La disolución del bipartidismo no ha provocado una zozobra a los votantes, a traducir por vocaciones indecisas. Tres de cada cuatro encuestados en el sondeo postelectoral del CIS en Balears tenían orientado de antemano el sentido de su voto, o la opción por la abstención. No les asustó ni el abandono de su nicho tradicional ni el balance electoral de su rebeldía.

Entre los vacilantes, la duda más extendida se registra en la franja entre Ciudadanos y el PP, una zona donde los combates se recrudecerán en las generales. Prácticamente un diez por ciento de los dubitativos bailaron entre ambas fuerzas. Este hecho apunta a que la formación de Albert Rivera ha ingresado en el imaginario colectivo en el seno del centro derecha.

La ubicación se refuerza al solicitar a los encuestados que sitúen a Ciudadanos en una escala de uno a diez. El PP predomina en la zona radical de derechas, 8 y 9, Rivera se queda en el conservadurismo moderado, 6 y 7. Por tanto, en el futuro se disputarán el mismo espacio, porque apenas se registran dudas entre los votantes de ambos partidos y el PSOE.

El corrimiento de Ciudadanos hacia la derecha neta, en la estimación de los sondeados, rebajará la tensión en la segunda frontera más competida del electorado balear, que opone a Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ocasionó problemas de discernimiento a un 7,5 por ciento de los indefinidos. Supera a la zona caliente entre Podemos y PSOE, que ocupó al 6,8 por ciento.

Ciudadanos solo obtuvo dos diputados sobre 59, defraudando las expectativas. Por tanto, un partido que generó un notable ruido a su alrededor, no ha traducido este zumbido en votos. La baja puntuación de su cabeza de lista, Xavier Pericay, obliga a plantearse si hubiera disparado su cosecha con una figura más atractiva. Entre los emergentes, y siempre según el CIS, tampoco Jarabo aumentó el potencial de Podemos. Ahora bien, solo dos fuerzas en toda la historia habían coronado la cima de los diez escaños.

La personalización de las elecciones traducida por el CIS muestra que Balears no contó con el tirón de una Ada Colau o Manuela Carmena, pero sí con un claro enemigo a batir. Bauzá, de nuevo.