Ni para la izquierda los hoteleros son ya malvados capitalistas que devoran territorio y mastican trabajadores explotados, ni para los hoteleros la izquierda tiene ya cuernos, rabo y quema con azufre y fuego rojo el sector turístico. La hipérbole electoral se ha acabado. El final de la campaña y el inicio del trabajo institucional vivió ayer una ceremonia oficial en la que el nuevo Govern y los hoteleros escenificaron algo que es noticia por lo que tiene de giro para ambos: la normalidad en el diálogo, tras meses en los que la federación hotelera se alineó claramente en campaña con el PP, mientras los partidos de la izquierda (Més y Podemos) les plantaban cara con propuestas tan contundentes y anunciadas como la nueva tasa turística.

Ahora el fondo es el mismo, pero las formas han cambiado sustancialmente. El ejemplo perfecto es la propia tasa turística: el vicepresidente y conseller de Turismo, Biel Barceló, repitió ayer en publico ante la presidenta hotelera, Inmaculada de Benito, lo que le había dicho minutos antes en una reunión privada, es decir, que la tasa se aplicará sí o sí. Y durante esta legislatura, confirmó, por si hubiera dudas (que las había). Y la líder hotelera le dijo a su vez lo que han dicho siempre, pero con el tono rebajado de la cooperación escenificada, es decir, que no les gusta la tasa turística, pero que atienden a razones. Que quieren que les expliquen bien la necesidad y les dejen claro en qué se va gastar, y que prefieren participar en su diseño y forma de cobro antes que ser meros peones cobradores.

Así que ahora están en cordial desacuerdo y la tasa turística verá igualmente la luz. Solo que no de cualquier forma: Barceló le aseguró a los hoteleros que serán sensibles a condicionantes del sector como los tiempos de negociación de los precios para el año que viene. O traducido: ahora se están cerrando las ventas de 2016, con lo que una aplicación de la nueva tasa durante ese 2016 podría conllevar que fueran los hoteleros los que la tuvieran que pagar el impuesto de su margen, al estar cerradas las tarifas con agencias y touroperadores.

Plazos de aplicación

¿Significa eso que no se aplicará en 2016 la renacida ecotasa? Pues Barceló se mojó lo justo para decir que tendrá en cuenta los condicionantes operativos de los hoteles e insinuar (sin garantizar) que no se aplicará el nuevo tributo en 2016. Y para que todo quedase perfectamente en el aire, el vicepresident y líder de Més advirtió además de que la conselleria de Hacienda empezará a trabajar en el diseño de la nueva ecotasa ya. Sí, pero no, aunque ya veremos. El mismo baile se repitió con casi todo lo demás. Salvo alguna concreción. Más ejemplos de cordial desacuerdo: el nuevo Govern cambiará la ley turística, pese a que los hoteleros advierten de que eso podría provocar un frenazo en las inversiones, por lo que ahora la versión del Govern es que solo se atacará lo que tiene que ver con la explotación hotelera de espacios rurales, el consumo de suelo rústico para generar nuevo alojamiento y la puesta en marcha de proyectos totalmente nuevos y aprobados con criterios "arbitrarios" (léase por ejemplo el hotel cerca de Sá Ràpita que paraliza el Govern Armengol). Y además, dijo Barceló, cualquier reforma se abordará "de modo que no se obstaculice inversiones en rehabilitación y mejora de la planta hotelera", también con el objetivo de que se generen empleos en el sector de la construcción. O nuevamente traducido: los hoteleros seguirán invirtiendo ahora que el conseller les ha tranquilizado (según De Benito), y esa fuga de capitales de la que habló el expresident Bauzá en su resaca electoral no se está produciendo, ni se va a producir, aunque había quien se lo planteaba. O eso confirmó, moderada, Inmaculada de Benito, que afirmó que si se les garantiza esa estabilidad jurídica que les ofrece Barceló, en los próximos cuatro años llegarán entre 350 y 400 millones de euros en inversiones al año. Y todos contentos. Cordialmente enfrentados. O discrepantemente asociados.

Como con los alquileres turísticos. En campaña estaba todo muy claro: los partidos que ahora sostienen el Govern iban a abrir la mano al alquiler de pisos en zonas residenciales, y los hoteleros aseguraban que eso abocaría a las empresas hoteleras a cambiar de modelo de un modo tan drástico que el entonces presidente de la patronal llegó a decir que el arrendamiento turístico provocaría EREs en el sector. Era abril, pero ahora suena a siglo pasado. Ayer el vicepresident de Turismo recalcaba que se regulará y regularizará el alquiler turístico en espacios residenciales, pero "con mucho cuidado", toda vez que podría suponer que Mallorca llegase a duplicar su oferta de alojamiento, algo insostenible. "Estamos hablando con todos los afectados", subrayaba Barceló, que tiraba de nuevo de tono conciliador para afirmar que el alquiler tiene "implicaciones urbanísticas, residenciales y territoriales". "No habrá barra libre, ni mucho menos, habrá que ver consecuencias y lo ocurrido en otros lugares, como por ejemplo Barcelona", reflexionaba el vicepresident, que no se marca plazos para regular.

Moratoria turística

¿Y qué le parece al vicepresident, vistos los récords y máximos turísticos que encadena Balears, la propuesta del presidente canario de plantear una moratoria en la construcción de alojamiento y un tope de entrada de turistas en sus islas? Pues Biel Barceló no cree que sea el momento de hacer algo así en Balears, pero sí parece dispuesto a abrir el debate. "En el futuro podría plantearse en Balears. Tenemos claro que nuestra capacidad en verano está totalmente cubierta, y que hay que buscar en temporada baja. Pensar que se puede hacer más presión en temporada alta sobre el territorio es un error, pero ahora es precipitado plantearnos aquí ese máximo", zanjaba el líder de Més, conseller de Turismo y vicepresident de un Govern que ayer volvía a tender con los hoteleros los puentes que entre todos quemaron en campaña.