El retiro dorado que José Ramón Bauzá vive en Madrid puede truncarse el primer trimestre del año que viene si los que le derrocaron se hacen con el poder del PP balear. De ganar el congreso extraordinario Biel Company y tener el control del partido -su gran ambición-, el sector sublevado que él lidera tiene una meta: romper con el legado del expresidente y tratar de recuperar al electorado de centro-regionalista en 2019.

La estrategia que barajan los seguidores del exconseller -al menos una parte, ya que se lleva en cierto secreto- pasa por forzar la dimisión de Bauzá como senador autonómico para colocar en su lugar a Pere Rotger, uno de sus baluartes. Con la medida pretenden que se visualice una ruptura absoluta del nuevo régimen con el legado 'bauzanista', y recuperar a los agraviados.

Salida equivocada

Desde que Bauzá fue depuesto, cada vez son más voces internas las que critican que se le hubiera permitido irse al Senado. "Fue un error en primer lugar para él, porque después de la debacle electoral [del 24M] José Ramón tenía que haberse ido a su casa; quizás luego el tiempo le hubiera terminado dando la razón. Y fue un error para el partido, porque ahora está dividido y su permanencia en Madrid lastra la imagen de las siglas", reflexiona un ex alto cargo del anterior Govern.

"Quizás es cierto que nos lo tendríamos que haber 'cargado' del todo, pero quitarlo [de presidente] no fue nada fácil, y cuando al fin vimos que era posible tumbarlo, ya nos dimos por satisfechos; era lo prioritario", rememora la rendición un destacado miembro del sector crítico.

Hasta hace poco, la consigna más extendida en el PP era 'el mal ya está hecho, miremos hacia el futuro'. Pero ante la guerra abierta por el mando, crecen el número de populares que reclama pasar página del todo con la era Bauzá. Solo así el PP balear tendrá una posibilidad de remontar, defienden.

Así las cosas, se ha planteado una maniobra para desbancar a Bauzá de su escaño. No es tarea fácil, ya que el senador autonómico lo elige el Parlamento balear, que no contempla la revocación del nombramiento. Solo señala que en caso de vacante, "la persona sustituta ha de ser propuesta por el mismo grupo parlamentario que había propuesto la persona antecesora". Es decir, de entrada parece que los 20 diputados del PP no podrían impulsar la destitución de Bauzá como senador, pero en caso de que éste renunciara a la fuerza, la bancada popular sí conseguiría colocar a Rotger en su lugar. Es de suponer que la izquierda prestaría sus votos para finiquitar lo que queda de su enemigo Bauzá.

A los urdidores de la maniobra no les quita el sueño que éste oponga resistencia. Más que Bauzá termine cediendo y dimita, lo importante es que la sociedad vea que su propio partido le da la espalda y marca una línea roja con todo lo que él representa. De todos modos, un Bauzá aferrándose al cargo en contra de sus correligionarios en las islas tendría difícil seguir.

Rotger tiene "unas ganas bárbaras" de ir al Senado y quitarse la espina de haber tenido que dejar la primera línea política por su imputación en un caso de corrupción municipal en Inca. El exalcalde no se cansa de repetir que su desimputación es cuestión de días, y se postula para encabezar la candidatura por Balears a la Cámara Alta en las generales del 20D.

No obstante, le ha surgido un escollo. Miquel Ramis pretende el puesto después de saberse desplazado como cartel electoral al Congreso de los Diputados por Mateo Isern, al que los críticos avalan. De fructificar las maniobras anti Bauzá, los críticos contentarían a Ramis, que podría continuar otros cuatro años en Madrid, y a Rotger en unos meses, ocupando la vacante de Bauzá.

La segunda parte del plan, desvelan fuentes del PP, se completa suavizando el código ético que impuso el ahora senador antes de las elecciones autonómicas de 2011, en todo lo relativo a las imputaciones.

El expresidente del Govern hizo bandera de la regeneración, y vetó a todos los cargos populares imputados de ir en las listas. Ello supuso que en las pasadas elecciones los exalcaldes populares de Vilafranca y Alaró tuvieran que presentarse en marcas blancas del PP, para burlar la normativa.

El partido hizo la vista gorda al incumplimiento de los estatutos, y no expulsó a Montserrat Rosselló ni a Joan Simonet, pese a encabezar una candidatura de otro partido. La anuencia del aparato quedó al descubierto. En cambio, el exalcalde del PP de Pollença, Tomeu Cifre, fue 'represaliado' por ser uno de los más rebeldes contra Bauzá.

Los críticos no quieren que se repitan estas situaciones, y para ello propondrán rebajar las exigencias del código ético, de modo que solo los imputados por casos graves de corrupción serán apartados del cargo público. Los encausados por temas administrativos -como Cifre o Simonet- podrán seguir ejerciendo sin problema.

Para justificar la rebaja ética se aferran a la propia incoherencia de Bauza, quien durante sus cuatro años de mandato aplicó el código ético a su conveniencia, en función de su afinidad personal con el imputado.