Una hipotética lista electoral a Cort encabezada por Mateo Isern obtendría más votos en Palma que la también imaginaria candidatura de José Ramón Bauzá al Consolat en la capital. Esta evidencia explica y a la vez convierte en incomprensible la expulsión del vigente alcalde del edén conservador. El partido prescinde de su mayor y casi único activo electoral. La intervención Deus ex machina de Génova viene dificultada por las infecciones que devastan al partido en Madrid.

Bauzá justifica el disparate, ante sus correligionarios, con la excusa de que Isern no obtendrá de todas formas la mayoría absoluta en Cort. Omite que tampoco habrá hegemonía en el Parlament. El enésimo capricho neroniano, de un president que ha instaurado el reino del error, no oculta la pésima administración del carisma de Isern. El alcalde se comporta como un señorito palmesano. Lo es.

En síntesis, Bauzá no quiere que Isern le sobreviva. El odio que siente hacia el abogado a quien ofrendó Cort se ha adentrado en lo patológico. En el mitin de Rajoy previo a las municipales y autonómicas de 2011, el hoy presidente del Gobierno señaló deslumbrado que "Palma necesita un alcalde con porte y percha como Mateo". Los periodistas ironizaron sobre el olvido implícito de Bauzá, y su físico igualmente admirable a juicio de su propietario. El hoy president no se tomó el comentario a broma. Ni siquiera él se atribuiría la mínima virtud política, pero con un cuerpo que considera escultural no se juega.

Produce cierto sonrojo enarbolar el fantasma de los celos en una crónica política, pero en esta versión coinciden los círculos íntimos de Isern y Bauzá. Sin olvidar el negocio que el PP considera inseparable de su labor de gobierno. Así, la adjudicación del segundo casino de Palma al Bingo Balear anudó la confrontación económica al debate que mantienen ambos políticos confrontación económica al debate que mantienen ambos políticossobre sus bellezas respectivas.

La introducción de Rodríguez en la ecuación desvía el sainete hacia la astracanada. El concejal que le lloraba a Fageda su despecho es el personaje más sobrevalorado de la mitología del PP. Sus descabelladas virtudes demiúrgicas apenas disimulan a un fósil que no gana votos y los pierde a chorros.

Rodríguez lo tendría difícil, si le obligaran a elegir entre el desprecio que ha incubado contra Isern y Bauzá. El president lo manipula como ceñudo verdugo. De nuevo, es una acartonada figura de parque temático, un anacronismo en la isla donde Podemos pugna por convertirse en la segunda fuerza política.

La frágil coalición entre Bauzá y Rodríguez bendice el éxodo de votantes del PP hacia Podemos. Con una nula gestión en ambos casos, el alcalde ha transmitido al menos la empatía que el president desconoce. Una sonrisa o la admisión de un leve error abonan la tolerancia hacia la suciedad y el ruido de Palma. La estrategia contrasta con un Bauzá que se considera literalmente un general obligado a lidiar con la soldadesca o ciudadanía, sin el vasallaje ciego de su "sargento" Isern.

Los populares prehistóricos reprochan la falta de sumisión de Isern. De nuevo, ha ocurrido todo lo contrario. El alcalde que ha asfixiado a Aina Calvo con zalemas debió plantarse tiempo atrás, ante las exigencias ilimitadas de un Bauzá cuya candidatura solo es avalada apasionadamente por la oposición. El PP ha confirmado los riesgos que conlleva mantener a Bauzá, así que se desprende de Isern. Una extraña lógica impera cuando un president que odia el Consolat destituye a un alcalde que ama las vanidades de Cort.