El último chiste del PP consiste en que Antonio Gómez dará lecciones de pureza democrática desde el Parlament. La carcajada se congela al observar a Biel Barceló, vicepresidente del Govern y dirigente de la Fundación de Grapas Kovacs, defendiendo ante la cámara a la consellera conyugal que previamente ha denunciado su grupo por malpraxis y que ha envenenado la legislatura. La cobardía del líder de Més solo es compatrable al amilanamiento de Podemos, el partido o lo que sea que no juega ningún papel en el Govern, en la cámara ni en la realidad política de Balears. Dilapidar 70 mil votos para protestar tibiamente por un fichaje menorquín de cuarta división, equivale a presentarse desnuda ante el Senado como hizo una militante de Femen, donde la noticia es que alguien infunda vida a la cámara mortuoria.
La alianza poliédrica nunca supuso un problema para Francina Armengol, presidenta y dirigente de la Fundación de Grapas Kovacs. Está perfectamente adiestrada para engañar a sus socios, según demostró en la negociación. Desde la toma del Govern con un exiguo 24 por ciento del Parlament, el PSOE ha expulsado a Podemos del Pacto de Familia, con pésimas maneras. Ni siquiera necesitan exteriorizar su odio, les basta la condescendencia colonial del explorador hacia los papúes.
Valdano pregunta retóricamente quién recuerda el nombre del jugador que sacó el balón de la portería tras el "gol del siglo" de Maradona a Inglaterra. Nadie, y la respuesta es Jorge Valdano. También Podemos practica un paisajismo parlamentario inconsistente. Se ha dejado avasallar por el PSOE. Mientras se encapricha de Fernández Terrés, quienquiera que sea, los socialistas le han colado al senador Bauzá, la consellera conyugal y Juan Gual. Su única opción es romper un Pacto que insulta a sus votantes o exigir de inmediato tres conselleries. Les falta convicción para ambas decisiones. Y para cualquier otra.
