Era 1995 y en los cines proyectaban Jumanji, Apollo 13 y Seven. Miguel Indurain acababa de ganar su quinto tour de Francia y en algunos cerebros aún resonaban las notas de la canción del verano: El Tiburón. El 20 septiembre de 1995 El Corte Inglés abrió por primera vez sus puertas en la isla y decenas de mallorquines entraron corriendo (literalmente). Hoy hace 20 años de la apertura de los grandes almacenes que transformaron Palma.

El proceso de desembarco del triángulo verde en Balears había empezado mucho antes, porque en 1984 la marca ya estaba presente en las islas con su división comercial para empresas.

A finales de los años 80 comenzó la ebullición de las grandes superficies en Mallorca, que irrumpieron ya con gran fuerza en la década de los 90, y El Corte Inglés fue una de las grandes cadenas que se instalaron en Ciutat en aquella época. En 1989 el imperio que fundó Ramón Areces negociaba la construcción de su centro de las Avenidas con el ayuntamiento de Palma que dirigía el socialista Ramón Aguiló.

Ambas instituciones y el ministerio de Defensa pactaron que El Corte Inglés asumiría el coste de la demolición de las viviendas militares de Es Baluard del Príncep (aunque Cort no emprendería el derribo hasta 2007). La cadena se encargó asimismo de la construcción del túnel que conecta Avingudes con la calle Nureddunna. A cambio, en 1990 el Ayuntamiento recalificó el terreno de la manzana ubicada en las calles Aragó, Gilabert de Centelles y Alexandre Rosselló para que tuviera un uso comercial.

Tres años más tarde la modificación fue validada por el Consell y acto seguido el ayuntamiento de Palma -ya dirigido entonces por el 'popular' Joan Fageda- otorgó la licencia para demoler las viviendas ubicadas en esa manzana. En 1994 comenzó una de las mayores obras privadas acometidas en Palma. En septiembre del año siguiente ya estaba a punto el edificio, con sus 13 pisos (contando los cuatro de aparcamiento) y sus 27.000 metros cuadrados de exposición comercial. La inversión: 13.000 millones de pesetas. Los contratos hechos: 1.140 (alrededor del 85% de los trabajadores eran mallorquines). Las previsiones: recibir a 35.000 visitantes diarios los primeros meses.

La batalla del pequeño comercio

Mientras se gestaba el desembarco, los pequeños y medianos comerciantes preparaban su batalla, que culminó con el primer cierre patronal de la historia de Balears en 1992.

Movilizados por Afedeco y Pimeco junto a los sindicatos, el 20 de febrero de aquel año se vio por primera vez a empresarios y empleados marchando juntos por las calles de una Palma con el candado echado. Las exigencias eran la redacción de una ley de comercio, un plan sectorial y un plan de futuro para el sector, junto a una reducción de la presión fiscal, pero la apertura de las grandes superficies, y en concreto la de El Corte Inglés, rodeó toda la convocatoria. Según un estudio que encargó Afedeco al economista Miquel Alenyar, la apertura supondría la pérdida de más de 2.000 puestos de trabajo y el cierre de un millar de establecimientos.

Bernat Coll, presidente de PIMECO, apunta que el efecto de la apertura del centro de las Avenidas quizás no fue igual para todos los comercios -"Los que estaban más cerca dirán una cosa y los más lejanos, otra"- pero subraya que su postura era entonces la misma que ahora: "La defensa del pequeño comercio y el rechazo a los grandes operadores que dominan el mercado". Por ello, Coll lo tiene claro: "Este aniversario no lo celebraremos".

"El primer año lo sufrimos mucho", rememora Pau Bellinfante, hoy presidente de Afedeco, que tampoco olvida aquel cierre patronal inaudito: "Fue un éxito". Insiste en que el primer año fue "de mucho sufrimiento", pero describe que luego la situación "se fue normalizando".

