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Entrevista

Hermann Ribera: "Nuestras técnicas son menos dolorosas y más efectivas que las grapas de Kovacs"

El anestesiólogo Hermann Ribera, jefe de la unidad del dolor de Son Espases, posa en las dependencias del hospital de referencia. Huse

-Básicamente, ¿a qué se dedica?

-A tratar tanto el dolor agudo postoperatorio como el dolor crónico se produzca donde se produzca este.

-También se ocupa de los pacientes con fibromialgia, una enfermedad ante la que muchos profesionales se muestran escépticos...

-Sí, están en cierta manera estigmatizados porque cargan con el sambenito de mostrarse reacios a los tratamientos. Por eso pululan por el sistema sanitario deambulando desde Atención Primaria a especialistas como traumatólogos, reumatólogos...

-Hablemos de las técnicas que utilizan en la unidad del dolor de Son Espases. ¿En qué consisten los tratamientos de radiofrecuencia?

-La radiofrecuencia consiste en inhibir la trasmisión del dolor mediante calor. Se realiza mediante punciones percutáneas con las que, en vez de inyectar fármacos, se pone calor hasta que deja de doler. Por decirlo de una manera más sencilla, el nervio que provoca el dolor queda "lesionado" por ese calor y se trata de una estructura que se regenera muy lentamente por lo que el dolor puede desaparecer durante largos periodos.

-¿Durante cuánto tiempo?

-Puede oscilar entre los seis meses y los tres años. Se usa en la rizolisis lumbar y básicamente se trata de quitar sensibilidad a los nervios que causan dolor mediante calor.

-¿Es un tratamiento caro?

-Las agujas que se emplean sí son caras, unos 120 euros por unidad.

-¿Y cuántas emplean?

-Una por cada nervio sobre el que se actúa

-¿Para qué dolores está indicada esta técnica?

-Para el dolor en los hombros, artrosis de rodilla y de cadera, dolores ciáticos, de cabeza y torácicos y para la lumbalgia crónica, entre otros.

-Entre las terapias que ofrece su unidad también se encuentra la neuroestimulación. ¿En qué consiste esta técnica?

-Consiste en colocar cables eléctricos en las estructuras nerviosas que provocan dolor. Este estímulo provoca un hormigueo que atenúa el dolor, se trasmite al cerebro e inhibe la sensación dolorosa. Es algo parecido a masajear el hueso del codo tras un golpe. El masaje disimula la sensación de dolor. Esta corriente tiene algo que ver con los opiáceos endógenos, que son como unos derivados de la morfina propios, generados por nuestro propio organismo ante el dolor.

-¿Para qué utiliza la neuroestimulación?

-Para los síndromes de raquis postquirúrgicos, para aquellos dolores lumbares o ciáticos que persisten después de que el paciente se haya sometido a una o varias cirugías lumbares.

-También ofrecen bombas intratecales contra el dolor crónico...

-Sí, pero se trata del último recurso y recurrimos a él cuando el paciente no responde a ninguno de los tratamientos de los que hemos hablado, ya que su colocación requiere pasar por el quirófano. Consiste en implantar una bomba bajo la piel, en la región abdominal, que suministra pequeñas dosis de morfina a la médula espinal a través de un catéter también colocado bajo la piel.

-¿No resulta peligroso implantar una bomba que dosifica morfina de forma intermitente?

-No porque se trata de dosis cien veces más bajas que las que se suministran por vía oral, por lo que se reducen ostensiblemente los efectos secundarios del medicamento. Además, aumenta su efectividad porque se administra directamente sobre el foco causante del dolor, la médula espinal."Con la radiofrecuencia quitamos el dolor mediante calor, restando sensibilidad a los nervios que lo causan"

-¿Ven a muchos pacientes en su unidad?

-A unos cien nuevos cada mes aparte de las cerca de 4.000 segundas o sucesivas visitas que atendemos cada año. Desde que se cerró la unidad de dolor del hospital de la Cruz Roja en la pasada legislatura, nuestra actividad ha aumentado un 150% entre los años 2010 y 2015, desde el traslado a Son Espases.

