Una testigo desveló ayer ante el juez que investiga el caso Picnic la red que creó la desaparecida Unió Mallorquina (UM) en Palma para captar votos de gitanos. La declarante también acusó a la exedil de UM en Cort Cristina Cerdó de intentar sobornarle con 60.000 euros para beneficiar a Miquel Nadal y arruinar políticamente a Mateu Cañellas, conseller de Deportes en el Govern Antich.

Una antigua peluquera de Palma, viuda y jubilada declaró ayer como testigo ante el juez Pedro Barceló, que investiga una presunta trama de desvío de fondos públicos para favorecer electoralmente a UM entre 2003 y 2010.

La mujer narró que en esos años fue la responsable de siete u ocho barriadas de la ciudad, entre ellas el Coll d’En Rebassa; Plaza Serralta y Foners. Ella hacía el trabajo de campo y por encima había dirigentes del partido que se repartieron la ciudad por zonas.

La declarante estableció fuertes vínculos con la comunidad gitana y llegó a ser vicepresidenta de la Asociación Romaní.

Ayudas sociales y no votos

En esa entidad llegaron a estar censados entre mil y mil quinientos gitanos, cuyos votos pretendía el desaparecido partido nacionalista. “Yo no hacía tareas de publicidad o propaganda para UM, me dedicaba a ayudar a estas personas en lo que necesitaban: ropa, comida, leche para los niños pequeños, actos sociales, etc”, defendió la expeluquera.

La exmilitante llegó, no obstante, a tejer una importante red de influencia en la ciudad: a preguntas del juez Barceló reconoció que podía orientar el voto de entre 500 y 900 compromisarios o militantes de UM.

Según la testigo, por entonces había dos bandos claramente distanciados en su partido: Miquel Nadal y Cristina Cerdó, por un lado, y otro grupo al que pertenecía Mateu Cañellas.

Las dos familias se enfrentaron en unas elecciones internas y el bando de Nadal fue a buscar a la testigo para que aportara los cientos de votos de militantes que controlaba.

Cristina Cerdó, amiga de los hijos de la declarante, fue la persona que, presuntamente, le ofreció “una buena recompensa” si hacía que su gente votara a Miquel Nadal. De paso se frenaba la carrera política de Mateu Cañellas y se impedía a éste ocupar cualquier cargo público.

Cerdó se enfada

La primera conversación entre la entonces edil de Cort y presidenta de Emaya y la militante de base tuvo lugar en un bar, pero la respuesta fue negativa. La antigua peluquera se molestó por aquel ofrecimiento y se fue a su casa. Poco después, Cerdó se presentó en su domicilio, también muy enfadada.

“Le repetí que no iba a hacer nada contra mi conciencia y me enseñó un sobre con billetes de 500 euros, luego que me dijo que eran 60.000 euros”, relata la escena la declarante.

La testigo asegura que en aquella época mantuvo más contactos con Nadal y Cerdó que con Cañellas, pero a éste llegó a apreciarle por algunos detalles, como el que le facilitara unas Navidades leche para unos niños pequeños necesitados.

“Me siento amenazada”

La testigo manifestó ayer al juez Barceló que se siente amenazada y teme por sus hijos. Afirmó que hace unos años, cuando estallaron las causas contra UM, un periodista que ya no reside en Palma le dijo por teléfono que tuviera cuidado y le acusó de haber comprado votos. Más recientemente un desconocido también le advirtió por teléfono que anduviera con cuidado.

Mateo Cañellas presentó hace unas semanas una denuncia contra Cristina Cerdó, Eugenia Cañellas, la exsecretaria de Miquel Nadal en el Consell y que ha cambiado de abogado, y un policía nacional por un complot para incriminarle. Una de las pruebas de esa confabulación era precisamente el testimonio de la expeluquera.