Se llama Laura García de Carlos y se ha convertido en la primera reservista voluntaria española. Es navarra de nacimiento y médico intensivista en el Hospital de Inca desde hace siete años, casada y con dos hijos de 9 y 5 años. El pasado 24 de septiembre regresó de Afganistán, donde ha permanecido durante 66 días trabajando en el hospital Role 2, que gestiona en contingente español en Camp Arena, en Herat.

El comandante general de Baleares, Fernando Aznar, la recibió ayer en el palacio de La Almudaina y allí le contó su experiencia y la razón por la que decidió convertirse en reservista voluntaria.

Como relató, el gusanillo de ingresar en el Ejército le despertó en Sevilla, participando en una reunión de los servicios de emergencias , voluntarios de varias administraciones y de la UME (Unidad Militar de Emergencias). Allí conoció a otro intensivista como ella, el teniente coronel Leyva, quien le explicó la figura del reservista voluntario, dado el interés que ella mostró por la disciplina militar y por participar en misiones en el exterior con las Fuerzas Armadas.

Presentó su currículo, consiguió una de las dos plazas que ofertaba la convocatoria y tras realizar la formación militar básica en Jeréz de la Frontera, solicitó el destino de mayor riesgo que ella consideraba, Afganistán.

Según su relato, del hospital Español en zona de operaciones le impresionó lo perfectamente equipado que estaba. Por suerte, durante su estancia, sus conocimientos de médico intensivista no los tuvo que aplicar en profundidad a españoles, italianos, norteamericanos y afganos, que eran sus usuarios, aunque semanalmente realizó un par de simulacros.

Lo que más echó de menos en estos dos meses fue a la familia. A diario hablaba con ellos. Su hijo pequeño, de cinco años, pensaba que ella estaba en un hotel. La mayor, de nuevo, no lo llevó mal, lo que le daba tranquilidad. El que uno de sus compañeros en el Role 2 le dijera:"Estaría contigo en cualquier sitio", la llena de orgullo. Para el Ejército, eso da una idea de su competencia profesional y de su humanidad, al haber dedicado dos meses de su vida a ayudar, desinteresadamente al Ejército, dejando atrás a su familia y comodidades diarias.