"Cuando pienso que puedo ser, que voy a ser, la primera presidenta mujer de la Comunidad Autónoma de Balears me tiembla todo el cuerpo". Francina Armengol se expresaba así delante de Pedro Sánchez el pasado 19 de mayo, durante el mitin que ofreció en Palma el secretario general socialista como acto central de campaña del PSOE balear. Quizá le temblara el cuerpo, pero lo que no le ha temblado es su postura inamovible desde que comenzaran las negociaciones entre su partido, Podemos y Més para un tercer pacto de progreso en Balears. Lo dijo y lo ha mantenido: ella sería la presidenta de ese Govern de izquierdas.

La líder socialista que peores resultados electorales ha obtenido para su partido en las islas será, en efecto, la primera mujer presidenta del Govern, al frente de un Ejecutivo que previsiblemente responderá a sus preferencias: junto a Més y con Podemos fuera pero apoyando desde el Parlament. Ha llevado hasta el final su tesis de que la lista más votada de entre las fuerzas de izquierdas debía ser la que liderara el tercer pacto de progreso, sin que valieran los argumentos de Podemos y Més de que la caída electoral del PSOE balear dibujaba un escenario en el que el argumento no tenía tanta validez.

Armengol, al negociar, no se ha movido ni un milímetro de la estrategia que ya planteaba durante la campaña electoral. En una entrevista con DIARIO de MALLORCA previa a los comicios afirmaba que "la fuerza mayoritaria de las que tienen que pactar" debía ser la que ocupara la presidencia del Govern ya que "es lo democráticamente más adecuado". Añadía que si alguno de los otros partidos con los que se negociara el pacto, en referencia a Podemos, no la aceptaran como presidenta si el PSOE era el partido de la izquierda más votado, habría "un gran problema para negociar el gobierno". Eso es lo que ha ocurrido en estas negociaciones y al final ella ha ganado, aunque haya tenido que aceptar el mal trago de aupar a Xelo Huertas, ex militante socialista miembro del sector crítico del partido, a la presidencia del Parlament como condición de Podemos.

Armengol (Inca, 1971) ha demostrado más capacidad para imponerse en negociaciones con otras formaciones políticas que para convencer a los ciudadanos. Es una mujer de partido, digitada a la secretaría general del PSOE por Xisco Antich en 2012, tras la derrota electoral de 2011. Farmacéutica e hija de Jaume Armengol, alcalde de Inca entre 1991 y 1995, inició su carrera política en el ayuntamiento de su localidad como concejala por el PSOE en 1998. De ahí, ascendería a portavoz socialista en el Consell de Mallorca, diputada y portavoz adjunta del PSOE en el Parlament hasta que en 2007 fue investida presidenta del Consell de Mallorca.

Tras perder los comicios de 2011, se centró en liderar a los socialistas como principal grupo de la oposición en el Parlament, en donde ha destacado estos cuatro años por su crítica dura y contundente a las políticas del popular José Ramón Bauzá, con el que ha protagonizado numerosos enfrentamientos. Su otro frente de batalla, el del partido, lo ganó al imponerse en 2014 a Aina Calvo en las primarias para ser el cartel electoral a la presidencia del Govern.

Bauzá intentó dañar su imagen acusándola de "radical" que quería ser más nacionalista que Més. "Yo soy una persona de izquierdas", afirma ella constantemente sin ocultar que, en boca del aún líder del PP, la acusación de "radical" confirma su ubicación ideológica. De izquierdas, feminista y republicana, hasta el punto de que fue la única dirigente socialista que, en la Ejecutiva nacional del partido, defendió hace un año que se aprovechara la abdicación de don Juan Carlos como Rey para abrir un referéndum entre monarquía y república. Nada de eso ha servido para ganarse la confianza de Podemos, con los que no gobernará pero quienes sí la vigilarán en cada una de sus decisiones.