El ventilador y el aire acondicionado se han convertido en nuestro mejor amigo. Las temperaturas no dejan de subir, al igual que la "desesperación" de la población balear. "Esta ola de calor es muy agobiante, estoy deseando que pase cuanto antes", afirma una mujer mallorquina sentada en la sombra de un banco de la plaza de España de Palma. "Uno no tiene ganas ni de salir", continúa la mujer, de 53 años, quien espera a su hija. La gente solo sale por necesidad a la calle. "Ahora solo apetece estar en casa con el aire acondicionado", explica Teresa. Son las once de la mañana y el centro de la ciudad está casi vacío. Las gorras, las gafas de sol y los abanicos son los únicos anfitriones en esta mañana de julio.

El mapa de la isla continúa en naranja. Esta vez los 40 grados se han superado en algunos puntos de la Mallorca. Una ola de aire cálido que lleva en la isla varias semanas. "Hacía muchos años que no pasábamos tanto calor", declara María Ramis, una señora mallorquina de 68 años. El cansancio se apodera de ella. "Con estas temperaturas tan altas me siento muy débil", explica esta mujer. Por ello, es muy importante estar bien hidratado y evitar las horas más fuertes del sol. "Tenemos el mar que en teoría suaviza las temperaturas, pero lo cierto es que el sol quema igual", opina Ramis. El sueño del clima mediterráneo desaparece para algunos, y ahora imaginan estar en el norte con bajas temperaturas.

Las calles se encuentran medio desiertas en las horas más fuertes del sol, pero también los bares. Según la encargada de Más Q Menos, con la ola de calor hay menos clientes. Este hecho es calificado como algo "normal" para esta trabajadora. "La gente prefiere estar en la playa o en sus casas antes de ir a tomar algo por ahí", continúa. Pese a que hay menos demanda, la encargada que destaca que se han sustituido los famosos cafés con leche por un refresco con muchos hielos. En estas circunstancias, lo que más apetece es algo frío. Una nevera llena de refrescos ocupa toda una pared de otro recinto. Llamar la atención del cliente es la regla de oro para los hosteleros.

Poco trabajo para algunos y colapso para otros. Así están los taxistas de Palma. "Ahora tenemos más clientes, sobre todo, distancias cortas", asegura Tomás López. Caminar con el sol es horrible, y ni las gafas de sol y ni las gorras son suficientes. Por ello, muchos mallorquines optar por ser acompañados hasta casa. Así lo declara una vecina, "prefiero pagar tres o cuatro euros a llegar a casa sofocada". Una opción que también es muy utilizada por los turistas.

Otra de las consecuencias de la ola de calor es el uso abusivo de los aires acondicionados. La mayoría de la población tiene el mando pegado a su mano, pero no el del televisor, sino el del climatizador. Subir y bajar grados hasta llegar a la temperatura deseada es una actividad diaria. Un ambiente confortable tanto para el trabajo como para estar en casa. Por ello, ayer se registraron datos máximos este año en la demanda de energía eléctrica con 37.961 megavatios, según la Red Eléctrica de España (REE). Hacía tres años que no se registraban unas cifras tan altas en toda España. Pero también hacía muchos años que no se registraban temperaturas tan altas en Balears.

Toda la población sufre el calor, y a algunos les quita el buen humor. Según un trabajador de Emaya, "el verano está hecho para los ricos, a los pobres solo nos queda trabajar, ya haga nieve o 40 grados". El sudor es patente en su rostro y su camiseta. Lleva más de tres horas al sol y el termómetro de Plaza de España marca 39 grados. "Trabajar en la calle es duro, pero al menor tengo trabajo", afirma el operario, "por ello nos lo tendremos que tomar con paciencia".

Ducha por la mañana, por la tarde, por la noche. El agua siempre despeja. Según una turista canaria de visita en Palma, "nunca son las suficientes".