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Reportaje

William Graves: "Sin entender ´La Diosa Blanca´, no es posible comprender la obra de mi padre"

William Graves, en Deià. B.Ramon

­La poesía fue una religión para Robert Graves y su obra La Diosa Blanca se convirtió en una Biblia para poetas y adeptos, una obra difícil de leer, según reconoce su hijo William, pero imprescindible para acercarse al autor británico. "Si no se entiende este libro, no se entiende a mi padre", asegura.

Publicada originalmente en 1948 bajo los auspicios de T.S. Eliot y tras su llegada al mercado español en los años ochenta, Alianza Editorial ha editado una nueva y "definitiva" traducción realizada por William Graves, hijo y albacea literario de este autor, uno de los escritores británicos más importantes del siglo XX, fallecido en Deià en 1985.

Poeta, novelista y ensayista, Robert Graves se convirtió en un autor de culto a raíz de La Diosa Blanca, su legado poético, dice su hijo, que "en un momento de locura" acometió la tarea de traducir de nuevo la obra al castellano, en una edición ampliada y corregida. Una tarea "fascinante" en la que ha empleado dos años: uno para el propio ensayo y otros doce meses dedicados a realizar el exhaustivo índice de casi cien páginas.

La Diosa Blanca, un erudito compendio de investigaciones sobre religiones y mitología, la poesía, la mujer y la civilización occidental, se convirtió en una obra de culto "porque no se entiende muy bien", bromea William: "Es un libro para poetas, sobre el pensamiento de los poetas".

"Muchos no se enteraban de nada pero otros sí lo entendían y lo tomaban muy en serio, porque era el tipo de pensamiento que hacía falta", indica.

Pero fue la aparición en 1961 de la edición de bolsillo de esta obra la que convirtió al británico en una figura de culto después de que el movimiento hippy abrazara sus postulados con entusiasmo.

William Graves relata cómo, al igual que otros poetas combatientes en la Primera Guerra Mundial, su padre regresó tras la contienda a la religión, en su caso a la de la diosa a la que veneraba a través de la "verdadera poesía", inspirada por la musa.

Por su participación en la guerra, padeció un "estrés postraumático tremendo que le duró hasta el final", recuerda su hijo, que asegura que su padre se fue de Inglaterra en los años 30 y llegó a Mallorca buscando la vuelta al Mediterráneo de los griegos, al mundo rural. "Yo veía a mi padre hacer referencias a la Luna y dar vueltas a una moneda de plata para invocar a la buena suerte", señala.

Recuerda a Robert Graves como a una persona "egoísta": "No nos dejaba hacer ruido, ante todo estaba su trabajo". Y sostiene que no era feminista aunque "ponía a la mujer en un pedestal, de musa".

En La Diosa Blanca sugiere que el malestar de la civilización occidental tiene su origen en el papel subordinado que se da a la mujer, olvidando las culturas matriarcales que adoraban a la Diosa Suprema, unas culturas que fueron eliminadas por la irrupción del patriarcado que arrebató a las mujeres su autoridad.

Toda su obra, incluso las novelas, "tratan de forma tangencial con la Diosa Blanca", su obra central y su legado poético.

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