En el caso de estos grandes almacenes, cree que el hecho de que estén situados en la ciudad supone una importante diferencia respecto a las grandes superficies que se abren alejadas del núcleo urbano: "Los centros en la ciudad son un peligro importante, pero a medio plazo ya no son tan dañinos; al menos así se atrae gente a Palma, mucha de los pueblos; no es lo mismo que centros que se están planteando ahora, como el de Coll d'en Rabassa, que sí que será muy dañino a corto, medio y largo plazo ya que no se acercarán a la ciudad."

Bellinfante recuerda cómo la apertura de estos centros fue cambiando la morfología comercial de la ciudad. "La época en que Galerías Preciados estuvo cerrado, la gente se trasladó, el público y el eje comercial se fue yendo hacia la parte de Sant Miquel y Sindicat y los comerciantes de Jaume III se quedaron muy preocupados", rememora.

Testigos de la transformación

Testigo de primera línea de la transformación de las Avingudes es Roberto Aguiló, dueño del edificio situado justo en la esquina de Alexandre Rosselló con la calle Costa i Llobera. Ya jubilado, sus hijos Roberto y Mª Belén regentan ahora la imprenta Nueva Balear, el estanco y la Administración de Lotería nº6: los únicos locales a pie de calle de esta manzana que no son propiedad de El Corte Inglés. El negocio familiar se remonta a 1913: todo empezó con una fábrica de naipes.

Cuando la compañía decidió su ubicación en Palma, les hicieron propuestas de compra pero Aguiló decidió no vender su negocio ni su hogar (vivían en la parte de arriba): "Durante dos años estuve dudando si me había equivocado, en esos momentos nunca lo sabes, pero ahora no me arrepiento", asegura.

Él recuerda cómo patinaba de pequeño por las Avingudes, los bancos que había para sentarse y los nombres de los negocios que fueron desapareciendo por la zona (la lechería; una tienda de bicicletas; otra de mimbres; una de herramientas...): "La llegada de El Corte Inglés fue un cambio muy grande".

Su hija subraya que los grandes almacenes supusieron la creación de un nuevo eje comercial: "Antes no había nada por aquí, crearon un centro donde no lo había". Eso sí, ahora, veinte años después y con el turismo de cruceros en auge, creen que sería necesario tomar medidas para facilitar la llegada de más cruceristas a las Avingudes: "Habría que repartirlos mejor".

Recuerdan los años de las obras como una época complicada -"El canario imitaba el pitido de las máquinas", ríe ella- y el proyecto como algo colosal: "La excavación llegó hasta el nivel del mar". Roberto Aguiló cree que la cadena aplicó "el último grito" en cuanto a técnicas de construcción y que por ello el edificio "no ha envejecido".

Defensores convencidos del comercio tradicional, el mimo por el producto y el trato cercano -"Cada tienda centenaria de Palma que cierra es como una especie que se extingue"-, la familia Aguiló pensó que la llegada de El Corte Inglés no convenía, pero al final fue algo positivo para negocios como el suyo, "aunque no para todos", precisa Roberto..

El Corte Inglés transformó Ciutat con su desembarco en Avingudes, atrayendo a las principales franquicias a la zona y con ellas a los consumidores, y Jaume III, que había experimentado un descenso de afluencia tras el cierre de Galerías Preciados y la apertura del centro de Porto Pi, también retomó el pulso comercial cuando el triángulo verde abrió su segundo establecimiento palmesano.

La actualidad

A día de hoy, El Corte Inglés cuenta con más de 1.500 trabajadores en las islas (y otros 1.400 empleados que trabajan para otras firmas en ambos centros) distribuidos en varias empresas (Supercor Son Moix, Opencor Ramón y Cajal, Tiendas de Oportunidades en Festival Park, tiendas en Son Sant Joan y en varios puertos, además de las divisiones de Informática y Empresas.

Según su departamento de prensa, este 2014 han adquirido productos y servicios por valor de más de 37 millones de euros a empresas de las islas, principalmente de alimentación, calzado y moda.

Para celebrar su aniversario, El Corte Inglés ha organizado a las ocho de la tarde de hoy en el Teatre Principal un concierto de Cap Pela, Jaime Anglada y Orquesta Ensemble Lumière.