La Infanta tirará los dados el primer día de vista del caso Nóos y rezará para que le salga el seis doble y no tenga que sentarse más en el banquillo de los acusados.
Otros encausados, como Diego Torres, el antiguo profesor y exmano derecha de su marido Iñaki Urdangarin, lo tienen peor, pero estos también confían en la suerte.
La lotería del caso Nóos se jugará en enero, después de Navidades, y doña Cristina sueña con que el gordo sea madrugador y su cuestión previa sobre la doctrina Botín sea dirimida nada más comenzar el juicio. Si la Audiencia decide aplazar a la sentencia el análisis de las cuestiones previas será un mazazo para la hermana del Rey, que deberá desplegar todas sus dotes persuasivas para convencer al tribunal que ella era menos que un florero en Aizoon y nunca ayudó a su marido a defraudar a Hacienda.
La vista oral del proceso del siglo se nos echa encima. Dos puentes, dos mazapanes y ya estaremos en enero. A juzgar.
El problema de este juicio es que casi el cien por cien de la historia ya ha sido contada y en ocasiones hasta dos y tres veces.
Habrá, no obstante, sensaciones nuevas y momentos únicos, como la declaración de doña Cristina y su reacción ante las preguntas de algodón del fiscal y la abogada del Estado o las puyas de Manos Limpias.
No estará Castro para destacar las sombras que pesan sobre la exduquesa de Palma, ni Gómez Reino para hornear la masa y cocer el pastel.
La letrado de Manos Limpias estará sola ante el peligro cuando pida la condena para la hermana del Rey, que nunca volverá a ser la misma tras pasar las calmas de enero en una sala de vistas.
