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Entrevista

Jorge Dezcallar: "A Obama le falta instinto asesino, es un poco demasiado buena persona"

"El 11-M pensamos que fue ETA porque sabíamos que odiaba a Aznar y quería amargarle su salida"

Jorge Dezcallar: "A Obama le falta instinto asesino, es un poco demasiado buena persona" manu mielniezuk

-Siempre ha dicho que la lectura de Salgari influyó en su decisión de dedicarse a la diplomacia. Mencióneme algún personaje de este escritor que no sea el archiconocido Sandokán.

-(Risas) Yáñez, el corsario negro, la perla de Labuán, el cazador de cabelleras... Había muchísimos. He buscado uno por uno todos los libros de la colección Calleja en mercadillos de viejo de Madrid, Buenos Aires, México o Bogotá hasta conseguir la colección completa, que conservo en Lisboa. Son más de cien. A mí me gustaba mucho Salgari porque era más fácil de leer que Julio Verne, que a mis ocho años me parecía un tío más complicado. Ahora sin embargo me aburre, me parece muy infantil. Pero en ese momento Salgari me abrió los ojos a otros mundos, a otras realidades.

-¿Es cierto que su tío Guillermo Nadal también pesó en su decisión?

-Sí. Tuve la suerte de que mi tío Guillermo era embajador en la India y cuando venía a casa mi padre me dejaba quedarme un poco más despierto para que le escuchara. Él era consciente de mi atención y se lucía contándome que se iba a cazar tigres a lomos de elefante o que cada comensal encontraba una esmeralda en su servilleta al desplegarla. Aquellas historias me ponían los ojos como platos y ya entonces decidí que quería ser como él porque pensaba que mi tío estaba viviendo lo que Sandokán contaba. Eso fue básicamente lo que me impulsó a salir de esa Mallorca de los años cincuenta que era muy limitada.

-¿Qué hizo para conseguir realizar su sueño?

-Sabía que necesitaba los idiomas para moverme por el mundo y me interesé por aprender francés e inglés, que hablo bien. Luego hubo otras influencias como el diplomático Enrique Larroque, amigo de mis padres, que lo que hizo fue dirigirme en mis lecturas. Me enseñó a diferenciar la realidad de la ficción con Platón y el mito de la caverna. Me hizo leer libros terribles como El Concepto de la angustia de Søren Kierkegaard. Me abrió otros horizontes intelectuales. Pero, en definitiva, yo tenía muy claro ya desde los 12 años que quería ser diplomático.

-¿Cómo lo consiguió?

-Yo estudiaba en Palma en el colegio San Francisco y cuando mis padres se fueron a vivir a Madrid, en una marcha un tanto repentina, me metieron en el colegio de huérfanos de la Armada ya que mi padre era marino. Pero lo tuve que dejar porque yo era el único alumno que quería hacer letras, todos estaban allí porque querían ser marinos. Así que con 14 años me fui al Ramiro de Maeztu para hacer el bachillerato de letras. Luego hice Derecho y cuando lo estudiaba me volcaba más con el derecho internacional público y privado que en el derecho penal. Lo hice todo: orientaba mis lecturas, por las tardes estudiaba inglés en el Instituto Británico, estudiaba francés con mi tío Gonzalo Valicourt en Palma...

-En definitiva, lo tenía muy claro...

-Sí. Orienté mis estudios hacia la diplomacia porque lo tenía muy claro y eso es una bendición hoy en día en el que hay tantos jóvenes desorientados que no saben muy bien qué deben hacer. Tenerlo claro fue una suerte pero luego que encima no me decepcionara, ya solo se puede calificar como un lujo.

-¿Recuerda todos los destinos de su carrera? ¿Me los puede enumerar?

-Empecé en la secretaría general técnica del Ministerio, donde me aburría muchísimo. Era jefe de organización y métodos. Y nunca supe qué era aquello. A los seis meses pedí el traslado y me mandaron a Polonia, donde pasé dos años muy interesantes, de 1972 a 1974, porque fue un momento de ilusión y de apertura dentro de lo que era el régimen comunista. Pasé de la dictadura de España a la dictadura comunista de Polonia hasta que me fui a Nueva York y allí, de repente, descubrí lo que es vivir en libertad. ¡ Y era una sensación tan estupenda que no me lo podía creer! Allí pasé 4 años como agregado cultural durante los cuales murió Franco, lo que provocó que España se pusiera de moda. Nueva York me abrió los ojos a un mundo que no había conocido.

-¿Y de allí?

-Me fui a Uruguay, donde volví a vivir otra dictadura militar, esta vez liderada por Gregorio Álvarez. Fue una época terrible porque en Argentina y en Paraguay había otras dictaduras y la juventud estaba muy reprimida. Por otra parte, me sentí como un gran potencia porque la oposición política admiraba nuestro proceso de transición a la democracia. De ahí volví a España y me destinaron a la dirección de cooperación internacional, pero en aquellos tiempos, 1982, había poco dinero para cooperación. A los seis meses me fui al departamento internacional de La Moncloa, en la época de Calvo Sotelo.

