Projecte Home registra dos momentos del año en el que la demanda de atención a jóvenes a causa del consumo de drogas registra un apreciable repunte: los meses de septiembre y enero, ambos tras un largo periodo vacacional en el que los niños pasan más tiempo en la calle y menos bajo el control de padres y profesores. Porque esa mayor libertad estival hace que el contacto de los menores con los estupefacientes sea más fácil. El problema no radica solo en ese aumento puntual que llega de la mano del verano, sino en que cada vez son más los afectados con menos de 18 años, según señala Gisela López, una de las personas que trabaja en esta organización.

En este aspecto, destaca que en este momento un 57% de los jovenes atendidos son menores de 18 años, cuando en 2012 ese porcentaje era del 46%, y refleja el creciente contacto que los adolescentes tienen con las drogas. Y a diferencia de lo que sucede con los mayores de edad, en los que el alcohol aparece presente en una gran parte de los casos de drogadicción, en los menores más de tres de cada cuatro casos están relacionado con el cannabis.

Según explica Gisela López, los chavales de menos edad no han entrado todavía en los ámbitos de ocio nocturno en el que el consumo de bebidas alcohólicas es habitual, y destaca que incluso en las entrevistas que se mantienen con ellos hacen gala de no ser bebedores. Pero por contra, no existe esa conciencia de los riesgos que conlleva el fumar ‘porros’. Y la edad en la que muchos se inician en su consumo se mueve en la preadolescencia, entre los 12 y los 13 años.

Los datos que aporta la Dirección General de Menores del Govern también reflejan ese perfil. Al cierre del pasado año, habían pasado por internamientos terapéuticos para afrontar problemas con las drogas siete chicos de 14 y 15 años, 22 de 16 y 17 años, y 13 de 18 a 21 años. En el caso de las mujeres, cuatro tenían 14 o 15 años, nueve 16 o 17 años y tres de 18 a 21 años.

Un matiz que se hace desde Projecte Home es que a las edades más tempranas en la mayoría de los casos no se debe hablar de problemas de drogadicción, sino de contacto inicial con el mundo de las drogas, por lo que no es complejo afrontar este problema siempre y cuando se de un requisito fundamental: la colaboración de la familia.

Otro cambio en el perfil del joven con problemas de este tipo se da en el sexo. Las chicas suponen ya el 29,1% del total, cuando hace poco su tasa se situaba en el 21,7%. Esta “masculinización” de las mujeres en el contacto con las drogas se percibe también en otras sustancias, como el tabaco.

Si entre los jóvenes el 76% de los casos está vinculado al cannabis, en segundo lugar aparece, con un 12% de las personas atendidas, la cocaína, en este caso sí vinculada a veces con el alcohol.

En este sentido, desde esta organización se destaca que a medida que aumenta la edad, el problema aparece más relacionado con el policonsumo, es decir, aparece más de una sustancia en estos hábitos, y la presencia del alcohol aumenta de forma considerable.

Familias estructuradas

Otro dato que se facilita desde Projecte Home es que el mayor crecimiento en el consumo de drogas aparece entre los jóvenes pertenecientes a familias estructuradas y que en principio no registran problemas de convivencia y desarrollan una vida totalmente normal, enturbiada por los estupefacientes.

La ventaja de este hecho es que resulta mucho más fácil afrontar así el problema. Porque un aspecto en el que insiste Gisela López es que el papel de las familias es fundamental para afrontar estos problemas, y que si éstas se implican a la hora de fijar las pautas en el comportamiento de los padres y para mejorar la comunicación con los hijos, además de marcar límites a estos, el porcentaje de éxito crece de forma espectacular, especialmente en las edades más tempranas. En concreto, un 45% de los casos de jóvenes atendidos por Projecte Home se dan en relación a estas familias estructuradas, frente a un 39% en los que el entorno del afectado resulta mucho más complejo. En el 16% restante se trata de situaciones de consumo muy inicial o actuaciones preventivas.

En el caso de esta organización, la inmensa mayoría de los chavales atendidos son españoles, con alrededor de un 88% de los casos, quedando muy por detrás los latinoamericanos, con aproximadamente un 9%, y los magrebíes, con poco más de un 2%, aunque en este último grupo se comienza a apreciar un rápido incremento. Por debajo del 1% se sitúan los extranjeros procedentes de otros países de la Unión Europea.

Otro aspecto a tener en cuenta es que solo un 31,6% de estos jóvenes cuenta con antecedentes penales.