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Análisis

Mártires sin derramar sangre

Mártires sin derramar sangre

El Obispado tiende la mano pero las feministas prefieren ser mártires, eso sí sin derramar sangre y en la confianza de que no entrarán a prisión.

La irrupción en la misa de doce de Sant Miquel se hizo de manera planificada y fue grabada para colgarla en internet y que tuviera la máxima difusión.

En el siglo de la comunicación si no sales en una foto, o mejor en un vídeo, no existes, no eres nadie.

Las protestas también tienen más impacto por el lugar donde se hacen. No es lo mismo ir tres docenas de personas con una solitaria pancarta por la calle Sant Miquel que parar a gritos una misa en el templo que da nombre a esa vía.

Todo está calculado, como también está pensado el darle la vuelta al caso y hacer pasar a la Iglesia como la mala de la película, cuando fue la víctima.

Rechazar la oferta de acuerdo es un eslabón más en la cadena propagandística.

Habrá juicio y habrá nuevos vídeos porque los medios de comunicación cubrirán esa vista oral.

El Obispado no ofrece una rebaja en la condena a cambio de admitir un delito: le basta con una simple disculpa, con un "perdonen por las molestias". La Iglesia es misericordiosa, pero las acusadas no entienden el alcance de esa virtud.

Unos quieren guerra y otros buscan tranquilidad para sus lugares de culto.

No es la primera vez que los acuerdos se firman en las puertas de las salas de vistas, pero los colectivos que apoyan a las acusadas se muestran muy poco dispuestos a ceder.

Sensatez y firmeza frente a los radicalismos de salón.

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