Katiana Vicens, la secretaria general del sindicato Comisiones Obreras en Balears, negó ayer que hubiera roto el cristal delantero de un autobús durante la huelga general de marzo de 2012, para obligar al chófer a sumarse a la movilización. La fiscalía, que no cree su versión, solicitó ayer que se la condene a cuatro años y medio de cárcel por obligar, bajo coacciones, a un trabajador a hacer huelga en contra de su voluntad.

Vicens, defendida por el abogado Josep Perelló, contó con el apoyo del líder nacional de su sindicato, que se desplazó a Palma para asistir al juicio. Fernández Toxo aseguró que este proceso responde a un intento de perseguir al movimiento sindical y defendió la inocencia de Vicens. También mostraron su solidaridad otros destacados sindicalistas de las islas.

La líder sindical se sienta en el banquillo por unos hechos que ocurrieron en la estación intermodal de Palma. Un grupo de sindicalistas se concentró frente a los autobuses que estaban cubriendo los servicios mínimos. El conductor de uno de los vehículos acusó a Vicens de haber arrancado el letrero de servicios mínimos, de insultarle llamándole "esquirol" y de romper la luna del vehículo para evitar que iniciara el trayecto.

Katiana Vicens recordó, en su defensa, que subió al autobús para pedir al chófer y a los ocupantes que se sumaran a la movilización sindical.

Negó que hubiera golpeado el cristal, ni que hubiera arrancado el letrero. Pero afirmó que el conductor la agarró del brazo y "me zarandeó violentamente. Un policía me tuvo que rescatar", dijo. La sindicalista negó que portara algún objeto con el que pudo golpear el cristal y rechazó que hubiera llamado "esquirol" al trabajador, aunque para ella no se trataba de un insulto. "El chófer estaba muy nervioso, pero no se por qué miente", dijo.

Insultos

El conductor, en cambio, ratificó la versión que había denunciado. Explicó que ese día cubría los servicios mínimos y no quería hacer huelga. "Subió una mujer al autobús y me insultó. Arrancó el cartel y rompió el cristal. Un policía lo vio todo", explicó. El denunciante detalló que "llegué a sentir miedo" y explicó que no pudo salir de la estación con el vehículo, porque un piquete sindical se lo impidió al colocarse frente a la rampa de salida.

El trabajador no pudo detallar si Katiana Vicens golpeó el cristal (cuya reparación costó 1.900 euros) con algún objeto, porque él no lo vio, pero aseguró que es relativamente sencillo fracturar este tipo de luna. A partir de este incidente, recordó el conductor, un grupo de sindicalistas se concentró frente al autobús y varios de ellos dieron golpes al cristal.

El policía que identificó a Vicens tras el incidente en el autocar, aseguró también que la líder sindical fue la autora de la fractura del cristal. Afirmó que la rompió cuando arrancaba el letrero.

En cambio, otros sindicalistas, que estaban manifestándose en la estación, negaron que Katiana Vicens hubiera fracturado el cristal. Todos coincidieron en que se trató de un incidente típico de una jornada de huelga.

La fiscal Amparo González fue muy dura con Vicens. Aseguró en su informe que en este juicio no se cuestionaba ni el derecho a la huelga, ni la libertad sindical. Se juzgaban unos hechos concretos que a su juicio eran delictivos, porque obligaron a un trabajador a secundar una huelga cuando no quería sumarse a la movilización. "La ley permite los piquetes informativos pero no los piquetes de coacción", recordó. La fiscal se quejó de que Vicens portara un pin en la ropa reivindicando los derechos sindicales. "Aquí no se juzga a un sindicato. Los derechos fundamentales tienen límites. El derecho a la huelga termina cuando empieza el derecho del trabajador a no secundarla", mantuvo. En su informe, la fiscal acusó a Vicens de practicar métodos antidemocráticos. "Estos comportamientos no se pueden aceptar en un estado de derecho. Aquí no se pone en duda la libertad sindical, pero es un método antidemocrático obligar a un trabajador a sumarse a una huelga cuando no quiere".

El abogado defensor criticó que la fiscalía solicitara una condena tan drástica. Afirmó que no se había demostrado el comportamiento violento de Vicens y defendió que los hechos se debían contextualizar en un ambiente de huelga general. El letrado criticó la declaración del conductor y aseguró que no se había demostrado que la sindicalista hubiera fracturado el cristal. Además, aseguró que no fue Vicens quien impidió que el vehículo arrancara e iniciara su ruta.