La localidad costera de Palmanova, en el municipio mallorquín de Calvià, disfrutó ayer de un claro y soleado día de verano, un clima casi idéntico al de hace cinco años cuando ETA puso fin a la vida de los guardias civiles Diego Salvà y Carlos Saenz de Tejada, las dos últimas víctimas de la banda terrorista en España.

Al igual que el 30 de julio de 2009, las playas de Palmanova y Magaluf, a muy poca distancia del lugar del atentado, estaban ayer llenas de miles de familias y jóvenes turistas, principalmente británicos, que disfrutan de sus vacaciones y del sol que tanto anhelan de España.

La mañana arrancó con nubes y un chubasco sobre Palmanova y, por deseo de las familias, no se había previsto ningún acto oficial, salvo la misa que se ofició por la tarde.

El 12 de octubre la Guardia Civil rendirá homenaje a ambos agentes muertos en acto de servicio en lo que, hasta ahora, es el último atentado cometido por la banda terrorista.

En el lugar del atentado, donde hay una placa de homenaje a los dos agentes fallecidos, no faltaron ayer los padres de Diego Salvà, Antonio y Montse, que dejaron unos ramos y guardaron unos momentos de silencio junto a algunos de sus hijos.

Antonio Salvà dijo que “ojalá” estas dos muertes sean las últimas, aunque mostró sus dudas porque ETA no son solo “los pistoleros”, sino todo su entorno y una parte de la sociedad vasca que fomenta el “odio”. “Ojalá que me equivoque”, deseó este médico urólogo, padre de familia numerosa que aunque en estos cinco años ha perdido a un hijo, las circunstancias de la vida le han llevado a él y a su mujer a adoptar a dos niños más.