Gerard Villalonga Hellín fue elegido ayer administrador diocesano de Menorca para ponerse al frente de la Diócesis insular durante el periodo de sede vacante, hasta la designación de un nuevo obispo. El Colegio de Consultores, formado por siete sacerdotes, adoptó ayer por la mañana la decisión por unanimidad tras reunirse en el santuario de El Toro.

Villalonga asume el cargo hasta que tome posesión el nuevo obispo de Menorca, después de la marcha de Salvador Giménez Valls, que es obispo de Lleida desde el pasado domingo.

El nuevo administrador diocesano ha destacado la unanimidad de su elección, pues "el consenso es importante, manifiesta unidad dentro de la Iglesia". Añadió que "el principio de la sede vacante (nihil innovetur, que no se cambie nada), no es una tendencia al inmovilismo, sino a la continuidad sin sobresaltos en la espera del nuevo pastor propio".

La decisión se ha comunicado al ahora obispo de Lleida, Salvador Giménez, al nuncio del Vaticano en España y al arzobispo de Valencia. Gerard Villalonga ocupaba desde 2011 el cargo de vicario general de la diócesis.