Antoni Mas esgrime que el precio que las pymes han pagado durante la crisis ha sido extremadamente duro.

-Afirma que pese a las señales de mejoría, la palabra 'recuperación' resulta ofensiva. ¿Cuál es su diagnóstico?

-Cualquier síntoma de reactivación es positivo, pero hemos dejado por el camino demasiadas cosas como para poder hablar de recuperación Entre ellas, y como algo fundamental, hemos perdido unas plantillas que habíamos necesitado décadas para crear, formadas por personas muy competentes, con nombres y apellidos, que no vamos a recuperar. Volveremos a crecer y a contratar, pero muchos de esos trabajadores no van a volver. También hemos perdido facturación, con un retroceso de 15 o 20 años, y los repuntes que comienzan a detectarse no llegan a todos por igual. A eso hay que sumar que las empresas se han descapitalizado, han perdido en parte o todos sus ahorros, y todavía hay gente que sigue poniendo dinero de su bolsillo para poder mantener las puertas abiertas. Según un dato aportado por Cepyme, un 40% de las pequeñas y medianas empresas siguen presentando pérdidas. Por todo ello, insisto en que hablar de recuperación todavía resulta ofensivo.

-Sin embargo, España está liderando el crecimiento en la zona euro. ¿Si éste no llega a todos, quién se beneficia?

-Los que hablan de macroeconomía dicen que estamos saliendo de la crisis, pero la mejoría no está llegando ni a la calle ni a las pymes. Es verdad que a algunas de ellas les comienza a ir mejor, pero hay otras que siguen igual. En cualquier caso, hay verdades, mentiras y estadísticas, y a mis 59 años me fío poco de estas últimas.

-¿Se hace política pensando solo en los grandes?

-Desde Pimem llevamos tiempo diciendo que el anterior Ejecutivo de José Ramón Bauzá ha gobernado al dictado de los hoteleros. Estos últimos hablan de seguridad jurídica, cuando de lo que se debería hablar es de seguridad mercantil. Los hoteleros han sido capaces de trasladar sus posiciones y convertirlas en normativa. Mi casa es mía, pero no por eso puedo hacer lo que quiera en ella. Ellos tienen sus hoteles y han dispuesto que en ellos pueden hacer lo que les da la gana, sea una discoteca o un comercio. Eso es inseguridad mercantil. Los hoteleros han pretendido ejercer de líderes en lugar de actuar como socios del resto de los sectores, y han olvidado que las pequeñas y medianas empresas somos más. Los hoteleros solos no nos sacarán de la crisis, sino que lo harán las pymes junto a ellos.

-¿Los beneficios que está obteniendo el sector turístico se están redistribuyendo adecuadamente?

-Es lógico que los hoteleros sean reticentes a repartir sus beneficios y que busquen la máxima rentabilidad. No se lo reprocho. Lo que criticamos es el modelo. El valor turístico de Mallorca no depende solo de los hoteles, aunque éstos tengan que ver con ello, sino que también cuentan los aeropuertos, las depuradoras y las infraestructuras, entre otros factores. No queremos aviones llenos de visitantes que van al todo incluido, sino de turistas que se van a alojar en hoteles pero también en apartamentos, porque así se impulsa el consumo. Los hoteleros quieren ganar mucho dinero, pero también queremos hacerlo los demás y no quedarnos al margen.

-¿Las políticas de ajuste han sido realmente un austericidio?

-Llevamos demasiado tiempo en el que lo único que se ha buscado es cuadrar las cuentas públicas, lo que es necesario porque el déficit es deuda para el futuro, pero se ha planteado con unos plazos imposibles y una presión fiscal asfixiante y sustentada en costes laborales. Hay que reestructurar la deuda, y el crecimiento de los ingresos en las Administraciones debe de venir de la mano del crecimiento de la actividad productiva y no de la asfixia fiscal. Y hay que mejorar la eficiencia de la Administración. No pretendo hablar mal de los funcionarios, pero deben de tener conciencia de que son servidores públicos y creo que algunos no la tienen.

-¿Los cambios de orientación política ponen en riesgo la recuperación?

-La economía es una ciencia social y, a diferencia de las matemáticas, no tiene patrones. Pretender que alguien está en posesión de la verdad absoluta nos impide avanzar. ¿Sólo existe una política económica? No. Aunque algunas den mejores resultados que otras.

-¿En qué situación se encuentran las pymes de Mallorca

-Depende no solo del sector, sino también de la zona. A las que están en el centro de Palma les va muchísimo mejor que a las de la part forana, algunas de las cuales se encuentran en una situación dramática.

-¿Han acertado en sus estrategias para hacer frente a la crisis?

-Las empresas, con carácter general, hemos cometido errores garrafales, que en ocasiones han venido provocados por no disponer de la información correcta. En 2007 yo estaba comprando oficinas cuando Emilio Botín las vendía, porque él sabía más que yo.

-Cada vez que aparecen los datos mensuales del paro, usted es muy crítico con la calidad de las nuevas contrataciones y el alcance real de la reactivación del empleo en las islas.

-Yo conocía las jornadas de ocho horas al día, pero las de ahora son de risa y para colmo son las que están modificando la estadística y con las que se pretende generar confianza. Por suerte, la gente no es tonta. La mayoría de las empresas querríamos poder contratar a jornada completa y con carácter indefinido, pero si las pymes no lo estamos haciendo es por un problema de facturación, que sigue siendo muy baja. Se debería cambiar de política y reducir los costes laborales. Pero lo que no hay que hacer es rebajar los salarios, porque eso afecta a la demanda.

-¿Qué otros obstáculos existen para consolidar la recuperación?

-Hay que mejorar la financiación de Balears, y eso solo se puede conseguir si todos hacemos una piña. Y hay que insistir en no incrementarla presión fiscal. ¿Eso supone que estamos en contra de la ecotasa? En absoluto. Pimem defiende ese impuesto. De lo que se trata es de redistribuir esa presión fiscal para que el dinero se saque de donde realmente está y no se intente obtener de donde no lo hay.