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Cooperación

"Lo peor ha sido ver morir a niños que aquí se habrían curado"

Sara Rodríguez trató durante cinco meses a pacientes con ébola en Sierra Leona, además de cólera, malnutrición infantil o epidemias en otros países de África

"Lo más duro no es la enfermedad, sino el grupo de edad al que te enfrentas", confiesa Sara Rodríguez. Enfermera de profesión, la joven madrileña, residente en Mallorca, lleva más de cuatro años de voluntaria por diferentes países de África y Latinoamérica como Senegal, Etiopía, Congo, Sierra Leona o Colombia. Después de enfrentarse al ébola, al cólera y a múltiples epidemias, Rodríguez reconoce que "lo peor ha sido ver cómo morían a diario decenas de niños menores de cinco años por malnutrición o infecciones", lo que le causó un gran impacto e hizo que se frustrara en más de una ocasión. "Los voluntarios solo podemos aportar un grano de arena en medio de una gran montaña", subraya Rodríguez.

La mortalidad infantil en los países del tercer mundo es "elevadísima". Según recientes estadísticas, en el Congo mueren 73 niños por cada 1.000 nacidos mientras que en España mueren tres. La mala alimentación y la poca higiene de los pequeños son "tristemente"las causas más comunes de su fallecimiento. Unas enfermedades que "si el niño hubiera nacido en Europa habría superado sin problema", apunta Rodríguez con rabia y nostalgia. La enfermera admite que ese fue el mayor obstáculo al que se ha enfrentado en toda su carrera, pero al que hizo frente porque "estar mal y darle la espalda no lo iba a solucionar".

En medio de la vegetación de una pequeña región aislada del Congo se estableció hace unos meses un hospital de campaña para atender a la población de la zona. "La imagen era desoladora" revela Rodríguez. A diferencia de los países europeos en los que las salas de espera están repletas de personas mayores, "en las zonas emergentes los niños ocupan el 90% de las camas del centro médico", explica la voluntaria. Una imagen que no se ha podido borrar de su mente.

Según ha explicado la enfermera, los sanitarios deben separar su profesión de los sentimientos, "aunque eso es imposible y más si tratas con niños". Sin querer hablar mucho sobre ello, Rodríguez confiesa haberse encariñado con algún pequeño que después ha fallecido. "Y lo pasé muy mal. Por ello ahora intento ponerme una barrera", continúa la joven.

El ébola en Sierra Leona

Los problemas de los países del tercer mundo "son infinitos". En concreto, hace más de medio año Rodríguez decidió ir de voluntaria a Sierra Leona para combatir con una enfermedad nueva en esa zona: el ébola. Sin formación académica sobre la enfermedad, la sanitaria realizó en menos de una semana un cursillo de nociones básicas sobre el protocolo de actuación. "Aunque estaba muerta de miedo, sabía que debía ir porque se necesitaba a gente", relata Sara. Maleta en mano, la joven madrileña no se paró a pensar el riesgo que aquello suponía para su persona. "El afán de salvar el mundo me pudo" bromea.

Según relata Rodríguez, lo peor del ébola no fue la patología sino el nivel extremo de actuación de los sanitarios. "El trabajo de una enfermera es cuidar al paciente y mantener un contacto con él", explica la voluntaria. Un modo de actuar "que estuvo prohibido".

Sara Rodríguez dejó colgada su bata blanca para colocarse un enorme traje que la protegía de cualquier contacto con el enfermo, y de sus compañeros. Una experiencia que define como "muy extraña", ya que durante su estancia en Sierra Leona no mantuvo contacto físico con ninguna persona. Todo por medidas de seguridad. "Fueron unos momentos duros porque en ocasiones necesitaba un abrazo o alguna muestra de cariño que nunca llegaron", relata la joven. Pese a ello, Sara volvió a España, y después de 21 días en observación, las medidas de seguridad se demostraron muy eficientes porque ninguno de los voluntarios se contagió.

Cuatro años de experiencia como voluntaria en diferentes países emergentes en los que la joven enfermera confiesa que se ha llevado más de lo que ella ha aportado. "Es impresionante la capacidad que tienen estas personas de adaptación a situaciones extremas como son los contextos bélicos, las hambrunas o las múltiples epidemias", declara Rodríguez. Además, la voluntaria destaca la solidaridad entre esta población, "algo que aquí casi no se ve". Las diferencias entre ambos mundos son patentes y la enfermera reivindica la necesidad de "hacer menos asistencialismo y más solidaridad", a fin de poder acabar algún día "con las desigualdades y la pobreza, toda una utopía".

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