Can Puig cambia de dueño. El imponente edificio del siglo XV que preside desde su fachada roja la milla de oro comercial del Born es ya propiedad de un grupo inversor británico, que ha decidido pagar algo más de cinco millones de euros para construir cinco viviendas de lujo en la mansión señorial, según confirman fuentes cercanas a la transacción. La compra, publicada en exclusiva por Diario de Mallorca, la más cuantiosa que se ha realizado en la zona durante la crisis, es solo un ejemplo de lo que en realidad es tendencia general: según explican diversas fuentes del sector de la construcción y del mundo inmobiliario, los espacios más emblemáticos de Mallorca y Palma son hoy objeto de deseo de fondos de inversión y empresas de bienes raíces de toda Europa.

Unos y otros hablan de empresas de capital riesgo y fondos buitre que están tomando posiciones especulativas en lugares como Portals, Andratx y la propia Palma, mientras grandes inmobiliarias británicas y alemanas se suman a las potentes marcas del ladrillo de lujo de Mallorca en la búsqueda de viviendas de alto standing en la isla. Y lo mismo ocurre con hoteles y espacios comerciales, certifican en firmas de consultoría como Deloitte, que en los últimos meses detectan una creciente demanda de espacios de negocios y, sobre todo, de establecimientos hoteleros ubicados en las zonas nobles de la isla.

Así llegó el pasado invierno un grupo chino a hacerse con el Valparaíso. Y en el sector avanzan que en los próximos meses se van a cerrar más ventas de hoteles importantes a inversores árabes y asiáticos y a grupos turísticos europeos, casi todos ellos ligados a los grandes touroperadores del continente. Al tiempo siguen llegando inversores nórdicos, alemanes y británicos para abrir hoteles ligados al lujo y el gusto más refinado en edificios del casco histórico palmesano, como ya ocurrió con Can Alomar o con los cinco hoteles boutique abiertos en los últimos dos años en las calles del centro.

“Estamos detectando un aumento de la confianza entre los inversores que buscan activos singulares y edificios emblemáticos en Mallorca”, decía premonitorio hace un mes el director en Balears de la propia Solvia, Alejandro Grau, la inmobiliaria del Sabadell que acaba de cerrar la venta de Can Puig. En los mismos términos se expresaba y se expresa el presidente de los promotores de la isla, José Luis Guillem, cuya empresa se ha especializado en un segmento, el lujo, que va precisamente de lujo. Y en todos los segmentos. En el sector están vendiendo mansiones junto al mar por más de 10 millones y apartamentos de más de 5 millones en el centro de Palma, casi siempre a fortunas alemanas, británicas, escandinavas, suizas, francesas y rusas.

Escalada de precios

Los efectos son casi inmediatos: si la demanda aumenta, el precio sube. Economía de manual. Y así está siendo. Tres fuentes estadísticas distintas documentan los rasgos fundamentales del apetito inversor. Primero: según el Colegio de Registradores de la Propiedad, el 18% de las ventas de inmuebles del último año en la isla han tenido como comprador a un fondo de inversión extranjero, y si se incluye en la estadística también a particulares foráneos, una de cada tres compras inmobiliarias en la isla está protagonizad por capital extranjero (la tasa de inversión internacional más elevada de España). Segundo: la presión compradora provocó ya el año pasado que Balears fuera la comunidad española en la que antes empezó a subir el precio de la vivienda, y propicia también que las islas sean hoy, con diferencia, el territorio en el que más está aumentando el valor de los inmuebles (un 1,1% la vivienda usada y el triple la nueva, tasas que multiplican por cinco la media española). Y tercero: el creciente interés de grandes grupos comerciales y de inversión por los espacios de negocios y turismo, hace que Balears sea hoy, con Madrid, la comunidad con locales más caros.

Este último hecho está detrás del interés por edificios como el de Can Puig, cuyos bajos comerciales seguirán en explotación por Zara y H&M, que ocupan 2.506 metros en el inmueble. El valor de la zona ha subido tanto que en algunos de los locales ha alcanzado cifras que hacen muy complicada la rentabilidad, como los 15.000 euros mensuales que cobran por un espacio de apenas 200 metros en calle Unió, o los más de 10.000 que se piden por casi cualquier local de las calles Sant Miquel o Jaume III.

Estos precios tienen como consecuencia que el valor medio del metro cuadrado comercial en Mallorca sea de 1.860 euros, cuando el promedio español son 1.420, en comunidades como Cataluña no superan los 1.500 y en otras regiones turísticas como la Comunidad Valenciana o Andalucía no llegan a 1.200 euros por metro. Y más interesante para los inversores que intentan entrar en las islas: según datos del Colegio de Registradores de la Propiedad, mientras el valor de los locales comerciales bajó el último año en España un 2,5%, con caídas de vértigo en las principales comunidades del país, en las islas el valor del metro cuadrado de tienda se disparaba un 8,4%, cifra máxima nacional, que explica por sí sola la voracidad compradora de los grupos inversores extranjeros que ahora miran hacia Mallorca.