El barrio de Pere Garau, durante la soleada y plácida mañana de ayer, parecía más vivo y más ajeno que nunca a los sangrientos sucesos que han sacudido el país vecino. No obstante, la numerosa comunidad musulmana que convive en esta barriada sí lamentaba la presencia de medios de comunicación preguntándoles sobre una barbarie de la que se apresuraban a declararse totalmente en contra.

"Estos hechos no representan al Islam. Esta palabra viene de salam y significa paz, no tiene nada que ver por tanto con los asesinatos de unos cuantos fanáticos. Nuestra religión nos dice que si has matado a un hombre es como si has matado a toda la humanidad", diferenciaba uno de los habitantes de esta comunidad, de origen argelino.

Mohamed El Alaoui, un marroquí que lleva catorce años viviendo en Mallorca, isla en la que han nacido sus tres hijos, no creía que los sucesos de Francia vayan a enturbiar unas relaciones completamente normales con sus vecinos españoles. "¿Mala imagen? Solo tendrán esa impresión la gente que no es culta, que se cree que todo el mundo es igual. Por el hecho de ser musulmanes no significa que seamos unos asesinos, simplemente tenemos otras creencias", sostenía.

En defensa de sus vecinos marroquíes salía Francisca Ortiz, una mujer que lleva más de cincuenta años viviendo en una de las calles aledañas a la mezquita del barrio, "desde cuando aquí no había ningún marroquí", recalcó.

"Siempre me han respetado mucho. Son buena gente, en cuanto salgo a la calle no paro de saludar a todo el mundo. En el momento que me ven cargada con la compra, me la suben hasta mi casa ya que no tengo ascensor. Y cuando se me ha muerto alguien, son los primeros en acompañarme al funeral, pese a que profesan otra religión", enumeró las bondades de sus vecinos una agradecida Francisca, que subrayó el respeto que todo el mundo se guarda en esta barriada.

"Normal, es una persona que ya está mayor y no puede cargar peso", corroboraba el discurso de su vecina Hasan, un marroquí de Casablanca residente en Mallorca desde el año 1997, que también se ufanaba de que tanto él como varios de sus paisanos "donamos sangre cada dos o tres meses".

Quien tampoco creía que esta convivencia sin sobresaltos vaya a cambiar por un acto de barbarie cometido a miles de kilómetros de distancia era El Houari Habina, mientras saboreaba con parsimonia un té en un restaurante del barrio. "Hay gente aquí me trata mejor que mis propios paisanos, porque las personas, en definitiva, te tratan según cómo eres", filosofeaba este marroquí originario de la localidad de Meknés que en los quince años que lleva en Mallorca ha alternado su trabajo entre la hostelería y la construcción. "Todos somos seres humanos y debemos respetarnos. Soy musulmán y el Corán no dice que hagamos estas cosas", realzaba las diferencias que separan al creyente común de los fanáticos yihadistas que han sembrado el terror por las calles de París.

No obstante, entre las personas entrevistadas también subyacía la duda de que todo lo que ha ocurrido no sea un montaje para descalificar al Islam. Esta era la opinión de Juan Peralta, uno de los responsables de la mezquita, que emplazaba a ver un vídeo que circula por youtube en el que, aseguraba, se veía a más de cinco encapuchados armados con metralletas bajo la redacción recién atacada de Charlie Hebdo mientras que otro permanecía en la azotea del edificio. "No quiero opinar sobre esto hasta que se aclare todo, pero me parece un nuevo complot sionista contra el Islam que ha contado con la participación de los servicios secretos franceses", concluía antes de retirarse.

Opiniones similares se oían en varias carnicerías halal. "Todo esto es economía, no nos afecta a la gente normal. Y aquí no pasará nada. Cuando pasó lo del 11-M yo estaba estudiando en sa Pobla y, ¿qué pasó? Nada", recordaba un carnicero que deploraba la falta de respeto mostrada por la revista satírica francesa hacia su profeta y aseguraba que "yo soy muy religioso pero no discuto con los cristianos, discuto con el libro", concluía mostrando un Corán.