá impuesto, asumen todos, la cuestión ahora es que el sector sea capaz de sacar tajada de él.