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Opinión: Los negocios privados le salían mejor, por Matías Vallés

Opinión: Los negocios privados le salían mejor, por Matías Vallés

La presidencia del Govern fue un breve pero excelente negocio para José Ramón Bauzá. Compatibilizó los honores que no honorabilidades del poder con una farmacia que ingresó siete millones de euros, con más de trescientos mil de renta personal. Incorporó dos locales comerciales a una extensa planta inmobiliaria que le envidian incluso los jerarcas del PP. Frente a la angustia reinante entre sus gobernados, presumió de optimismo al solicitar dos préstamos personales por 110 mil euros, que se sumaban a su deuda de un millón y medio, inigualada en todo el Senado madrileño.

Por desgracia, este flujo de millones privados que envidiaría un jugador de Monopoly se traducía en un manejo atolondrado de los fondos públicos. El caso más espectacular hasta la fecha se amparaba tras la marca de Microsoft, para formular la enésima fabulación de Mallorca como Silicon Valley. No puede hablarse exactamente de sorpresa, al constatar que Bauzá fue tan letal para el proyecto como para su partido.

El president que se jactaba de "eliminar" profesores y médicos, invertía simultáneamente cientos de miles de euros en una fantasmagoría tecnológica. Su delirante proyecto solo le sirvió para hacerse un 'selfie' con el embajador de Washington en Madrid. Alguien debió prometerle una 'photo op' con Bill Gates, que no ha desembarcado en Mallorca ni de vacaciones.

Hay que remontarse a los fastos de Urdangarin, para encontrar algo semejante a "la primera cumbre mundial de Microsoft fuera de Estados Unidos", en la prosa faraónica de los servicios de propaganda gubernamental que redujeron al PP a cenizas. En la era pretecnológica, Cañellas encandiló con el engendro de la fábrica de bombillas de Petra, bajo el señuelo de Japón. Matas edificó su mausoleo onírico en la ópera de los hermanos Calatrava. Carente de 'software', Bauzá ha acabado en la cámara frigorífica del Senado, otra realidad virtual.

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