A los rusos les cuesta hoy más del doble que hace un año viajar a la Unión Europea. La razón es el desplome de su moneda, el rublo, desfondada esta misma semana como consecuencia de la crisis petrolera que ha arrastrado a mínimos el precio del petróleo, sostén de la economía rusa. El resultado es que el lunes el rublo se depreció un 9%, y ayer mismo caía un 25% adicional, después de que el Gobierno de Vladimir Putin decidiese elevar de golpe los tipos de interés del 10,5% al 17%. Así que ayer eran precisos 100 rublos para comprarse un euro, cuando hace apenas un año bastaba con 38. Es decir, hoy el dinero de un turista ruso vale menos de la mitad.

La consecuencia directa la dejaba ayer clara Tom Peeters, director comercial de uno de los touroperadores que más rusos traen a Mallorca: durante 2014 la llegada de turistas de Rusia ha caído un 35%, y todo apunta a que en 2015 la debacle será de en torno a un 25% adicional. Y casi imposible de evitar. "Con el rublo tan bajo, al ruso no le vale la pena salir a la Unión Europea", sintetiza Peeters, que supedita la evolución del mercado ruso en los próximos meses a la marcha de la divisa.

Pero pinta mal. Ayer las noticias que llegaban de Moscú eran todas desalentadoras. La bolsa moscovita, tras la subida de tipos de interés, se desplomaba un 15% en pocas horas. Y con los inversores a la fuga, el petróleo no da tregua: su cotización continúa en mínimos, en los 62 dólares por barril, una losa para un país que en la última década a asentado su resurgir económico en las explotaciones de crudo y gas. Extraña poco por ello que el banco central ruso haya ensombrecido aún más las perspectivas de su economía para 2015, cuando espera una recesión de grandes proporciones, con una caída del 4%.

Las previsiones turísticas son de este modo nefastas. Peeters, de hecho, ve poco margen para actuar, más allá de esperar una recuperación del rublo que hoy se antoja poco probable. La alternativa, dice, es que las aerolíneas rebajen sus tarifas sustancialmente y que los hoteles hagan lo propio, pero ni con eso será fácil que Mallorca pueda competir con destinos de moneda más barata para los rusos, como Turquía o Tailandia. "Es que aunque bajemos los precios hoteleros de Mallorca un 30% no tienes garantizado nada. Faltaría ver qué hacen las aerolíneas. Con el castigo que está sufriendo el rublo pierde interés un cliente que comercialmente era muy rentable para Mallorca, por su poder de compra cada vez que viajaba", reflexiona Peeters, que ofrece otra clave: con este cambio rublo-euro, los rusos que lleguen, además de ser muchos menos, tendrán escaso para gastar tan alegremente como suelen.

Trabas al viajero: el nuevo visado

Tampoco contribuye a agilizar la llegada de rusos el nuevo visado biométrico que se les exige. Como solo se expide en Moscú y San Petersburgo, los turistas deben de viajar en algunos casos cuatro y cinco horas para obtenerlo. Aunque eso afecta más a Cataluña, dice Peeters: allí viajan rusos de muchas regiones, mientras que a Mallorca llegan sobre todo los de las grandes ciudades. En cualquier caso, eso no ayuda. Como no ayuda, añade Peeters, la falta de promoción en Rusia. "El cliente ruso no conoce Balears y Mallorca", recalca, antes de dar un dato que da idea de la importancia de este mercado ahora en crisis: "un turista ruso equivale a cinco británico", dice, en referencia a lo que gastan.

Aunque no todo son malos augurios. El director comercial de NT Incoming explica que, en un par de años, el turista ruso volverá a Balears con ganas. Peeters documenta que las islas obtienen muy buenos resultados en las encuestas de satisfacción que hacen a los viajeros procesdentes de Rusia. "Gustamos mucho a estos tursitas", afirma. Lo malo que ahora no tienen dinero para pagarse el viaje.