­Jaume Matas, el primer president de Balears que ingresa en prisión por corrupción, podría obtener el tercer grado penitenciario en menos de dos meses, según aseguraron ayer expertos en derecho penitenciario. Si obtiene esta calificación carcelaria, Matas, en el peor de los casos, solo tendría que ir a la cárcel a dormir, pero ni siquiera todos los días de la semana.

El futuro penitenciario de Jaume Matas depende en estos momentos de la Junta de Tratamiento de la cárcel de Segovia, donde el exministro ingresó el pasado lunes para cumplir una condena de nueve meses por un delito de tráfico de influencias. Esta junta la componen funcionarios expertos en distintas materias, que analizan la situación personal de cada recluso antes de acordar el régimen penitenciario que le imponen. El tiempo medio para adoptar esta decisión suele ser de alrededor de los dos meses, si bien depende del número de reclusos que alberga la prisión. La cárcel de Segovia no dispone de una población reclusa muy masificada.

Según este experto, lo más habitual es que un preso que entra por primera vez se le clasifique en segundo grado. Si se trata de un recluso agresivo se le aplica un régimen mucho mas severo, como es el aislamiento. Excepcionalmente, la Junta puede otorgar directamente el tercer grado a un preso, si se valora que su situación personal lo justifica. No sería la primera vez que un preso con influencia política ha podido salir de la cárcel, gracias a esta clasificación penitenciaria, pocas semanas después de su ingreso.

La Junta de Tratamiento de la prisión no tiene ninguna obligación de solicitar la opinión al juez antes de adoptar una decisión sobre un preso. Su decisión es independiente. Solo está obligada a informar de su decisión al fiscal, pero no al juez. Si la fiscalía no está conforme con esta decisión sí puede presentar un recurso ante el juez de vigilancia penitenciaria, que en el caso de Jaume Matas, sería el del juzgado de Segovia. Si el fiscal no presenta dicho recurso, el juez no tiene la posibilidad de anular de oficio la clasificación de un preso, según aclaran fuentes penitenciarias. Lo más habitual es que antes de conceder el tercer grado a un recluso, éste haya disfrutado de algún permiso de salida. Así se valora el comportamiento del preso lejos de la cárcel. En el caso de la prisión de Palma, en la mayoría de casos la Junta de Tratamiento suele rechazar la primera petición de permiso que solicita un recluso, pero no en todas las cárceles se actúa de la misma manera. La ley penitenciaria permite cierto margen de actuación a estos funcionarios penitenciarios, que no tienen ninguna obligación de explicar a la autoridad judicial los criterios que han seguido para adoptar una decisión sobre un preso.

La abogada de Matas ya adelantó ayer que confía en que en pocos meses se le conceda el tercer grado a su cliente. Anunció que no lo iba a solicitar, entre otras cosas porque en todos los casos la Junta actúa de oficio a la hora de decidir la clasificación penitenciaria de un recluso.

Mientras se decide este régimen interno, Matas permanecerá los primeros días en el módulo de ingresos. Siguiendo el protocolo habitual, al ser la primera vez que ingresa en la cárcel, estos presos pasan las primeras noches acompañados de reclusos de confianza. Después son trasladados a uno de los módulos, donde mantienen un contacto directo con el resto de reclusos.

El régimen penitenciario que se aplicará a Jaume Matas ya no depende de los jueces de la Audiencia de Palma que han ordenado que cumpla esta condena de nueve meses de prisión, por este delito de tráfico de influencias. Estos magistrados ni siquiera tienen competencias para decidir en qué prisión ha de entrar el preso. Por ello, la Audiencia de Palma no ha podido pronunciarse sobre la decisión de que Matas entrara en la prisión de Segovia y no lo hiciera en la de Mallorca, o incluso en una de Madrid, que es donde reside en estos momentos el expresident.

A pesar de las numerosas iniciativas judiciales que ha emprendido Jaume Matas, a través de recursos o peticiones de indulto, no ha podido evitar convertirse en el primer president de Balears que ingresa en prisión.