-¿Quién decidió el cierre de esta unidad?

-Creo que fue Juan José Bestard (efímero exdirector general del Servei de Salut al comienzo de la pasada legislatura). En ella trabajaba el doctor Rafael Salazar, actual jefe del servicio en el hospital de Inca y la persona que montó, junto al doctor José María Cano, la primera unidad del dolor en Balears, en el hospital General en el año 1986.

-¿De qué recursos dispone?

-Nuestro equipo lo conforman seis médicos, tres enfermeras, dos auxiliares de enfermería, una psicóloga y un auxiliar administrativo. No obstante, de los seis facultativos cuatro suelen estar en quirófano o entrando o saliendo de alguna guardia, de manera que solo quedamos dos operativos, uno para consultas y otro para los tratamientos ambulatorios."Las bombas interatecales las usamos para suministrar pequeñas dosis de morfina a la médula espinal"

-¿Cuentan con unidades de dolor todos los hospitales públicos de las islas?

-Todos excepto Can Misses.

-¿Es cierto que el nuevo hospital de referencia de las Pitiüses carece de este servicio?

-Sí. Y es una vieja reclamación de sus pacientes, a los que nos derivan aquí. Muchos de ellos tienen que viajar para recibir el tratamiento y volverse a ir el mismo día, todo a cargo del Servei de Salut. De la misma manera, para tratamientos más largos, de diez días de duración por ejemplo, en lugar de darles asistencia ambulatoria durante la terapia, como hacemos con nuestros pacientes mallorquines, tenemos que ingresarles por esos periodos en el hospital.

-¿En qué estado llegan?

-En un estado de desesperación notorio, ya que han pasado por muchos recursos asistenciales y llegan con unas condiciones emocionales muy deterioradas.

-¿Qué opina de la neurorreflejoterapia que ofrece la Fundación Kovacs?

-Que tiene un nexo de unión con la neuroestimulación y con la teoría de la Puerta de Entrada que desarrollaron en 1965 Melzack y Wall para explicar fenómenos relacionados con el dolor. Viene a defender que enviando un estímulo nervioso al cerebro se puede inhibir la sensación del dolor. Es como si al rascarnos cerca de donde acabamos de sufrir un pinchazo se inhibiera la sensación de dolor que llega al cerebro.

-¿Sabe que el IB-Salut acaba suspender la derivación de pacientes a la Fundación Kovacs ?

-Sí.

-¿Podrán asumir las diferentes unidades de dolor públicas la asistencia de sus pacientes?

-Sí, aunque habrá que dotarles de más recursos económicos y humanos. Calculamos que en nuestra unidad veremos a unos veinte o treinta pacientes al mes que antes iban a Kovacs.

-¿Pueden reemplazar satisfactoriamente las técnicas de las que hemos hablado a la terapia de grapas que propugna el doctor Kovacs?

-En líneas generales, sí. Nuestras técnicas son menos dolorosas y más efectivas que las grapas de Kovacs. Además, estamos hablando de terapias y procedimientos basados en la evidencia científica.

-Si la técnica de grapas es tan buena y efectiva, ¿por qué no está incluida en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud?

-No lo sé, habría que preguntárselo a los que autorizan qué terapias se dan y cuáles no. No quiero entrar en conflicto con nadie, si bien es cierto que entre la comunidad médica se da una importante falta de credibilidad hacia las técnicas de Kovacs.

-¿Qué porcentaje de éxito debe cosechar un tratamiento para que sea considerado eficaz?

-En tratamientos basados en la evidencia se considera que son eficaces aquellos que alivian y mitigan el dolor en un cincuenta por ciento de los casos.

-¿Y qué tasas alcanzan las grapas de Kovacs?

-La propia Fundación habla de unos porcentajes de éxito con su terapia de entre el 80% y el 90%, que son unos resultados excelentes. Lo que no hay que descartar en estos espectaculares resultados es que muchos pacientes mejoren por un efecto placebo.

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