-¿Cómo valora este primer trabajo cerca de la presidencia?

-Fue muy bueno porque tras estar diez años en el extranjero y regresar y colocarme en la presidencia del Gobierno me permitió tener una visión muy de conjunto de lo que pasaba en España, de nuestros intereses y de nuestros objetivos. Trabajar cerca de un presidente siempre es muy atractivo. Y Calvo Sotelo era, como siempre he dicho, el presidente más culto que ha tenido la democracia española y trabajar con él fue muy enriquecedor para mí. Luego, ya con González, fui subdirector general de África del Norte, una subdirección muy importante para Exteriores porque de África del Norte siempre nos vienen muchos problemas. Luego me hicieron director general para África y Oriente Medio, cargo en el que pasé ocho años pateándome un montón de países.

-En aquellos tiempos se celebró la conferencia de paz de Oriente Medio en Madrid...

-Sí, en la que me impliqué mucho. Fue una época en la que trabajé con los ministros Fernández Ordóñez, Javier Solana y Abel Matutes. Todos me pedían que me quedara y al final lo hice durante doce años. Luego, ya en la época de Aznar, me nombraron embajador en Marruecos...

-¿Por su amistad con Hassan II?

-Bueno, yo había estado once años trabajando con temas de África del Norte. Y cuando llegué a Marruecos, en la sala de autoridades del aeropuerto, una zona en la que entraban y salían ministros del Gobierno marroquí, todos los que me encontré me saludaron muy efusivamente por mi nombramiento. Ya los conocía a todos y esto provocó el asombro del personal de la embajada que había ido a buscarme. Yo ya conocía muy bien Marruecos cuando llegué de embajador. Es un país fascinante y disfruté de la embajada durante los cuatro años ya que allí siempre tienes temas importantes en las manos. Todos son temas candentes, temas que te pueden estallar en cualquier momento, algo muy gratificante.

-Y de allí a convertirse en el primer civil en dirigir el servicio de espionaje español...

-Sí, donde estuve tres años. Llegué un mes antes del 11 de septiembre y me fui un mes después del 11 de marzo. Fue una época muy turbulenta por el incidente de Perejil, la guerra de Irak, los atentados de Casablanca, con los muertos nuestros (asesinato de siete agentes del CNI en Irak), con el 11-M. Fue una época muy dura y, al mismo tiempo, fascinante. Guardo muchos amigos allí y tengo un gran respeto por la labor del Centro Nacional de Inteligencia. Al día siguiente del atentado en el que murieron siete agentes del CNI en Irak tenía más de 300 solicitudes sobre la mesa para reemplazarles, para ir a un lugar tan peligroso como Bagdad. Me impresionó mucho su patriotismo y su sentido de Estado. Fue un honor dirigir a esta gente.

-¿Qué estaba haciendo?, ¿cómo se enteró de los atentados del 11-M?

-Me estaba afeitando con la radio puesta y dieron la noticia al mismo tiempo que se puso a sonar el teléfono. Todo de golpe.

-¿Cuál fue su primer pensamiento como máximo responsable de los servicios de inteligencia?

-Que cómo era posible que nos hubiera pasado eso porque a ETA la conocíamos muy bien. Se nos podía colar un etarra pero para un atentado de esas características se necesitaba a mucha gente y no nos podíamos creer que nos hubieran metido a tantos porque los teníamos muy filtrados y los conocíamos muy bien

-¿Su primer pensamiento fue que había sido ETA?

-Ya desde un primer momento a mí me olió a islamista y así se lo dije a mi mujer. Yo no me acordaba pero ella me lo recordó después. Pero luego, en el CNI, en un primer momento, llegamos a la conclusión de que había sido ETA. Por muchas razones. Porque 11 días antes se había detenido una furgoneta con 500 kilos de explosivos cerca de Madrid. Porque ETA había dicho que quería amargar la salida de Aznar del Gobierno. ETA ya intentó matar a Aznar y le odiaba porque le había declarado una guerra total que yo admiro porque ha sido la que ha conducido al fin de la banda. Porque ETA había intentado el año anterior el mismo procedimiento en Baqueira y no lo habían logrado. Y luego porque estábamos obsesionados con ETA, esa es la verdad. Y el islamismo era nuevo en nuestro mundo, nunca había atentado en nuestro país.

-Luego, el Vaticano. ¿Por qué?

-Porque había llegado al CNI desde una embajada y quería regresar a otra embajada para que nadie pensara que me aprovechaba de mi paso por el CNI. Tuve varias ofertas para trabajar en empresas privadas que rechacé. Cuando me ofrecieron la Santa Sede pensé que trataba de un retiro honorable pero la política de Zapatero la convirtió en otra embajada fascinante, porque teníamos una pelotera diaria. Allí estuve poco tiempo por razones personales (falleció su mujer y tuvo que regresar a Madrid por sus hijos). Entonces acepté un trabajo privado con Repsol, compañía que me nombró director de relaciones internacionales en el momento en que me ofrecieron la embajada de Washington. Y como la cabra tira al monte...

