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Vía libre: Sin medios no es posible la protección, por Miguel Vicens

Atendiendo a una antigua demanda de los grupos ecologistas, el Govern anunció ayer su intención de ampliar el parque nacional de Cabrera duplicando su superficie protegida, de las diez mil hectáreas actuales hasta 20.000. Es de esperar que el Ejecutivo de Armengol haya hecho también un cálculo riguroso de los recursos económicos y la dotación humana que necesitará la reserva para que esa ampliación de la protección pueda convertirse en algo real y efectivo, y no solo una en una declaración sobre el papel imposible de cumplir por falta de medios. Cabrera ya ha sufrido suficientes recortes durante la pasada legislatura. Sigue siendo un paraíso natural único, pero la falta de control ha sido aprovechada durante estos últimos cuatro años por navegantes incívicos para saltarse las normas cuando la autoridad no vigilaba o no tenía recursos para hacerlo. Un ejemplo reciente: el pasado 28 de junio, alrededor de las cuatro de la tarde y ante la saturación de las boyas de amarre, más de diez embarcaciones pasaban tranquilamente el día fondeadas en la zona de s'Olla, lo que está expresamente prohibido en todo el parque nacional, donde nadie puede echar el ancla. Una hora más tarde, en el interior de la espectacular Cova Blava, donde entraba un oleaje suave, se concentraban hasta cuatro embarcaciones, una de ellas una golondrina de excursiones a Cabrera cuyo pasaje entero se lanzó al agua borrando de golpe el azul intenso de los fondos marinos, donde empezaban a acumularse los olores a gasoil de los escapes de las cuatro embarcaciones.

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