El empresario mallorquín Gabriel Sampol, propietario de la constructora Sampol Ingeniería y Obras, se ganó ayer las simpatías de los asistentes a las declaraciones del caso Son Espases. El constructor relató, con gran desparpajo, su perplejidad cuando, en octubre del 2006 y tras ser expulsado con malas artes del concurso de Son Espases, el entonces president del Govern Jaume Matas se autoinvitó a comer a su casa para reclamarle sin palabras una comisión.

Sampol explicó que su empresa es modesta frente a los colosos Dragados, OHL y otros que participaron en el concurso del hospital. El reto era muy grande pero el equipo de Sampol puso toda su energía, ilusión y mucho dinero en un proyecto de y para los mallorquines.

"Presentamos la mejor oferta, que además era la más barata, pero nos sacaron con subterfugios del concurso", recordó el testigo. Sampol admitió también que la pérdida de aquella licitación fue un palo muy grande para su modesta empresa, moral y económicamente.

"Matas me citó el 20 de junio del 2006 a su despacho y yo pensé que era para informarme de que me adjudicaban el concurso", recordó el testigo. Su desilusión fue enorme: no solo no había recibido el contrato, sino que Matas le informó de que estaba fuera de la competición por problemas técnicos.

"Oficialmente la expulsión del concurso me llegó el día 21 de junio y se justificó con que nosotros habíamos añadido una planta que estaba fuera de proyecto y que, finalmente, se ha construido y hemos pagado todos los mallorquines". Pero las sorpresas no acabaron ahí: el 23 de octubre, cuando el concurso no se había fallado, Matas le llamó a su móvil y se autoinvitó a comer en la finca de Sampol, situada a 18 kilómetros de Palma para el día 25. La familia del constructor tuvo que contratar un cátering, camareros y arreglar los jardines de la casa para recibir al president, que llegó en un coche oficial y otro de escolta.

"Matas habló de cosas insulsas, apenas comió y se fue; pensé que esperaba que yo le ofreciese una comisión por el hospital".