-Se fue a Estados Unidos.

-Sí y llegué en el momento en que Obama se convirtió en presidente del país...

-Pero, ¿no coincidió con Bush?

-Sí, le presenté mis credenciales a él y estuve tres o cuatro meses con él como presidente.

-¿Y las relaciones no fueron tensas?

-Sí, pero conmigo fue muy cordial. Era un hombre muy campechano con los modales típicos del midwest americano, muy simpático. Lo que pasa es que él estaba muy dolido con Rodríguez Zapatero, no con España ni conmigo.

-¿Por qué?

-Por la retirada de las tropas de Irak. No por la retirada, como él decía, sino por la forma en la que se hizo. Bush entendía que la salida de las tropas de Irak estaba en el programa electoral de Zapatero pero consideró que su ejecución fue precipitada y puso en riesgo la vida de soldados norteamericanos al dejar un hueco logístico y militar en el frente que tuvieron que rellenar a toda prisa provocándoles muchos problemas. Eso le molestó mucho. Eso y que no se levantara al paso de la bandera norteamericana en el desfile del 12 de octubre.

-¿Por qué cree que actuó así?

-Con ese gesto Zapatero pretendía demostrar su desacuerdo con la guerra de Irak, no ofender a los norteamericanos. Pero ni estos ni nadie lo interpretó así. Todo el mundo pensó que no respetaba la bandera y esto especialmente grave en un país en el que todos los niños antes de entrar en clase hacen el juramento a la bandera. Esto en España no lo entendemos porque hemos descentralizado hasta el patriotismo y a mí esto me da pena porque pienso que ser un poco patriota es bueno. En definitiva, ese gesto molestó mucho tanto a republicanos como a demócratas.

-¿La llegada de Obama fue la que destensó las relaciones entre EE UU y España?

-Sí, con su llegada las relaciones se pudieron normalizar aunque yo sigo echando de menos que Obama venga a España. Han pasado 8 años y aún no ha venido.

-Desmitifique alguna creencia arraigada sobre Obama.

-Obama fue recibido con unas expectativas muy irreales. Se pensaba que por ser un presidente negro lo iba a cambiar todo. A Obama quizá le falta instinto asesino en su relación con el Congreso estadounidense, que se le ha subido a las barbas. Obama es una persona que siempre intenta dar la mano, llegar a un acuerdo y no se da cuenta de que hay gente que no quiere llegar a un acuerdo contigo. Tendría que ser más malo, es un poco demasiado buena persona.

-¿Con quién se queda entre Felipe González, Aznar o Rodríguez Zapatero?

-Siempre he dicho que con González, pese a que es el presidente con el que he tenido menos relación. Del que he estado más próximo ha sido de Aznar, que no es una persona de trato fácil, todo el mundo lo sabe. Al contrario, Zapatero es una persona muy simpática. Pero de los tres el más completo es González.

-Cuénteme algunas anécdotas de su relación con estos tres presidentes.

-¿Y con Calvo Sotelo?.

-Sí, también, el gran olvidado.

-Y es injusto. Era muy culto pero tenía una gran dificultad para las relaciones personales porque era muy tímido. Y es muy importante ser carismático en política como era Suárez. Recuerdo que en 1976 vino a Nueva York y yo, que por entonces era el último mono, salí de la reunión pensando que Suárez había ido a Nueva York exclusivamente para saludarme a mí. Es como Clinton. Y González también. De este recuerdo una entrevista a la que le acompañé con Slobodan Milosevic y de Aznar una cena mágica en Marrakech. De Zapatero recuerdo su participación en el día de la oración en Washington. Él, que no era muy creyente, leyó un pasaje de la Biblia que hacía referencia a que había que pagar al trabajador y se le notó bastante que no creía.

-Vamos con la política local. ¿Qué futuro le augura a este tercer pacto de progreso?

-Es el resultado de la votación de los ciudadanos. Lo que veo es que resulta más fácil ponerse de acuerdo en derribar al PP que ponerse de acuerdo en hacer un programa común, porque son grupos políticos con intereses dispares. Y los primeros roces ya se han producido con los nombramientos. Y sinceramente deseo que se pongan de acuerdo por el bien de Balears.

-¿Está de acuerdo con el cobro de una ecotasa?

-Sí, me parece muy bien, siempre que se use bien, que sea finalista. Mira que he pateado el mundo y hay pocos lugares tan bonitos como este trozo de costa desde Banyalbufar a Sóller. No entiendo la política de traer cada año a más turistas en vez de menos y de mayor calidad para preservar este paraíso.

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