Poco o nada habría cambiado en Mallorca si la propuesta de elección directa de los alcaldes que ahora propone el Partido Popular hubiera estado en vigor en los últimos comicios municipales de 2011. El PP no habría conseguido ni una sola alcaldía más. La única ventaja que habría obtenido hubiera sido poder prescindir de pactos en cuatro municipios en los que hoy en día gobierna con otras formaciones. Eso sí, siempre y cuando la reforma incluyera que para acceder de manera automática a la alcaldía fuera necesario más del 40 por ciento de los votos y una diferencia de siete puntos con la segunda formación. Requisitos que podría contemplar la reforma de la ley electoral que propone Rajoy y que se debatirá en septiembre.

Entre las pocas cosas que hubieran cambiado habría, el caso de la tránsfuga del PSM que dio Alcúldia al PP. Ahí, los populares, con la lista más votada y con más de un 40 por ciento de los votos, habrían llegado a la alcaldía sin necesidad del apoyo de la edil Carme García. Tampoco en Campos +Acció hubiera podido forzar a pactar al PP dando inicialmente su apoyo al candidato de Campos pel Canvi, tercera formación en el consistorio. Igual que en estos dos casos, el PP no hubiera necesitado pactar ni con Convergència per les Illes (CxI) -ahora el Pi- en Consell, ni con la Asociación Vecinal Independiente (AVI) en Bunyola. Todo ello siempre y cuando la reforma hubiera incluido que para la elección directa, la lista necesitara, al menos, un 40 por ciento de los votos y una distancia con la siguiente formación del siete por ciento.

Sin el 40%, seis alcaldías más

Sin ese porcentaje de votos mínimos algo más habrían cambiado las cosas. En ese caso sí que el PP se habría hecho con más alcaldías. En concreto, con seis más: Valldemossa, Sencelles, Santa Maria, Sant Llorenç des Cardassar, Son Servera y Capdepera. Todos, municipios en los que fue primera fuerza pero sin mayoría. Además, se elevarían a doce localidades en las que el PP habría podido prescindir de pactos. Estas son: Andratx, Llubí, Búger, Pollença, Sineu, Vilafranca de Bonany, Sant Joan y Ses Salines, además de las antes mecionadas Bunyola, Alcúdia, Consell y Campos. En total el PP gobernaría en 40 municipios por los 34 en los que lo hace con la actual norma electoral.

Las formaciones más perjudicadas con la reforma de la ley de haberse aplicado en 2011 y no contemplarse el 40 por ciento habrían sido el PSIB, que se habría quedado sin cuatro de sus alcaldías, y el Pi, que aunque no perdería ninguna no habría sido clave en varios municipios.

Pero todo apunta a que la propuesta contemplará ese 40 por ciento de votos mínimo y esos siete puntos de ventaja. Sin embargo, no hay nada concreto. Lo explica el secretario general del PP en las islas Miquel Vidal: "Partimos de dos principios, que la lista más votada tenga la alcaldía y que esta reforma sea consensuada". Por ello, para que haya el máximo consenso, desde el PP no quieren concretar nada más. "Es una propuesta abierta al diálogo. Si nosotros decimos que tiene que haber un 40 por ciento y otros nos dicen que tiene que ser un 35 por ciento, seguro que nos entenderemos en el 37", pone de ejemplo Vidal, quien subraya que "lo que no puede ser es que en una carrera el que llega tercero gane la medalla de oro". Defiende la propuesta en que "luego llegan a la alcaldía formaciones que no pueden cumplir con su programa".

"El PP tiene miedo"

El resto de formaciones se opone a esta propuesta. Ni si incluye el 40 por ciento ni si no lo hace. "El PP ve que después de los brutales recortes en derechos y servicios básicos pierden muchas alcaldías y mayorías absolutas y por ello plantean esta reforma, porque tiene miedo", interpreta la secretaria general de la Federación Socialista de Mallorca, Sílvia Cano. Desde la coalición Més, su secretario general, Biel Barceló, entiende que "cambiar las reglas del juego cuando el PP ve que puede perder alcaldías es una cacicada". Desde Esquerra Unida también señalan "el temor del PP a perder después del desastre de las europeas" y en Podemos lo definen como "la consolidación por ley de una minoría absoluta". En el Pi, Josep Melià apunta en la misma dirección: "Es una reforma hecha a medida para no perder alcaldías".

En el PP niegan pensar en los próximos comicios. "Aunque la oposición lo quiera vender como una cacicada no la plantemos en este sentido. Favorecerá a unos en un sitio y a otros en otros", insiste Miquel Vidal. Si tomamos los resultados de 2011 poco habría cambiado, pero, ¿hasta qué punto podría salvar alcaldías el PP en las próximas municipales de 2015? No está claro, pero si los resultados de las europeas pudieran extrapolarse a estos próximos comicios, difícil lo tendría para garantizarse alcaldías con el 40 por ciento. El 25 de mayo, sin la concurrencia de el Pi, Més, ni agrupaciones independientes, el PP, pese a ser primera fuerza en todos los municipios salvo en diez, solo superó el umbral del 40 por ciento de los votos en cuatro de los 52 municipios de Mallorca: Escorca, Sa Pobla, Santanyí y Valldemossa. Pero es difícil poder ajustar esos resultados con los de unas municipales.

Falta conocer la letra pequeña

"A falta de conocer la letra pequeña puede que no afecte tanto", valora Josep Melià analizando cómo podría traducirse. "Es una reforma que la hacen pensando en salvar las grandes ciudades, no en la realidad municipal de Mallorca", apunta el vicepresidente del Pi, que se muestra cauteloso: "Habrá que ver la letra pequeña". Eso preocupa a Podemos. "Te preguntas qué más pueden hacer en este expolio a la democracia", expresa preocupada su cara más visible en la isla, Laura Camargo.

Plantea varios interrogantes desde Més Biel Barceló, que señala que pueden darse "situaciones sin ningún sentido: mayorías de izquierdas gobernadas por alcaldes de derechas o viceversa". "Necesariamente esto tiene que pasar por dar más poder a los alcaldes, lo que equivale quitar poder al pleno y por lo tanto menos democracia", apunta por un lado. Por otro, se pregunta: "¿Qué pasará con la moción de censura? Mantenerla haría que no tuviera sentido la reforma y quitarla sería una aberración", plantea Barceló. Otra pregunta la formula Josep Melià: "si quieren que sea el alcalde con más apoyo, ¿por qué no plantean hacerlo a dos vueltas?".

El PSIB se mantiene en que harán "un frente común fuerte" para evitar la reforma. Mientras, desde Més y Podemos no descartan coaliciones preelectorales en determinados municipios. Manel Carmona de EU aboga por ello: "Hay que apostar por candidaturas que aglutinen a la izquierda", defiende, y no descarta que la reforma acabe siendo negativa para el PP: "Cuidado que no se lleven una sorpresa". En el PP, Vidal insiste: "Vamos a dialogar".