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Boulevard

Armengol gobierna, Barceló contempla, Jarabo pasaba por ahí

Según la imagen captada el pasado lunes, el islote de es Pantaleu, integrado en el parque natural de sa Dragonera, se encuentra al borde de la saturación. Por supuesto, todas las embarcaciones cumplen con las indicaciones para no arrasar las praderas de posidonia.

El Pacto III funciona porque ha recurrido a un exquisito reparto de papeles. Armengol gobierna, Barceló contempla y Jarabo pasaba por ahí. Sin embargo, la porcelana ha crujido en el Govern de los innombrables, por sus nombramientos desquiciados. Las resquebrajaduras con nombre propio son una pareja de consellers en Sanidad, el Sanador Bauzá y el portuario Joan Gual de Borbón. El eslogan “Un Govern al servicio de la gente” se corrige en “Un Govern al servicio de determinada gente”.

Por qué será que cuando leo las entrevistas de la socialnepotista Armengol pienso en Maria Antònia Munar. En especial, cuando le dice a Neus Albis que no tiene código ético a diferencia de Bauzá, que lo dejó sin estrenar. La presidenta está desaprovechando su gran oportunidad. Comete un atropello en presente y anuncia que rectificará en futuro. Solo hay un invento más letal que la Inteligencia Artificial, la Ignorancia Artificial. Cuando todo salga mal, echará las culpas a Podemos. Trabaja para la próxima legislatura, porque ya se ve senadora en 2019, gracias sean dadas a la nueva política.

El contemplativo Biel Barceló es la cara triste de Armengol. Mohíno, no nació para gobernar. Umbrío por la pena, casi bruno, se duele hasta cuando corrige ejemplarmente el nombramiento de la cónyuge de un diputado, a diferencia de los socialnepotistas. Cree que los hoteleros van a votarle, el síndrome que ya acabó con Pere Sampol. No me inspira nada más.

El transeúnte Alberto Jarabo se solaza convidado al banquete, no le han avisado de que pagará la factura. Le ha atrapado la política, como a Mateo Isern en la otra orilla. Sabe que no sabe, y probablemente no sabe que sabe. Desconoce la potencia de fuego de diez diputados, nada menos que la mitad del inmenso PP. Prefiere hacer un chiste a disparar. Nunca acumules un poder que no vas a usar. No será castigado en proporción a sus conselleries, sino en relación a sus votos.

A quienes hemos soportado, con más escepticismo que estoicismo, que dos grandes amigos mutuos y de la verdad como Jaume Matas y Joan Antoni Ramonell nos acusaran de “infamias” en el Parlament por develar en esta sección la cena de concesión de Son Estafes, no nos ha sobresaltado singularmente la esclarecedora querella de Pedro Horrach. Sin embargo, el texto ha conmocionado a quienes han localizado a personajes como Felisa Vidal. La magistrada del Tribunal Superior a propuesta del PP aparece en el durísimo escrito de la fiscalía Anticorrupción, como miembro de la mesa de contratación de la “perversión” del hospital de referencia.

Son las secuelas de la distinguida labor de Felisa Vidal, como directora de la abogacía del Govern más corrupto de la historia de la humanidad. La sentencia de Josep Cardona también enviaba calurosos mensajes a la juez del décimo turno, con indicación de las jugosas dietas que se percibían por participar en contubernios con la misión incumplida de velar por el imperio de la ley. ¿Y ahora?

(Mientras usted divaga, este mes ha comenzado la carrera política de Pau Thomàs Pérez. El hijo del vicepresidente socialista del Parlament, Vicenç Thomàs, ha sido nombrado asesor del conseller independiente del PSOE, Iago Negueruela).

Adivine qué alto cargo del Govern firma la frase “El muelle viejo de Palma puede ser la gran marina de megayates del Mediterráneo”, titular a toda página. A propósito, Joan Gual volvió triunfador al Real Club Náutico de Palma, de donde es socio, el mismo día en que se confirmó su designación como presidente de la Autoridad Portuaria. Hacía dos años, que no se personaba en las instalaciones, después de haber gestionado su restaurante. Los responsables del complejo donde conocí a Rudolf Nureiev tenían cuatrocientas mil razones para sentirse humillados ante el regreso imperial, por no hablar de los trabajadores. Ahora será su jefe, por votar mal.

José Pemán es un banquero valenciano vinculado al Chase Manhattan y UBS, socio hoy de Felipe González en Tagua Capital. Posee una casa de once habitaciones en el enclave ibicenco de Cala Comte, como toda persona inteligente y rica. Así lo explica en el diario japonés Financial Times, “tengo siete hijos de tres matrimonios y quería un lugar de reunión al que todos quisieran venir. Y vienen siempre que pueden. No estoy seguro de que vinieran si la casa estuviera, digamos, en Zaragoza”.

Por una vez no nos fijaremos en la publicidad gratuita, sino en el énfasis por malvender un paraíso, con ejemplos como Punta Ballena. El New York Times ha dedicado portada y una página interior a las juergas de Magaluf, con la propuesta más imaginativa hasta la fecha. En la visión de la biblia del periodismo, “Los turistas provocan el caos por su amor a los selfies”.

Y recuerden, la competencia de Eivissa ya no es Mallorca, sino Formentera. De momento, la jocosa película El séquito, colofón cinematográfico de la serie Entourage, señala desde el principio su clima delirantemente festivo con unas imágenes náuticas situadas por un cartel sobreimpresionado en “IBIZA”. Sin aditamentos superfluos como “Spain”, porque la marca vacacional por antonomasia no los necesita.

Hoy nos ilustra una imaes Pantaleu, integrado en el parque natural de sa Dragonera, situado frente a la costa de Sant Elm y que fue la primera escala en la conquista de Jaume I. Se aprecia la saturación náutica del paraje protegido. Por supuesto, todas las embarcaciones cumplen con las estrictas indicaciones para que el fondeo no arrase las praderas de posidonia. Si teme haber agotado la sensibilidad, escuche Can’t forget, por Leonard Cohen. Vean Una historia real, para entender por qué un día promovimos a James Franco como el nuevo Robert de Niro.

Reflexión dominical duplicada: “Amar lo que admiras desemboca en una doble derrota”.

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