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Aniversario del atentado contra la Corona

El día en que ETA apuntó al Rey

Se cumplen veinte años del intento de magnicidio en Palma contra don Juan Carlos , que acabó con la detención de tres etarras tras una operación relámpago del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía

Las armas de las que la policía se incautó en el apartamento de los terroristas.

Hace dos décadas el Rey Juan Carlos estuvo en el punto mira de ETA. Era el verano de 1995, y como siempre, la Familia Real disfrutaba de sus vacaciones en Mallorca. Todo estaba preparado para matar al Jefe del Estado y después huir de la isla. Fue un comando de ETA compuesto por tres personas quien planificó el atentado. Los terroristas alquilaron un apartamento en Portopí, desde donde se divisaba el yate Fortuna a 500 metros. La intención del comando era disparar al monarca desde la ventana del piso. Un trabajo de francotirador. Pero el disparo nunca llegó a realizarse. El Grupo Especial de Operaciones (Geos) de la Policía Nacional detuvo a los terroristas antes de que pudieran ejecutar su plan.

Solo cinco segundos le hizo falta al grupo policial para franquear la puerta del piso hasta neutralizar a los activistas de ETA, Iñaki Rego y José García Sertucham; mientras que el tercer miembro, Juan José Rego Vidal, jefe del comando, fue detenido minutos antes en un restaurante de Alcúdia. La investigación comenzó el mismo día en que los etarras pusieron un pie en Mallorca, el 17 de julio de 1995. La policía había mantenido una vigilancia camuflada del piso alquilado por los terroristas y fotografiado sus salidas. Fue la llamada de alerta de la Audiencia Nacional quien dio el aviso de actuación. Eran las diez de la noche y la operación se debía adelantar por temor a que la Familia Real sufriera algún daño. Todo listo, los dos comandos del cuerpo policial se disponían a actuar.

No se trataba de una película de acción. Todo era real. Según explicaron las autoridades, los servicios de seguridad del Rey estuvieron informados desde el primer momento de la llegada del comando y de todos sus movimientos. "La Familia Real no sufrió ningún peligro", aseguraron, aunque el miedo era patente, ya que un pequeño fallo destruiría toda la operación. Con las infantas y el príncipe muy jóvenes, no era la primera vez que el Rey se situaba en el punto de mira de ETA. Juan Alberto Belloch, ministro de Interior, destacó "el sentido de responsabilidad y de serenidad encomiable" con el que reaccionó el Rey al tener conocimiento de la presencia del comando que pretendía acabar con su vida.

Los etarras disponían de "arsenal suficiente" para realizar un atentado con "arma corta, larga o subfusil". En concreto, se les encontraron tres pistolas, dos metralletas, munición y material explosivo y un rifle con mira telescópica que hubieran podido utilizar desde el interior del apartamento, cuya ubicación permitía a sus ocupantes obtener una completa visión del yate de la Familia Real, el Fortuna, cuando se encontraba amarrado en la base naval militar de Portopí.

Armas, explosivos, pero también papeles muy valiosos para la investigación. A los detenidos se les encontró también un folio manuscrito que contenía informaciones sobre el movimiento de barcos de la Armada y de la Casa Real -con entradas y salidas a Portopí con los días y horas receptivos correspondientes-, así como de vehículos de su escolta. Todo estaba muy bien estudiado, y en ningún momento los etarras "esperaron que la policía ya les seguía la pista desde su entrada en la isla".

Según explicó el entonces jefe de policía Ángel Olivares, los tres miembros de ETA salieron días antes de Niza, y fue la policía francesa quien avisó a las autoridades españolas. Ya hacía más de un mes que la policía los investigaba. De ahí el gran despliegue agentes. Una vez que la policía actuó y se incautó de toda la mercancía de los etarras, se dio cuenta de que los explosivos eran para destruir el apartamento y el vehículo en el que, en teoría, debían escapar tras realizar el atentado. Un supuesto plan que no se llevó a ejecutar porque fueron interceptados anteriormente.

No era la primera vez que Juan José Rego Vidal, jefe del comando de ETA, atentaba contra don Juan Carlos. Ya en 1974 planeó secuestrarlo en Montecarlo cuando aún era príncipe. En 1978 fue detenido en Eivissa por espiar al Rey. Y diecisiete años después el jefe del comando volvió a su obsesión de acabar con la vida del monarca. Aunque en esta ocasión, contaba con la ayuda de su hijo y otro compañero. Además, y según explicó el director general de la Policía en aquel momento, Ángel Olivares, los terroristas habían realizado seguimientos a otras personalidades, como el expresidente Adolfo Suárez y algunos miembros de la Policía Nacional.

El episodio no impidió que la Familia Real continuara sus vacaciones en la isla ese año. Del mismo modo, el yate Fortuna siguió navegando por las aguas mallorquinas con el monarca a bordo. Por su parte, el juez dictó 37 años de prisión para los tres etarras por delito contra la Corona, terrorismo, depósito de armas y explosivos y falsificación de documentos.

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