Una vez acabadas las vacaciones de verano, crece el número de familias que se enfrentan al problema de que sus jóvenes han comenzado a registrar problemas con las drogas.

Gisela López destaca que hay indicios que permiten sospechar a los padres que algo está sucediendo, aunque reconoce que éstos se solapan muchas veces con los cambios habituales en la adolescencia.

En cualquier caso, apunta que entre estos indicadores están los cambios de comportamiento o de intereses, aumento de la tensión en el hogar, empeoramiento de los resultados escolares, pérdida de comunicación con el resto de la familia, modificación de los horarios que eran habituales o cambios de carácter físico.