Rubén Marín llegó al ciclo de FP Dual de Desarrollo de Aplicaciones Web de rebote (él quería estudiar otro relacionado con electricidad pero no había plazas), y sin saber "nada" de ordenadores. A los seis meses de empezar las clases ya había firmado un contrato y estaba trabajando en una empresa de consultoría digital, Brújula. Llegó aterrorizado y tuvo que organizarse bien para compaginar los dos mundos (empresarial/educativo), pero dos años después sigue ahí, ahora ya contratado como programador junior. El que fue su tutor durante el proceso formativo, Sion Vives, indica que hay que dedicar bastante tiempo a estos aprendices, a enseñarles y asignarles tareas adecuadas a su nivel, pero que en el caso de Rubén y su compañero Fabio Mendes contó con un buen aliado: "Su gran motivación y sus ganas de aprender". La empresa valora que al tener a los alumnos tanto tiempo pueden evaluar "muchas más cosas" que en las prácticas de tres meses de la FP tradicional.
