El empresario Bartolomé Cursach ha lamentado hoy seguir siendo el propietario, "por desgracia", de una finca rústica de unos 150.000 metros cuadrados próxima al hospital de Son Espases, que compró en 2003 pensando que Palma crecería por esa zona y en la que no se le ha permitido construir nada.

Cursach ha sido el segundo empresario que ha comparecido hoy ante la comisión parlamentaria que investiga el presunto fraude en la adjudicación del hospital Son Espases.

Sobre la posibilidad de que tuviera información privilegiada el empresario ha asegurado que se enteró de que se iba construir dicha infraestructura sanitaria con posterioridad a la compra del terreno, "cuando salió publicado en los periódicos".

Según Cursach, empezó a negociar la adquisición de Son Cabrer en el año 2000 y en 2002 pagó un millón de euros como opción de compra, a la espera de que los propietarios, tres hermanos, solventaran algunos problemas relacionados con una herencia, razón por la que no se escrituró la compraventa hasta 2003.

El empresario ha recalcado que en la actualidad la finca de Son Cabrer "no vale nada por lo que ha pasado", ya que "no dejan hacer nada" en ella. "No me han dejado construir nada allí", ha añadido.

También ha relatado que presentó un proyecto para hacer un geriátrico y hace algo más de un año otro para un centro sanitario y ambos le han sido denegados.

Cursach ha dicho no recordar los motivos por lo que le fue denegado el proyecto de geriátrico, ha defendido que la compra de la finca fue una decisión empresarial y ha negado haber consultado a ningún responsable de la administración ni a ningún miembro de un partido político sobre posibles proyectos en dicho terreno.

Ante la pregunta de la diputada Fina Santiago de cómo interpreta que el entonces concejal de Urbanismo de Palma, Javier Rodrigo de Santos, dijera públicamente que se denegaba la autorización del geriátrico porque "nadie se debía enriquecer a la sombra de Son Espases", Cursach ha respondido "Rodrigo de Santos era un dechado de virtudes, lo que dijo va a misa".

Preguntado acerca de si habría adquirido la finca de haber sabido que veinte años después seguiría teniendo la calificación de rústica, Cursach ha afirmado: "Por supuesto que no, no la compré para sembrar patatas, la compré porque pensé que Palma iba a crecer por ahí".

Acerca del precio que pagó, 13,5 millones de euros que suponen unos 90 euros el metro cuadrado, Cursach ha detallado que "cualquier terreno que con el tiempo pudiese tener el crecimiento de Palma valía más de 90 euros". "Yo he comprado solares a mucho más que eso".

"Eso se paga en un momento en que hay una alegría y todo va a ir bien y que cuando sales del notario lo que has comprado ya vale un 10% más. Con mentalidad de hoy no se puede juzgar por lo que había en 2001, 2002 y 2003", ha afirmado.

Ha insistido en que "en esa época, cuando alguien compraba una finca era para ver qué se podía hacer, las cosas han cambiado mucho".